Juega con un gato
Shelly se apoyó en la barandilla de madera del porche, finamente pulida y barnizada, las cabañas del clan estaban bien decoradas, todo hecho de madera, con detalles hermosos y grabados delicados.
Jake estaba a su lado con los brazos cruzados, mirando hacia la nada, serio.
Hablar con Jeanine no fue nada fácil, pues ella todavía la fulminaba con la mirada cada vez que le dirigía la palabra, al final, dejaron de insistir.
Pero se sentía algo culpable por dormir a su alfa.
Su mente no dejaba de dar vueltas hacia lo que hizo, las emociones se atascaban en su pecho cada vez que recordaba que por primera vez demostró su valor, aunque casi le costó el pellejo... Si tan sólo Liam se diera cuenta de eso, sería más fácil para ella despachar todas las dudas sobre si había actuado bien o mal.
Más allá de todo, sentía la necesidad de disculparse.
—Jeanine, siento mucho...
En un solo momento, la mujer de cabello plateado dejó su asiento.
La velocidad con la que la tomó por la garganta la dejó sorprendida, asustada, sus ojos brillaban con furia mientras tensaba sus labios en una línea firme.
Jake junto con Cárter, la tomaron por los hombros y la arrastraron hacia atrás, la soltó y Shelly lanzó un suspiro ronco mientras tomaba aire.
—Nadie amenaza a un Moon Fighter y vive para contarlo— espetó ella.
—Cierra la boca, saco de pulgas— le dijo Cárter— no estás en tu casa, si la amenazas a ella me amenazas a mi.
Jeanine escupió.
—Sientate— le instó Jake con calma— por favor.
Con una mirada furibunda, ella volvió al asiento improvisado de madera.
Shelly le hizo un gesto de agradecimiento al joven de ojos verdes y cabello rojizo, Cárter sólo asintió.
—No tiene caso hablar con ella— se dirigió a Jake— no nos dirá nada.
—Lo sé, debemos esperar a Aria.
La tarde se desplazó lentamente, hasta parecía que pasaron días desde el momento en que pasó todo. El cielo que antes había sido gris, ahora era de un precioso color blanco de nubes similares al algodón, el aire era fresco y húmedo, una brisa apenas susurraba entre los árboles.
Cuando Hunter llegó por fin, Aria salió con Derek y Liam siguiendola. Cárter y James se pusieron a su lado, rodeandola, aún no se acostumbraba al hecho de que los hombres cambiantes eran muy posesivos.
El lobo, era alto, tenía el cabello color marrón con destellos dorados a la luz, se veía fuerte a pesar de haber sido drogado.
—Aria, vine lo más rápido que pude— dijo Hunter, su mirada se desplazó al lobo— ¿Qué está sucediendo?
Shelly dejó de analizar a Derek para prestar atención a lo que estaba sucediendo.
—Un pequeño mal entendido— respondió Aria— Todo está en orden.
—Jeanine— dijo Derek— debemos irnos.
De inmediato la mujer se puso de pie y caminó hacia estar por delante del lobo, con la mirada fija en Aria.
"Van a destrozarse" pensó con nerviosismo.
—Gracias, Aria— habló Derek— espero que encuentren una solución, o nosotros nos haremos cargo.
—De nada, ojalá sus niños aparezcan y que los leopardos sólo sean usurpadores de tierras.
—No hay que confiarse— respondió Jeanine con hostilidad— los gatos son criaturas que aman engañar.
Derek dejó escapar un sonoro gruñido que paralizó a Jeanine.
—Vamos.
Aria los siguió con la mirada mientras ambos lobos desaparecían en el bosque.
—Siganlos— les ordeno a Cárter y a James— no permitan que los vean hasta que se adentren en su territorio, no podemos fiarnos de ellos.
En cuestión de segundos, los dos hombres desaparecieron y en su lugar, emergieron dos leopardos de las nieves casi idénticos, sus ropas quedaron destrozadas en el porche. Saltando los escalones de una sola vez, se separaron en direcciones opuestas y comenzaron a seguir el rastro de los lobos.
—¿Qué es lo que querían esos dos?— preguntó Hunter.
—Cada vez tienen más sospechas de que los Red Fire están secuestrando cachorros, y ahora que otros tres niños desaparecieron están al borde de atacarlos.
—Y nosotros estamos en el medio de una guerra— Hunter chasqueó su lengua— este no es un buen momento para enfrentarnos a otros clanes.
—¿Crees que yo no lo sé?— preguntó Aria con un tono elevado— podemos lidiar con cualquier cosa.
—¿Qué haremos?— inquirió Jake.
Aria se quedó mirando a algún punto entre los pinos, pensando, sus ojos azules reflejaban una aguda concentración. El silencio envolvió cada parte del lugar, y ninguno quiso interrumpirlo, como si con cualquier sonido el pensamiento del Alfa pudiese romperse.
Mientras tanto, Liam permanecía apoyando su espalda contra la pared de madera de la cabaña, sus fuertes brazos cruzados sobre su pecho, su mirada verde analizaba todo a su alrededor, hasta fijarse en ella.
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Editado: 23.09.2018