La reina

Capitulo 10

Las pisadas eran amortiguada por el pasto y la tierra pero aún así se podía oír el roce de un vestido contra las cortezas de los árboles. Camino hasta ver la imponente sombra de aquella persona

—Hay nuevas noticias —le hablo —, la boda de la reina es un echo. Mañana es el gran día, aprovecharé para vertirle las plantas que me acaba de dar

—Bien, recuerda que ella tiene que morir sin ningún heredero. No puede concebir en su noche de bodas

—Creo que la reina sospecha —dijo con temor

—Eso no puede ser —la miro —, ¿has hecho algo mal?

—No, he seguido sus órdenes al pie de la letra, no he cometido ningún error

—Entonces es imposible que pueda sospechar, le has servido desde el principio ¿Como puede sospechar de ti?

—No lo se, pero sospecha

—Tienes que hacer que vuelva a confiar en tu Meredith —le señaló —, de eso depende tu vida

—Lo se, pero temo que me descubra en cualquier momento —movió las manos nerviosa —, no creo que pueda seguir con esto si se llega a descubrir que estamos...

—Eso no pasará, solo tienes que hacer lo que estás haciendo

Ella solo asintió antes de irse sin poner atención a la  persona que subía por las paredes del castillo hasta el balcón. Aquella sombra llegó hasta la habitación cuando la abrió los recuerdos fueron un duro golpe para él. Tantas noches que había venido a esa misma habitación pero por razones directamente dirigidas por su corazón aún recuerda la última vez que la vio. Cuando ella había decidido su destino condenando el suyo

Flashback

La noche era oscura pero las estrellas y la luna alumbraba el camino, con gran agilidad subió las paredes de aquel imponente castillo hasta aquella ventana como lo había hecho desde que hace mucho tiempo atrás. Una vez que estuvo en el balcón la vio metida en aquella bañera mientras su dama lavaba  su cuerpo

—Alma, ya te puedes retirar

—Pero... aún no he terminado de lavarla

—No te preocupes, yo lo haré

—Pero...

—No hay peros, ve a descansar —la interrumpió — anda vete

En el instante que la puerta se cerró ella soltó un suspiro antes de decir

—Tienes que tener más cuidado —no volteo cuando escucho sus pasos —, pudo haberse dado cuenta que estabas hay

—No podía esperar más para verte —se agacho a su altura —, te amo

Los dos se quedaron viendo directamente a los ojos y ella con una sonrisa le respondió

—Yo también te amo Sandro

Él la tomó por el rostro apartando el mechón de cabello húmedo de su rostro mientras ella sonreía acerco sus labios hasta los de ellos para rozar los en un tierno y cálido beso que poco a poco fue subiendo la temperatura. Ella enredó sus brazos en su cuello justo en el momento que él metió la mano en la bañera para envolver su cintura haciendo que se parara, el agua corriendo por su cuerpo mojó la ropa de él pero en ese momento era lo que menos les importaba. Con manos torpes le fue quitando la ropa hasta poder acariciar su piel, nunca se cansaría de acaricia su musculatura era su droga poder estar entre sus brazos y que él la llevara al cielo con una simple caricia; siempre había sido así desde que lo había conocido. No supieron cuando ni como llegaron a la cama, pero sumergidos en la pasión poco les importaba

—Te amo Sandro —susurro justo cuando él la embistió

Se adentraba en su cuerpo mientras sus caricias la hacían perder el sentido, tanto que no pudo evitar arañar su espalda, enredo sus piernas al rededor se su cadera un gemido quería salir de su garganta pero fue acallado por los labios de él, en un arrebatador beso que le robó hasta el aliento

—Yo también te amo Cleo —le susurró con voz ronca mientras los dos llegaban a la cúspide

Se dejó caer a su lado mientras envolvía su cintura con su brazo haciendo que su espalda quedara pegada a su pecho encajando perfectamente como si ese fuera el lugar donde siempre debiera estar

—¿Que tanto piensas mi amor? —pregunto mientras daba leves caricias en su brazo y besaba su hombro

—Sabes que mi hermana se va a casar con tu hermano —no pregunto

—Si, ¿Que pasa? ¿No te agrada la noticia? Deberías estar feliz, por que después vendrá la nuestra

—No Sandro, no me voy a casar contigo —se separo de su contacto —De echo esta es la ultima vez que nos vemos

—¿De que hablas?

—Anastasia no quiere ser reina, así que lo seré yo

—No, no puedes hacer eso ¡No nos puedes hacer esto! —alzo la voz

—Sandro por favor entiende mi hermana quiere ser libre y yo puedo ayudarla a hacer libre

—¿A cambio de que? De tu felicidad —la tomo por el rostro —, ¿Que hay de nosotros? Del futuro que planeamos juntos

—Eso no sucederá, por que me convertiré en reina de Lingrich y tu en rey de Apolonia

—Entonces voy renunciar a ser rey para estar a tu lado

—No puedes hacer eso, has trabajado tanto por tu reino que no puedo quitarte eso para tenerte junto a mi. Además si haces eso de nada serviría mi sacrificio

—¿Entonces esperas que renuncie a ti? —ella solo esquivó la mirada mientras lagrimas recorrían sus mejillas — no, no puedo hacerlo

—Por favor hazlo por mi —lo tomo por el rostro

Él imitó su acción para besarse con amor sabiendo que sería la última vez que podrían probar el néctar que les brindaban sus labios unidos

Fin del flashback

—Lo he cumplido Cleo —susurró con lagrimas —, y ahora voy a casarme con tu hermana ¿Estas de acuerdo? No quiero que tu sacrificio sea en vano

Limpio sus lágrimas antes de meter su mano en su su saco sacando aquella carta y para leerla. Anastasia se la había entregado pocos días después de la muerte de Cleo pero no había tenido el valor de leerla. Pero ahora era el momento correcto de leerla, en su cuarto frente a su retrato




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