26 de Septiembre de 1576
Hermosa y bondadosa reina Padme de Sibelia.
Lamento si os interrumpo su tiempo de sueño con esta carta pero tenía que hacerlo, no puedo dormir porque me atormentan las palabras que no fueron expresadas cuando caminamos en el jardín real esta tarde de otoño.
Hermosa Padme, sonreíd más a menudo por favor, os ruego, porque cuando vos reís puedo ver a los mismos ángeles y vuestra vos es tan melodiosa que podría enamorar al hombre más tirano.
Vos merecéis estar en un lugar más feliz y sin aflicciones. Vos os merecéis felicidad perpetua y yo os aseguro esa felicidad si vos me aceptáis en vuestro corazón.
¿Aún no hay cambios positivos con respecto a vuestros sentimientos? Si aún seguís sin sentir nada, no os preocupéis que no es vuestra culpa, es mía, por no saber comprender el corazón de la mujer... Pero os aseguro que no me rendiré.
Tu fiel admirador. Un hombre que te ama.
Rey Arturo de Kazcálas