A la mañana siguiente Piero se levantó muy temprano, no podía ni vestirse en paz… no sólo porque ese día sería su prueba de fuego… sino también porque no pudo dormir en toda la noche, la imagen de esa mujer extremadamente bella y sexy lo seguía por todos lados, ¿Cómo era posible que lo afectara de esa manera con sólo verla una vez? ¿Cómo era posible que pensara demasiado en alguien que ni siquiera lo trató bien? ¡Debe estar loco! ¿O todo esa inquietud por ella será porque le gusta?
Buenos días – Saludó Piero entrando en la oficina de Alexandra De Fara… tan exquisitamente decorada como su dueña, ¡Esa mujer sabía lo que hacía! –
¡Debo admitir que al menos eres puntual! Yo no soporto las llegadas tarde – Le contestó así los buenos días de Piero… así era ella –
Gracias…
¡No era un cumplido! – Dijo secamente mirándolo esta vez a los ojos… Piero sintió un golpe en el pecho al encontrarse con ese rostro tan hermoso que lo miraba –
Yo pensé que…
¡Escucha Piero Barone! Aquí estás para trabajar no para recibir cumplidos, debes hacer todo lo que yo te pida si fallas en algo te largas… no hay segundas oportunidades… ¡Quedó claro! – Dijo levantándose y dejando ver su escultural cuerpo a través de un delicado vestido de encaje –
¡Sí…! señorita…
¡Me llamarás jefa! Es más que suficiente, mis asistentes nunca duran más de una semana como para permitirles más confianzas… ahora, tu mejor amigo será esta libreta y lápiz… ahí anotarás todo lo que te ordene, en esta otra agenda llevarás todas mis actividades, reuniones y fiestas etc, etc… si falto a alguna de mis obligaciones, también te despido ¿Fui clara? – Piero estaba nervioso… no sólo por las amenazas que recibía sino también porque Alexandra estaba cercándose a él –
¡Muy clara jefa!...
¡Bien! En ese caso este día estaremos muy ocupados… vendrán a ver la nueva colección todas los representantes de las tiendas de ropa interesados en adquirirla, necesito estar en esa reunión a las 2:00 pm en punto en la sala de reuniones de la empresa… deberás ofrecer café, refrescos y bocadillos, además tendrás listo el equipo tecnológico para la presentación… ¿Por qué no estás apuntando? – Hizo una pausa Alexandra muy enojada viendo como Piero se quedaba como tonto frente a ella –
Oh… eh… disculpe…
¡Escucha bien Barone! Sólo estoy esperando que cometas un error para correrte… parece que tú serás el que más pronto se irá – Sonrió cínicamente Alexandra regresando a sentarse, era despiadada –
Yo me esforzaré mucho…
¡Así dicen todos! Ahora vete, tengo que trabajar… ah, y no olvides traerme mi almuerzo a las 12:00 pm y espero un café bien cargado en 10 minutos, no desayuné –Le dijo volviendo a su laptop a escribir –
Piero estaba realmente desconcertado, mientras él casi no podía respirar en su presencia… ella no daba muestras de sentir absolutamente nada, ¿Será verdad que su corazón está congelado? Ella es todo un misterio y le fascinaba su frialdad… sentía algo con esa mujer tan cruel.
¡Qué difícil y despiadada! Pero no puedo negar que me gusta… ¡No puedo creer que esa mujer me guste! ¡Como me encanta! - Exclamaba Piero completamente martirizado… ella lo veía como trapo viejo y él… ¡Como una reina! Sin duda tiene un apodo excelente y atinado pensaba para sus adentros mientras se dirigía a conocer su lugar de trabajo –
¡Hola! ¿Y tú quién eres? – Escuchó que le preguntaron por detrás, se dio la vuelta y vio a una mujer perfectamente arreglada a más no poder… ¿Cómo les dicen a esas…? ¡Ah sí! una mujer plástica de los pies a la cabeza –
¡Buenos días! Soy Piero Barone, el asistente de la señorita Alexandra De Fara…
¿Tú eres su nueva víctima? ¡Pobrecito! Ella es un monstruo… si te trata mal puedes decirme y yo podría ayudarte – Le decía mientras jugaba con su corbata y acercándose a él demasiado atrevida, ¿Qué se podía esperar de una mujer así? ¡Se notaba a leguas que ella sí era devoradora de hombres! Y para la mala suerte de Piero, él parecía ser su nueva caza –
Hem… gracias pero no es necesario, mi jefa…