Las palabras de Maribel ofendían a Alexandra, ella nunca ha sido un buen ejemplo a seguir, todos la critican y le han advertido que tenga cuidado, que esa mujer no es de fiar, pero confía en que algo bueno de su mamá esté muy dentro de ella, ¡Eso esperaba!
¡Él es mi asistente! – Contestó seriamente bajando la vista de nuevo a su trabajo –
¡Eso lo sé! yo digo cuando lo despidas en unos días… ¡Quiero tenerlo en mi casa!...
¡Maribel por favor! Tú nunca cambiarás – La regañó Alexandra harta de escucharla hablar indecencias en su presencia –
¡Vamos Alexandra! Tú nunca te habías puesto así, muchas veces te he pedido tus asistentes guapos, pero nunca uno tan guapo y delicioso como Piero… ¡Quiero comérmelo a besos!...
¡Maribel yo nunca te he “dado” ninguno de mis asistentes y ahora tampoco! Ahora déjame trabajar…
Bueno, tú no me los has dado pero ellos me han hecho caso…
¿Cómo no te van hacer caso? ¡Los seduces a más no poder! Debes cambiar tu actitud…
¡El hecho de que tú estés amargada y no quieras a nadie no te da el derecho de amargarme a mí y evitar que quiera a cuántos hombres se me dé la gana! – Le gritó Maribel saliendo de la oficina muy ofendida… mejor ella haciendo escenas y no Alexandra -
¡No sé qué hacer contigo! – Suspiró Alexandra tratando de concentrarse, Maribel se había convertido en números rojos para la empresa por los excesivos gastos, pero sobre todo… se había convertido en una carga muy pesada para su moral y tranquilidad –
A la hora del almuerzo Piero cumplió con lo que Alexandra le había pedido, le llevaba su comida favorita, cosa que la sorprenderá.
¡Buenas tardes jefa! Hora de su almuerzo…
¡No tengo hambre! – Dijo sin mirarlo si quiera continuando con su trabajo –
Pero debe comer… es su comida favorita…
¿Disculpa? – Dijo Alexandra levantando su rostro hacia él que sostenía una bandeja en sus manos –
¡Sí! son camarones en salsa…
¿Cómo sabes que esa es mi comida favorita? – Le preguntó algo… contrariada –
¡Lo averigüé! Me hice amigos de las señoras de la cocina de la empresa… ellas ya me adoran, me dieron carne extra en mi propio almuerzo – Bromeó Piero riéndose, Alexandra sólo desvió su vista hacia un lado, ¡Eso era nuevo para ella! –
¡Nunca nadie había…! Nadie se había tomado la molestia de… ¡Aún así no comeré! Tengo mucho trabajo… ¡Oye! ¿Qué rayos haces? – Exclamó Alexandra cuando Piero le quitó todos los papeles que tenía en el escritorio y le puso la bandeja de comida enfrente –
¡Debe alimentarse! Dieta no necesita ya que tiene un cuerpo espectacular… con todo respeto, y como trabaja demasiado debe renovar sus fuerzas, coma… en media hora ha terminado y podrá continuar con su trabajo con más ánimo - Alexandra se quedó “congelada” ¡la reina de hielo se quedó congelada! ¿Pueden creerlo? tragó saliva y no se atrevió a ver a Piero en ningún momento, ¿Cómo se puede preocupar tanto por ella? Apenas la conoce y no ha sido muy amable que digamos con él como para que le tenga algún tipo de simpatía, pero aún así la cuida como si ella fuera alguien importante para él… ¡Alexandra estaba confundida! Eso era suficiente para despedirlo pero… –
¡Entonces vete! Déjame comer – Dijo secamente sin mirarlo, Piero sonrió satisfecho de haber ganado y de que ella no lo haya corrido, al menos se iba a alimentar que era lo importante –
¡Buen provecho jefa! – Dijo saliendo de la oficina y dejando a Alexandra con extrañas pero agradables sensaciones –
¿Comerá? – Preguntó una secretaria por ahí al verlo salir –
¡Sí! – Contestó Piero con una sonrisa –
¿Pero cómo hiciste? Ella no iba a comer porque tenía mucho trabajo así dijo… ¿Y no te corrió?...
¡No! Ella tiene hambre es todo…
¡Pues déjame decirte que tú has sido el primero que lo ha logrado! Otros a esta hora estaban saliendo por esa puerta…
¡Debe ser porque no le llevaron su comida favorita! – Dijo Piero en son de broma pero… ¡Esa era la verdadera razón por la que Alexandra aceptó comer y no despedir a Piero! –