La reina

Capítulo 8

El alboroto y los murmullos se escuchaban por toda la estancia. Desde muy temprano habían llegado por la noticia de la muerte del ministro Aragón y de toda su familia.

—¡Basta! —grito Anastasia —, tenemos que llegar al fondo de todo esto

—¿Que propone su majestad?

—Voy a investigar a fondo —se levantó del trono —, no descansaré hasta dar con los culpables

Bajo de aquel lugar mientras  caminaba hasta llegar a los ministros

—La muerte de Argón no quedará impune

—Majestad, tiene todo nuestro apoyo —dijo Stefano —. Tengo una solicitud

—Habla

El se puso de rodillas

—Majestad, por favor acepte el matrimonio de la princesa Margaret y el rey Sandro

—He dicho mi última palabra sobre ese tema

—Por favor su majestad —suplico —, no podemos seguir así. El reino caería en desgracia.

Cuando iba a contestar las puertas son abiertas dejando ver a su dama

—Su majestad el rey Sandro solicita estar presten

—Hazlo pasar

Las puertas se abrieron dejando ver la imponente figura del rey. Todos los ministros con respeto lo saludaban

—Buenos días su majestad —dijo Sandro se inclina

—Buenos días, ¿Que lo trae por nuestras tierras?

—Vengo a traerle la solución a su problema

—¿Como lo haría? Si se puede saber

—Una boda, no solo uniría dos reinos sino también dos familias

Todos empezaron a murmurar y a alegrarse

—Es lo que le habíamos propuesto a su majestad —sonrió Stefano —, la princesa Margaret...

—No, la boda no seria con la princesa Margaret —vio el desconcierto en todos —, seria con la reina

Los murmullos se escucharon en todos

—Pero su majestad... eso seria...

—Unir los reinos completamente —dijo Sandro

—Me niego —hizo saber Anastasia —, tiene que haber otra solución

—Si me lo permite su majestad —hablo otro ministro —, creo que seria la mejor solución. Unir dos de los tres reinos sería volver al pasado y poder vivir mejor

—¿A cambio de que? —los miró —, de ceder mi reino, jamás. Este reino ha luchado mucho para desaparecer lo, me niego

—No lo harás —dijo Sandro con determinación —, el reino de Apolonia desaparecerá para volverse parte de Lingrich, para que tu junto conmigo seamos sus reyes

Los dos se quedaron viendo directamente a los ojos ninguno apartó la vista del otro. No sabia Anastasia que era lo que Sandro esperaba de aquella unión, y no sabía si era eso lo que le daba miedo o que llegara a remover cosas que están enterradas por los menos para ella.

—Bien, antes de aceptar ¿Puedo hablar con usted en privado?

—Claro

Los dos caminaron hasta el despacho, al estar a solas Anastasia por fin pudo hacer la pregunta que tanto le carcoma

—¿Por que haces esto? —Sandro no contestó —, ¿Que es lo que en verdad esperas de todo esto?

—¿Que crees que espero de esto?

—Dímelo tú —negó —, vienes y me dices esas cosas como si fuera un juguete que puedes regalar cuando quieras. ¿Que quieres que piense?

—Después de todos estos años aún no puedes confiar en mi

—No me pidas que te crea de la noche a la mañana, después de tu traición  

—¿Aún piensas que te traicione?

—No, ahora se que solo jugaste conmigo

—Anastasia yo... no es como lo piensas la verdad...

—Eso ahora ya no importa —suspiro —, cumplirás tu palabra de que Apolonia se unirá totalmente a Lingrich

—Totalmente

—¿Y tu padre sabe de esto?

—Mi padre lo sugirió

El vio la sorpresa en los ojos de Anastasia

—Sabes que si me casó contigo aún así mi hijo tomará el trono, ¿No?

—Lo tengo presente —le dio la espalda  —, y no pretendo quitarle el lugar que le corresponde a mi sobrino. Lo único que te pediría si llegáramos a tener descendencia es... —dio la media vuelta para quedar frente a frente —, que los quieras y los proteges como lo haces con mi sobrino  

—Serán mis hijos también —le hizo saber —, y yo los amaría igual que a mi hijo Nicolás

—Anastasia...

El acortó la distancia que los separaba mientras lentamente descendía hasta su boca. El quería probar sus labios nuevamente, sentir el néctar de sus labios como si fuera el agua que calmara su sed. De pronto sintió los finos dedos de ella sobre su boca

—Sandro... porfavor no...

El solo apoyo su frente sobre la de ella, y soltando un suspiro deposito un beso en su frente

—Me marchare ahora —se dio la media vuelta —, te veré pronto

Una vez cerrada la puerta ella se apoyo en el escritorio dejando salir un suspiro. Eran tantas emociones pero ninguna era de alegría o ilusión, al contrario sentía que cometía un error. Tenía miedo de fallar. Fallarle a su hermana, a su hijo, a la memoria de su amado esposo y fallase a ella misma, pero ya no había vuelta atrás. Se sentó enfrente de su escritorio

—Meredith

Las puestas fueron abiertas dejando ver a su dama

—Me llamo su majestad

—Necesito que envíes un comunicado —empezó a escribir —, habrá una boda en el palacio y la unión de Apolonia con Lingrich

—La princesa Margaret estará muy contenta...

—Ella no es la que se va a casar sino yo —le entendió la nota —, has que la noticia se estienda

—A si sera

Tomo la carta y salió del despacho, con el único fin de hacer saber la voluntad de la reina

Camino a paso decidió hasta aquella habitación donde su señora tocaba tranquilamente el piano

—Su alteza...

—Que pasa Odeth —ella siguió tocando el piano sin ninguna perturbación

—Habrá una boda en el palacio

—Me imagino que han persuadido los ministros a mi hermana para que me casé con Sandro —sonrió —, así que pronto me volveré reina de Apolonia

—Me temo su alteza que no len gustara la noticia

La dulce melodía se dejó de escuchar al momento que dijo aquella palabras

—Habla...

—La boda será entre Sandro y la reina Anastasia

El chirrido de las teclas al ser golpeadas se escuchó de repente




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.