La prueba

19: Aliados

...

CHAD

Día 2.

Tan pronto como amaneció, me puse de pie. El calor era tan sorprendente, que sentía con facilidad la deshidratación en mi cuerpo, y también la debilidad; todavía no había encontrado ni una sola arma.

Ni agua.

Ni a Mery.

El ruido de una cascada me hizo ir más a prisa, pero me detuve en seco cuando vi a alguien sentado en una ronca, a pocos metros del tiro de agua. Respiré lentamente, recuperando mi palpitación. La chica, la pude apreciar, estaba llorando, podía ver los movimientos de su cuerpo al gimotear.

Pasé la saliva, caminando lentamente hacia ella, muy sigiloso; no quería que pensará que quería matarla.

El ruido de mis zapatos sobre el fango, la hicieron sobresaltar, y en ese instante, volteó, apuntándome con su hacha.

Levanté las manos, mostrándole que no iba a hacerle daño; pude apreciar la sangre en su traje, y los temblores en sus manos.

—Tranquila —musité, acercándome lentamente—, tranquila —repetí.

Ella soltó el hacha, llorando, dejándose caer sobre el fango, y entonces, la sostuve.

—Me suplicó —dijo, temblando sobre mis brazos—, me imploró que lo matará para acabar su sufrimiento.

No quería entrar en detalles, no quería que se sintiera más consternada que ahora mismo. Alejé el arma, la dejé en la orilla, le dije que podía dormir un rato, y eso hizo. Me metí al agua, justo en la orilla para poder estar alerta; lavé mis manos y mi cara, bebí el agua que pude y volví a salir.

La chica temblaba tanto, que me pareció extraño.

Revisé sus heridas, y una, cerca de la pierna, estaba infectada. Respiré hondo, viendo a otro lado, no sabía si pasaría de esta noche, y no podía cargar con ella, pero tampoco dejarla aquí, a morir sola.

—¿Quién te hizo daño? —pregunté, tomándola un poco para sentarla.

—El 40 y 66, tienen aliados, están matándonos para ser los diez finalistas —susurró, apenas moviendo sus labios secos.

Lynn y Parker, eran esos números, y no me extrañaba en lo absoluto. Y ahora más que antes, estaba preocupado por Mery, Lynn seguro querría matarla sádicamente.

—Nos dejaron heridos, a mi compañero y a mí, se burlaron y así se fueron, Roy me suplicó matarlo —murmuró, tirando las lágrimas.

—¿Dices que todos despertaron con su compañero? —quise saberlo.

—Sí.

Un hueco se plantó en mi estómago, quien nos había separado, o por qué Mery y yo no estábamos juntos al despertar. Pude pensar que era una trampa de la presidenta, pero se supone que teníamos un trato, y si ella fallaba, todo se rompía.

La chica no dejaba de temblar, y sus labios habían perdido el color, comenzaba a preocuparme, en este sitio no había medicinas, nada para poder curarla, y su destino era más que obvio.

—No me dejes sola —pronunció, cuando quizá, notó mi dilema en el rostro—. No me dejes morir sola.

Negué, arrastrándome un poco para poder proporcionarle calor.

—No te preocupes —Le aclaré, dándole una pequeña sonrisa.

El sol nos cayó de frente, y era imposible que se sintiese mejor con el calor que hacía en el lugar.

Me restregué el sudor sobre el traje de licra, ahogándome con el nudo que se estaba formando en mi garganta.

¿Por qué no nos mataban antes de nacer?

Era más sencillo hacer un sorteo para seleccionar sobrevivientes desde el vientre materno, que meternos aquí y convertirnos en algo peor que asesinos.

...

MERY

Pude apreciar las aves moviéndose entre las ramas de los árboles, pensé, por un momento largo en poder trepar y atrapar a algunas, pero de inmediato me recalqué que no debía ser tan sencillo como mi cerebro me lo pintaba.

Seguía tumbada en el mismo sitio en donde desperté, y la verdad, estaba sumamente decepcionada de todo. Pero incluso, cuando el ruido de mi propia respiración cesó, pude apreciar un sonido, uno muy particular y casi desconocido para mí.

—Agua —murmuré, levantándome de prisa, tratando de seguir el ruido que emanaba muy ligero.

Siempre con precaución, un lugar con agua, debe de estar rodeado de aliados que buscan terminar con esto.

Observé, pude ver el agua cayendo en cascada desde arriba del lugar, y cuando me dispuse a caminar de prisa, un par de secundarios estaban cerca, me detuve, Chad.

—¡Chad! —grité, cuando por fin pude verlo bien entre las matas y las rocas grandes y redondas.

Él alzó el rostro, y vi como levantó las cejas, lleno de conmoción, al igual que yo. Bajé de inmediato, al mismo tiempo que se apresuró a llegar a mí.

Me sujetó y me levantó del suelo, casi cayendo entre el fango cuando sus zapatos se resbalaron. Lo besé con fuerza, quizá lastimándolo.

—Estás viva —mencionó, tomándome el rostro cuando me dejó en suelo, buscando heridas.

Asentí, eufórica.

Pero cuando miré tras él, noté el cuerpo de alguien, tumbado, inerte.

—Chad... —murmuré, y él cambió drásticamente su rostro.

Dejó mis brazos y se echó a correr a la chica, que tenía los ojos abiertos. Se inclinó y notó que ya no respiraba

Mi corazón sintió un vuelco cuando noté sus manos temblorosas, y su cuerpo contraerse en un gimoteó.

—Es real, Mery —Me dijo sin mirarme, todavía con la mano de la chica sobre sus dedos—; se están asesinando.

Lo tomé, lo apreté sobre mi pecho y lo escuché llorar, como muy pocas veces lo había hecho.

...

Después de beber el agua suficiente y poder sumergirnos un buen rato, seguimos el camino, no sabíamos hacia donde, ni de qué tamaño era todo, y lo raro de encontrar secundarios vivos.

Chad llevaba un hacha de la chica muerta, y yo mi cuchillo, no sabía si era suficiente, pero no quería enfrentarme con nadie.

Pensé en Devon, Rick y Yami, solo esperaba que estuviesen a salvo, y con vida.




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