10 de mayo de 1572
Adorada hija, princesa Padme.
Me encuentro sumamente triste de saber que vuestra madre y el amor de mi vida a partido para estar junto a Dios nuestro señor y creador, se que el dolor que siento en este momento es incomparable al tuyo, hija mía, pero igual que yo tu debes ser fuerte y seguir adelante.
Mi más profundo pésame.
Tal vez me taches de carecer de sensibilidad pero por sugerencia de la reina Anabel, vos y tus doncellas, al igual que vuestra institutriz viajan hasta la mansión de Cajélmeb, residencia de la reina Anabel, ahí vos seguiréis recibiendo educación bajo la supervisión de vuestra reina y conviviréis con vuestras hermanas y hermanos, hijos de Anabel.
Sin mas que decir, os deseo que su estancia no sea desdichada y si así lo es, os pido que con toda confianza me enviéis una carta para arreglar vuestra estancia.
Para mi adorada hija Padme.
De tu padre y rey, Edmundo.