Aquel grito era escalofriante, era el rugir de una bestia que recién salía de las fauces del infierno.
—Se escucha aun más fuerte. —dijo Elizabeth tapándose los oídos.
—Debe ser algún alce herido. —añadió Sam con sus sentidos alerta.
—Tu espalda…estas así por mi culpa. —exclamó Elizabeth al ver su herida.
—No es tu culpa, lamento si fui brusco contigo, pero ese árbol iba a caerte encima.
—Gracias por salvarme. —el corazón de Elizabeth latía con fuerza y de pronto, el profesor gritó sus nombres, pues los buscaba con desesperación.
—¡Hey! ¡chicos! ¿se encuentran bien?
—Si, solo algunos rasguños ¿Cómo están los demás? —preguntó Sam mirando que no estaban todos.
—Aun no encontramos a Carlos. —expuso el profesor con angustia.
—¿Qué? Ay no…Carlos. —Elizabeth comenzó a preocuparse por su amigo.
—Mandamos dos grupos a buscarlo, pero no tuvimos éxito.
—¿Jane está con él? —le preguntó Sam al profesor y este negó con la cabeza.
—Ella esta bien, cuando escuchó esos gritos, se asustó y dejó a Carlos atras.
—Hagamos otro grupo y busquemos en las orillas, ¿el guarda bosques puede venir con nosotros? Él debe conocer esta zona mejor que nosotros —sugirió Sam con sentido de urgencia.
—Si, vámonos entonces, Elizabeth, regresa con los chicos a los autobuses, que nadie se mueva de ahí.
—Si, eso haré…
¿Cómo que Carlos esta desaparecido? De ninguna manera puedo quedarme de brazos cruzados, debo buscarlo, creo que traje esa mascara conmigo.
Elizabeth buscó rápidamente en su mochila y la mascara estaba dentro y se decidió a encontrar a su amigo.
—¡Ahhhhhh! —Nuevamente aquel grito desgarrador se hacía presente resonando por todo el bosque, Carlos corría desesperado, algo aterrador lo estaba persiguiendo.
—¡Esa cosa me va alcanzar! ¡ya no puedo correr más! ¡auxilio! ¡ayúdenme!
—¡Ahhhh! ¡Bagda!
De repente aquel monstruo le lanzó un rayo que por poco le cuesta la vida a Carlos, este logró escapar de milagro.
—¿Qué demonios fue eso? ¡esa cosa me acaba de lanzar un rayo! esto no puede estar pasando, ya no puedo más…voy a morir.
Mientras tanto…
—¿Qué fue eso? —preguntó el profesor deteniéndose para poder reconocer el sonido.
—Son esos ruidos de nuevo. —exclamó Sam con un mal presentimiento.
—La piel se me puso de gallina… —dijo Andreu agarrándose los brazos.
En la espesura del bosque, Elizabeth corría entre los árboles a toda velocidad, nunca antes había sido tan rápida.
—¡Siento como si estuviera volando!
—¡Ahhhh! —el grito nuevamente sacudió el bosque y Elizabeth comprendió que no se trataba de un alce.
A lo lejos, Elizabeth pudo ver a Carlos huyendo de algo enorme que no parecía humano, era similar a un gorila gigante, algo así como pie grande, rodeado de electricidad.
—Dios mío…¿Qué es eso?
La bestia le lanzó otro rayo a Carlos para atravesarlo y Elizabeth reaccionó inmediatamente interponiéndose en su camino, pudo igualar la velocidad de su ataque y terminó parada frente a la bestia recibiendo aquel electrizante ataque.
—No puede ser….es ella… —tartamudeó Carlos al ver que la reina cuervo lo estaba protegiendo.
—¿Estás bien? —le preguntó Elizabeth adolorida.
—Eh…s..si..
—No se quien rayos eres, pero no esta bien que ataques a las personas con esto, es muy doloroso. —le dijo Elizabeth a la bestia y la criatura gritó con todas sus fuerzas y se abalanzó contra ella.
—¡Cuidado es muy fuerte!
—Ya me di cuenta…ay… —la bestia abrazó a Elizabeth y comenzó a estrujarla para después descargar una oleada de choques eléctricos sobre ella.
—¡Maldito! ¡déjala en paz! —gritó Carlos sintiéndose impotente.
—¡Ahhhh! ¡Bagda!
El monstruo agarró a Elizabeth de la cabeza y la azotó contra unos arboles atravesándolos con su cuerpo.
—Demonios…si que eres fuerte, espe… —la bestia no la dejaba ni respirar y comenzó a golpearla con rudeza.
—¡Ahhhh!
—No…esa cosa la matará… —Carlos se angustió al ver la paliza que esa chica estaba recibiendo, sabía que debía irse, pero sentía pena dejarla sola con esa cosa y añadió. —seguro que ya lo hizo.
—No…no deberías golpear a una chica... ¡y menos si es fuerte! —Elizabeth lo lanzó de una patada.
—¡Ahhh!
—No dejaré que llegues a los autobuses, tendremos que arreglar las cosas aquí.
La criatura rugió como una bestia enloquecida y Elizabeth vio que su mirada era humana, aunque su físico estuviera tan deformado, tenía la ropa rasgada y se veía muy desesperado.
—¡Bagdaaaaaaaa! —el monstruo le lanzó un ataque eléctrico a Elizabeth y ella trataba de esquivarlos todos.
—¿Por qué siempre me pasa esto a mí?
Entre aquella pela y mientras más cerca se encontraba Elizabeth de su oponente, ella seguía notando rasgos humanos en él, su mirada se veía llena de confusión y tristeza.
—¿Es posible que alguna vez esa cosa haya sido humana? —se preguntó Elizabeth confundida.
Aquella bestia se llenó de ira y arrojó a Elizabeth nuevamente lejos de él y fue contra Carlos como un gorila salvaje.
—Maldición…mi tobillo…creo que em lo rompí, no puedo correr, este es mi fin….no quería morir así.
Sam, Andreu, el profesor y dos oficiales más, veían sorprendidos aquella escena, Elizabeth arrancó el tronco de un árbol y se lo lanzó con fuerza al monstruo evitando que atacara a Carlos y este se desmayó del miedo.
—Esto si que no me lo esperaba. — balbuceó Andreu al ver a la heroína en acción.
—Es ella…la reina cuervo negro. —pronunció Sam admirado.
—Ese chico tiene mucha suerte. —dijo el guarda espalda y rápidamente fueron ayudarlo.
—¿No debería ayudarla? —le preguntó el profesor y el guarda bosques dijo que solo le estorbaría a la reina cuervo.