Aquel prodigioso pianista golpeaba con furia y pasión las teclas de ese bello instrumento. Todos en el salón lo observaban y quedaban atónitos. Quienes se atrevían a enfrentarlo, se retiraban furiosos, avergonzados y exclamaban "¡Esta loco!".
Bien es cierto, Ludwig estaba loco y rompía con las reglas de armonía de la música, él improvisaba melodías excéntricas y rudas, era un joven talentoso e innovador.
Wolfgang también estaba presente, él comenzó su carrera cuando solo era un pequeñuelo.
Mozart se dirigió a Ludwig.
- Toca algo que salga de tu corazón para deleitarnos con tu música e imaginación.
- Claro, maestro- Ludwig tartamudeo, estaba nervioso y todos pudimos notarlo por la forma en la cual tocaba el piano.
- Demasiado frio, intenta con otra improvisación. Recuerda "más corazón y menos cerebro"- Dijo Wolfgang.
Ludwig comenzó de nuevo. Él era realmente fantástico, Dios le había regalado ese talento y a su vez, deleitaba nuestros oídos.
Su interpretación fue excelente.
- Algún día, todos hablaran de este muchacho, te lo aseguro - Dijo Wolfgang a su esposa y se retiraron del salón.
"Algún día"
El pianista se levantaba con lentitud del piano, como si no quisiera apartarse de él, como si lo necesitase para respirar
- ¿Puedo decirle que ha estado excelente, maestro?-Me acerque a él y lo halague con una sonrisa en mi rostro.
- Muchas gracias ¿Cuál es tu nombre muchacha?- Me pregunto.
- Me llamo...
- ¡Elisa, ya levántate que tienes que ir a la escuela! - Grito mi madre desde fuera de la habitación.
Adiós vestido y peinado elegante, hola pijama de ositos.
De camino a la escuela me puse mis auriculares, entonces la sonata 13 "Pathetique sonata" sonó mientras caminaba.
Me imaginaba a Beethoven tocando esa canción en un pequeño cuarto, era nuestra canción, la melodía de los incomprendidos. Sus manos se movían a toda velocidad generando un hermoso sonido, una maravillosa y extraña melodía.
Muchas personas lo criticaron por tocar así, con un ritmo extraño para su tiempo, pero él hizo caso omiso de esos comentarios y el resultado fue la revolución de la música clásica.
Quisiera algún día poder tocar como él, pero tengo dos grandes problemas: Uno, no tengo quien me enseñe, no puedo ir a una escuela de música. Dos, ni siquiera tengo un piano.
Pero pese a todo, en mi corazón siento para lo que he nacido. Quiero ser una pianista.
Al llegar a la escuela uno de mis compañeros me quito mi reproductor y se puso los auriculares.
- ¡Que música tan aburrida Elisa!- Dijo mi compañero Roberto.
- ¡Devuélvemelo! - Le reclame.
- ¿Se supone que esto es relajante? ¡Que estafa, es más aburrido que la clase de historia!
- ¡Devuélvemelo! - Dije
- ¿Vas a llorar? ¡Eres patética! -Dijo y me lo devolvió.
Sí, soy patética.
Mis compañeros se rieron todo el día, a veces me daban golpes en el brazo y nuestra profesora no hacía nada más que observarnos.
"Señorita Beethoven" Ese era mi apodo.
¿Ser diferente está tan mal?