Los miembros del consejo iniciaron una nueva reunión en una de las salas de lo más alto de las Torres Viudas. Todavía hacía mucho frío, apenas y había salido el sol por completo. Akali comenzaba la reunión como siempre, dando los más gratos buenos días. Worgaine y Kyrion trataron de no interceptar la mirada del otro, manteniendo la naturalidad y asegurando su voto.
La líder de la Rebelión, teniendo a más de una docena de pares de oídos muy atentos, leyó la carta escrita personalmente por Lord Blizzard: llamaba a la paz, a neutralizar las represalias mutuas y los ataques. Hizo un esfuerzo inhumano para ocultar su estupor cuando todo el consejo votó por ignorar el armisticio.
— Y si no aceptamos el armisticio, ¿Cuál será la siguiente estrategia?
— Observen, miembros del consejo.
Akali volvió a sacar unas notas de entre sus pertenencias y las leyó en voz alta, tenía bastante tiempo guardándolas: Worgaine y Kyrion finalmente se dieron la cara con su discurso, atónitos, carentes de estómago para asimilarlo. Nunca creyeron que se le ocurriría algo tan descabellado. La habitación se llenó de escandalosos susurros de incertidumbre, mientras la líder continuaba viéndose poderosa e impecable.
— Entonces, ¿Quiénes votan a favor?
Varios se preguntaron por la ubicación del alto comandante Skycen, confiaban en su criterio como a una ley. Había desaparecido sin dejar rastro. De repente, Kyrion y Worgaine levantaron la mano con lentitud, temblorosos, mirándose dudosos entre ellos: habían acordado en votar a su favor en la sesión sobre el armisticio, pero ahora, les asustaba el desenlace del conflicto y la solución de Akali. Por muy sórdida que fuese, lucía como la más confiable.
Poco a poco se fue alzando un bosque de aprobación en forma de manos levantadas, de tatuados y de piel limpia. ¿Dónde quedaría su credibilidad después de casi perderla antes de la Batalla de Casquillo Plateado? ¿Qué les pasaría a los muchachos Le’Tod? No hubo respuesta, ni se molestaron en buscarla, aceptando que debían sacrificar a dos para salvar a miles de millones.
Sin embargo, la reunión no fue tan privada como quisieron. Corrió lo más rápido que pudo, resbalándose en unos pocos escalones de las escaleras escondidas. Ella prefería irse a lo más alto de las torres para que el académico Horizone no la persiguiera cada mañana para hablar de química y siempre la encontrase. Jamás esperó escuchar el plan de Akali.
De repente, un fuerte apretón se manifestó en su cuello, tirándola al suelo y haciéndola gritar por el forcejeo. Cuando dejaron de jalarla por el piso frío y firme, pusieron un cuchillo en su cuello: jamás había sentido tal temor en su vida, nunca fue una guerrera como sus amigos y su corazón estaba por salir disparado de su pecho. Quería gritar, pero sus enemigos le ordenaron no hacerlo.
— No te angusties Hamlet — susurró una de ellas —. Ven con nosotras y no te haremos nada.
Los demás altos comandantes, que tenían a Guerreros bajo su cuidado y órdenes, mandaron a estos mismos a escoltar a los Le’Tod a los aposentos de Akali. Los hermanos, abrigados, encontraron a su líder organizando unos papeles en un escritorio. Vieron a Worgaine sentada en una silla y a Kyrion apoyado en una pared. Los quinqués no eran suficientes como para iluminarla por completo.
— ¿Quería vernos, líder Akali? — acotó Diago, tomando la delantera. Todavía seguía aterrorizado por su gran regaño, le enfermaba sentirse como un niño.
— Por supuesto, ¿Serían tan amables de enlistar sus desayunos, almuerzos, postres y cenas favoritos?
— ¿Perdón? — dijo Lane, recibiendo un lápiz.
— Creemos que sus servicios pueden ser...interrumpidos por un tiempo no definido, hay ciertas medidas diplomáticas inesperadas que debemos resolver.
— ¿Diplomáticas?
Lane se quedó viendo fijamente a Kyrion, quien le devolvió el gesto.
— Con qué medidas diplomáticas...
— Así es, la misma hija de Lord Blizzard busca un armisticio y estamos viendo las posibilidades.
— ¿Y para eso necesita Akali a su jefe de estrategias y a su jefa de espías?
— Los considero... gente de confianza. Descartarlos del ejército no es una decisión sencilla.
El arquero no se había fijado en que Diago ya llevaba anotando los platillos que le gustaban, todo gracias a la atenta y anímica guía de Worgaine. Lo detuvo para que dejara de escribir.
— Lane, no tienes de qué preocuparte — poco a poco, Akali y el resto fueron rodeándolos. Con pasos ligeros, pero intimidantes.
— Lo sé, pero... considerando la propuesta y el ambiente planteado, sólo... me parecía raro, es todo.
— Lo entendemos — intervino Kyrion —. En tiempos tan tensos como los actuales, es difícil mantener la cabeza baja o la compostura. No obstante, ahora, hay un mejor panorama para ambos bandos.
Akali llamó a Diago para que se acercarse a ella, su tono era gentil y neutral en ira.
— Lamento mucho mis reacciones hace días. Espero que entiendas que tengo muchas vidas bajo mi mando y mi responsabilidad, yo deseaba conseguir resultados diferentes sometiendo a la hija de Lord Blizzard y llevarnos a la victoria. Ahora entiendo que no debí gritarte.