This world can hurt you
It cuts you deep and leaves a scar
Things fall apart, but nothing breaks like a heart
Semanas antes
Emma
Mi cuerpo se aliviana del frío cuando las puertas se abren. Me adentro hacia la enorme casa, una leve música suena al fondo. Mi chofer deja las maletas en el suelo, y mi sierva entra detrás de mí, cargando su maleta.
La empleada se acerca a mí.
—Princesa, bienvenida —le agradezco y dejo que se lleve mi abrigo y mis maletas.
La casa de Derek Duane nunca pasa desapercibida. El vizconde hace parte del concejo, y su casa es el perfecto lugar para que me reúna con algunos miembros de dicho grupo.
Me avisan que mi reunión será más tarde así que organizo algunas cosas que necesitaré. Después de una ducha y cambiarme me encamino hacia la enorme sala que hay en la casa.
Los ventanales están abiertos de par en par dejando ver la luna sobre la costa de Phafferyn. Las 3 personas me esperan ansiosas, todos bastante elegantes y algunos con un vaso de licor en la mano. El dueño de la casa me mira atento regalándome una sonrisa. Se acerca a mi con los brazos abiertos, se pega a mí y deposita un beso justo en el lunar a lado de mi boca.
—Princesa Orastidel, es para mi un honor que esté aquí.
—El gusto es mío —respondo.
Me siento en mi lugar y mandan a llamar a una empleada para que me sirva una copa de vino.
Me preparo para hablar, sé que después de esto no habrá vuelta atrás. Me aclaro la garganta.
—¿Cuáles son sus acusaciones milady? —me pregunta uno de los hombres.
—Adulterio, señor. Además de un incumplimiento con la ley de los dioses. Quiero que me ayuden, sé que todos ustedes tienen alguna razón para estar en esta mesa.
—¿A quién se dirige?
—Alexander Syntox y Alcíone Khione, se los dije en la carta enviada.
—Sí, pero necesitamos más detalles. No me meteré en algo sin razón —advierte Gregorio Strada «marqués»
—La princesa Alcíone está embarazada del rey de Jamsflor. Es su amante, y estuvo con él cuando estaba comprometido conmigo y mi reino.
Hago una pausa mientras uno toma la aceituna llevándola a su boca.
—Alcíone mantuvo relaciones sexuales con el rey de Jamsflor, sabiendo que estaba pronto a casarse. Se embarazó, y logró que Alexander rompiera el compromiso Jamsflor/Lowside. A esto se le agrega que Jamsflor quedó debiéndole miles de kases a Lowside, los hemos apoyado con muchas cosas y ellos no están cumpliendo. Los hijos de Alcíone son bastardos por el hecho de que concibieron cuando el tratado de compromiso estaba siendo cumplido.
Termino de decir. Y Derek Duane parece más interesado que nunca. Dejo la copa para escucharlos. El marqués Strada, el dueño de la casa y Thomas Marianne, un duque; me piden quedarme.
—Hace varios meses, les pedí a los reyes que me dejaran desposar a Alcíone. Se negaron rotundamente por nuestra diferencia de edad, lo que me parece absurdo.
«Que absurdo es un viejo de 60 años con una de 21»
—Esa niña es divina, es hermosa, yo daría todo por tenerla conmigo y hacerla solamente mía —pasa sus dedos por la barbilla como si estuviera gozando su recuerdo.
—¿Me ayudan o no? —inquiero a los tres.
—Para qué sancionar a los Khione con unas simples leyes, cuando podemos obtener justicia a nuestro modo, y recuperar nuestras costumbres. Basta de que ellos quieran cambiar todo, que sean el reino inicial no significa que sea el más unido ni poderoso —habla Gregorio.
Empezamos a hablar entre los cuatro, aclarando nuestros planes y la manera en que lo haremos. Ya pasada más de una hora, Thomas se levanta para abrochar su chaqueta.
—Necesitamos un apoyo mayor, un reino que nos ayude económicamente. En caso de que nuestro plan se dé a su mayor expresión, necesitaremos muchas cosas.
—No se preocupe, de eso me encargo yo —declaro.
Nos despedimos, ya cada uno sabe que hacer.
Mi sierva me pone mi abrigo y me entrega la cesta que necesito para mi siguiente reunión y abordo el carruaje. Paro enfrente del hotel y espero a que mi acompañante suba. Los tonos rosas del atardecer tiñendo el cielo. Espero varios minutos, sirviendo té en las tazas de la mesita del centro. Giro cuando la puerta se abre. Se sienta limpiando su sombrero.
—Llevanos fuera del pueblo —pido al conductor, cerrando las cortinas del carruaje.
No decimos ni una sola palabra mientras el transporte avanza. No quiero ponerme a pensar las consecuencias de esto, ni tampoco a quien voy a lastimar. Yo cuando quiero algo, lo tengo. Y que las mujer que está en mi carruaje haya venido, me da aún más razones para hacerlo.
Le doy una ojeada a la cesta. El pequeño frasco no debe caberle mucho, pero costó más que mi caballo favorito. Y es que tener entre mis contactos a Mario Jebbel, es fascinante. Unas gotas de ese líquido, pueden desintegrar cualquier tipo de membrana, no obstante, haciéndolo de una forma tortuosa y lenta. Y es justo lo que necesito ahora.
Las zonas están llenas de campos florales, y que es que las flores de todos los colores dan un espectáculo con los rayos de sol.
—No puedo estar tanto tiempo desaparecida, así que dame lo que tienes para mí.
—Lady Syntox, con calma. Soy una persona que respeta los acuerdos y no he fallado.
Le tiendo la cesta.
—Una ración hermosa de helmues para usted, más bien dicho para su descendencia.
—No vuelvas a decir eso, los hijos de esa ramera no son familia mía ni las de mi Alex.
Le regalo una sonrisa. La abuela de Alexander Syntox revisa el frasco.
—Apenas que llegue a Jamsflor se hará.
—No vaya a dejar pistas —le advierto llevando el té a mis labios.