La reina cuervo (libro 1)

A sangre fría.

 

No podía rendiré, no después de ver la fe que tenían mis amigos, el mundo al igual que ellos necesitan un héroe al cual aferrarse, en quien refugiarse y yo quiero ser quien los proteja.

Después de hablar y terminar el helado, Elizabeth y sus amigos decidieron retirarse y cuando salieron de la heladería, una ambulancia pasó frente a ellos muy rápido.

—¿Qué habrá pasado? —preguntó Elizabeth al escuchar todo el alboroto.

—Se detuvo en la siguiente calle, parece que hubo un accidente. —dijo Aris y todos se dirigieron hacia allá.

—¿Qué fue lo que sucedió? —le preguntó el señor Ming a uno de los para médicos que se encontraba en el lugar.

—Fue un asesinato, no pudimos hacer nada por el señor, un hombre le quitó la vida a sangre fría y solo por veinte dólares… —dijo el paramédico con gran tristeza.

—No puede ser…

—¡Muévete! Espero que esos veinte dólares hayan valido la pena por todo lo que te espera como pago por tus crímenes, pasarás un buen rato en prisión. —le dijo uno d ellos policías que lo estaban arrestando.

—¡quítenme las manos de encima! Eso le pasa al anciano por haberse resistido, él tubo la culpa, ni crean que voy a permanecer en prisión por algo como esto, saldré de nuevo como lo hice las otras veces jaja. —manifestó el asesino sin remordimiento alguno.

—¡Cierra la boca!

—¿Qué le pasa a ese infeliz? —preguntó Aris al ver su cinismo.

—Jajaja, ya se los dije, escuchen bien todos, voy a ser libre pronto, la calle le pertenece a los villanos jajaja y nadie va a detenernos.

—Ese maldito…

—Tranquilo Aris, no vale la pena. —exclamó el señor Ming agarrando a Aris del hombro.

—Es un psicópata, no deja de reírse. —declaró Jaime asqueado por su actitud.

—El siguiente será usted oficial y ese paramédico de allá jajaja.

—Si sigues hablando te meterás en más problemas, cállate de una vez.

El asesino desvió la mirada hacia donde estaban Elizabeth y sus amigos y la miró de arriba a bajo sacando la lengua con obscenidad.

—¿Cómo puede pavonearse como si sus acciones no tuvieran consecuencias? Sus ojos están llenos de maldad, no tiene vergüenza alguna…

Elizabeth sintió un repelo que la invadió por completo, detestaba que aquellos con poder abusarán de los más débiles y se burlaran del daño que causaban.

—Maldito… —Elizabeth quería golpearlo, pero el señor Ming la detuvo en seco.

—No caigas en su juego, no pueden saber que tu eres la reina cuervo.

—Pero…

—¡Ya fue suficiente! —el oficial terminó dándole un choque eléctrico que lo dejo aturdido y solo así pudieron subirlo a la unidad.

—Los delincuentes creen que pueden salirse con la suya, son unos malditos animales. —dijo Aris con malestar.

—¡Eso se a cabo! —Elizabeth se sintió llena de frustración y de impotencia y se fue corriendo de ahí.

—¡Elizabeth! —gritó Aris al verla alejarse.

—Ve con ella, te necesita. —le dijo el señor Ming y Aris se fue tras ella.

—Estoy cansada de esto…cansada de ver que ellos se salen con la suya, que arrebaten la vida de los inocentes y lastimen de esa manera tan atroz y aun así tengan el descaro de sonreír como si nada, si el señor Ming no me hubiese detenido, lo habría golpeado y ojalá se hubiera muerto…

Elizabeth seguía corriendo y Aris la había perdido de vista.

—¿En donde se metió? Nunca la había visto así, debe estar muy molesta, espero que no haga una locura. —pensó Aris mientras la buscaba incansablemente.

—¿Elizabeth estará bien’ —le preguntó Jaime al señor Ming con preocupación.

—Lo estará, ella empieza a tener hambre de justicia.

—Si no la hubiese detenido, ese hombre habría muerto, aveces es muy impulsiva.

—Por la frustración salió corriendo, en realidad no piensa lastimar a nadie.

—No la culpo, yo también quería romperle la cara a ese maldito.

—Vámonos, tenemos algo que hacer.

El señor Ming y Jaime partieron y mientras el dilema se apoderaba del ambiente, el mundo seguía girando en alguna cantina de Nueva York

—Oye, te estoy hablando ¿me escuchas? Ya llevas como tres días metido en este lugar, estas que te ahogas de borracho. —le dijo el cantinero a un joven de cabellos dorados.

—Cállate y tráeme otra botella. —le respondió a duras penas.

—Deberías irte a tu casa, no es normal que un humano beba tanto alcohol ¡bebes como un loco a quien no le importa su hígado!

—Eso a ti que te importa, el mío se regenera….

—¿Qué? Ojalá sea verdad, por que te espera una buena cirrosis hepática.

De pronto, unos motociclistas se pararon de su mesa a correr al joven del establecimiento.

—Oye niño bonito, ya estamos artos de que te acabes todo el alcohol, deberías largarte a otro lado.

—¿Te mueres de sueño no es verdad? Mejor vete a dormir, este lugar es para verdaderos hombres jajaja.

Ansel se levantó como pudo y los miró fijamente y les dijo:

—¿Entonces ustedes que hacen aquí par de maricas?

—¿Cómo nos llamaste? —le preguntó uno de los motociclistas agarrándolo de la chaqueta.

—Les dije Maricas, imbécil.

—Cavaste tu propia tumba infeliz.

Los pandilleros agarraron a Ansel de la chaqueta para golpearlo y uno de ellos le dio un puñetazo.

—¡Ay! ¡mi mano! ¡se me rompió! —exclamó el hombre entre lágrimas de dolor.

—¿Qué le hiciste a mi amigo? ¡esto no se va a quedar así!

El motociclista agarra a Ansel del cabello y él le da un cabezazo rompiéndole la nariz.

—¿Eres de piedra o qué demonios?

De pronto, todos en el bar se pusieron de pie y una gran pelea comenzó, todos contra todos.

—¡No! Mira todo este desastre ¿Quién pagará por todo? —exclamó el cantinero devastado.

—Naaa, tu alcohol no es tan bueno, ya me voy de aquí. —declaró Ansel mientras se iba de ahí.



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En el texto hay: romance, accion, heroes vs anti heroes

Editado: 02.08.2024

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