La reina

Capitulo 17

La noche les cayó más rápido de lo que pudieron apreciar, tan inmersos en disfrutar de lo que una vez los hizo feliz cuando un trueno y las primeras gotas de lluvia les hicieron darse cuenta que ya habían estado mucho tiempo fuera del palacio

—Hay que irnos —habló Sandro caminando sin inmutarse cuando el agua cubrí su ropa

—Si, creo que si —le confirmo no muy entusiasmada mientras trataba de que la capa le cubriera de no mojarse tanto —, de seguro han de estar preocupados en el palacio. Vamos, que mi doncella debe de estarnos esperando

—En realidad los mande de vuelta al palacio —él vio como se le quedaba viendo —, quería estar a solas contigo. Y regersariamos en mi caballo

Le aclaró rápidamente al ver como abría la boca tratando de replicar. Anastasia solo pudo negar con una sonrisa

—Me imagino que no contabas con la lluvia en tu romántico plan ¿O me equivoco?

—No, no te equivocas —llevo su mano hacia su rostro apartando un mechón de cabello que estaba en mitad de su cara — no pude predecir la lluvia que ahorita cae. Pero...

—¿Pero.. que ? —preguntó al ver que callaba antes de sonreír —, Sandro ¿Pero que?

—Esto...

Y antes de que ella pudiera hacer algo, él la subió a su caballo para luego subir atrás de ella

—¿Pero que haces Sandro? —le preguntó mientras se hagarraba con fuerza de la silla de montar

—Tratando que no terminemos aún  más empapados —le respondió mientras hacía que el caballo fuera más rápido

Ella solo negó mientras seguían cabalgando a toda velocidad, los imponentes muros se pudieron deslumbrar al poco tiempo. Los dos bajaron del cabello con sus ropas empapadas, sus sirvientes rápidamente los cubrieron con toallas mientras la tina ya estaba lista con agua tibia para sus respectivos baños en su habitación

—Su majestad, me tenia muy preocupada —le dijo Meredith mientras la enjabonaba el cuerpo —, ha estado fuera todo el día y tenía miedo que le pasara algo

—Los aposentos del rey, ¿Están a lado? —le preguntó ignorando su comentario como si jamás lo hubiera dicho

—Así es su majestad —le respondió mientras extendía su bata

—Bien eso es todo puedes retirarte —le ordeno sentándose frente al tocador

—Pero... no la ayudaré a desenredar su cabello

—Gracias Meredith, yo lo haré sola. Así que ta puedes retirarte a dormir

—Si, su majestad —hizo una inclinación para luego salir de aquella habitación

Anastasia estuvo un momento frente al espejo mirando su reflejo. ¿Sería lo correcto? ¿Para dar ese paso estaría lista? Si bien ella fue la que acepto intentar que funcione ese matrimonio, así que era más que obvio que sería en todo lo que conlleva. Meneo la cabeza despejando de todo pensamiento antes de tomar el cepillo pasandolo por su negra cabellera, una vez que termino de desenredar, pinto sus labios de un delicado rojo. Se levantó para pararse frente de aquella puerta que conectaba con la suya

《No hay marcha atras》Pensó antes de girará aquella perilla escuchando el clic, la abrió dejando ver a su esposo sentado en un sillón frente a la chimenea que estaba encendida. Pudo ver el desconcierto en su rostro al vera hay... en su habitación

—Anastasia —pronunció su nombre al mismo tiempo que se levantaba acercándose a ella —. ¿Estas bien? ¿Ha ocurrido algo?

Ella solo negó al sentir un nudo en su garganta por los nervios

—¿Entonces por que estas aquí? —preguntó con cautela

—Esta mañana te dije que quería intentar... que este matrimonio funcione —lo miró a los ojos —. Y quiero que... sea un matrimonio... con todo... lo que implica

Sandro lentamente acortó la distancia que los separaban antes de posar sus manos en sus hombros

—¿Estas segura de dar ese paso? —la miró a los ojos —, no quiero que te sientas presionada. Yo puedo esperarte

—Lo se, se que puedes esperar —le aseguro —, pero no quiero. No quiero esperar por algo que es lo más normal en un matrimonio

Él lentamente subió una de su manos a su rostro para luego inclinar el suyo uniendo sus labios, lentamente y con sumo cuidado como si fuera a romperse entre sus brazos fue besando sus labios mientras la acercaba a él. Empezó a repartir pequeños besos en su mejilla para luego descender hasta su cuello, donde sintió su pulso acelerado

—Relájate —le susurró cuando poso sus labios en su oído para luego morder levemente su lóbulo haciendo que ella suelte un gemido —, disfruta

Y así lo hizo, despejo su mente concentrándose en sus caricias y en lo que aquellas le producían en su piel. Sintió sus manos colarse debajo de su bata para luego sentir aquel pedazo de tela caer ante sus pies dejándola completamente su desnudez a su vista. Con sumo cuidado la cargo en brazos llevándola a la cama, se desprendió de su ropa mientras ella la contemplaba. Al regresar a su lado su piel hizo una pequeña fricción arrancándole a los dos gemidos de satisfacción mientras se besaban y acariciaban su piel, la luna los alumbraba junto a la pocas velas que se encontraba en la habitación mientras se entregaban a la pasión que desbordaba cada poro se su piel. Y así sin palabras se entregaban con las ansias, y sin saberlo aquellas caricias que ambos se promocionan son bálsamo para sus heridas

[...]

En la oscuridad del palacio aquella doncella caminaba hasta una puerta de roble, mirando ambos lados abrió aquellas puertas para ver a las dos personas que la esperaban

—¿Qué nuevas nos traes? —preguntó aquella voz gruesa

—La reina... la reina... —tartamudeo

—Habla de una vez —exigió una voz más suave —¿La reina que?

—La reina, ahorita... esta en los aposentos del rey —agacho la cabeza

—¿Ya han consumado el matrimonio? —pregunto la segunda  persona parándose de la silla

—Creo que si —alzó la mirada por un momento —, la estaba terminado de asear cuando me preguntó: si el rey estaba en los aposentos de a lado, después de eso me hecho de la habitación sin permitir asistirá como todas las noches




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