A Alexandra se le cortó la respiración, sentía que las piernas le temblaban… Piero Barone le provocaba una profunda ternura, quería abrazarlo… decirle que él era el hombre que siempre había buscado y el cuál ni siquiera esperaba por culpa de su mala experiencia, pero ahora… ya no estaba tan segura… de seguir evitando el amor.
No… no quiero otro, y por favor no insistas yo no voy contigo ni a la esquina… - Dijo al fin Alexandra tragando saliva y tratando de distraerse con cualquier cosa que no fueran esos hermosos ojos y esa sonrisa que la dejaban sin aliento –
¿Por qué? ¡Sé que es Maribel pero debo decirle que no debe preocuparse! Yo sé cómo detenerla…
¡No es por ella…!
¡Sí es por ella! Siempre ha sido por ella que ha sufrido pero ya no más… ¡Ya no más! Ahora yo estoy aquí y quiero cuidarte, consentirte, darte todo este amor que me quema por dentro y sólo tú puedes mitigar con tus besos y tus caricias, con tu sonrisa… tu respiración cerca de mí… ¡Déjame amarte Alexandra De Fara! – Le decía Piero casi como declamando un poema acercándose a ella y queriendo acariciarla pero Alexandra se resistió… ¡ni idea como podía resistirse! –
No me toques, no me hables así, no me mires así… - Exclamaba Alexandra indicándole con sus manos a Piero para que se detuviera y no siguiera acercándosele –
¿Por qué? ¿Acaso ya te estoy convenciendo? – Dijo volviendo a atacar con miradas seductoras, de repente Alexandra esbozó una pequeña sonrisa y acarició con su mano la mejilla de Piero, él sintió que su corazón se aceleró de una manera que daba miedo… casi se le detiene sin previo aviso, ella miraba sus labios y Piero preparó los suyos para recibir el beso que ella iba a darle cuando…
¿Desde cuándo me llamas de “tú” qué confianzas son esas? ¡Yo no te he permitido hablarme así! – Le dijo toda enojada dándole un golpe con su cabeza en la frente… bien de esos que te enseñan en defensa personal –
¡Ausch! ¿También sabe artes marciales o qué? Eso dolió…
¡Y dolerá más si sigues propasándote conmigo! Te tengo fichado Piero Barone… da gracias que sigues vivo por besarme… he asesinado a otros por menos…
¿Me mataría? – Preguntó todo asustado tocándose la frente para tratar de aliviar el dolor del golpe –
¡Sólo no me provoques Barone! – Le dijo sentenciándolo con la mirada y saliendo rápidamente –
¡Se equivoca “jefa”! seguiré provocándola mucho más… se lo aseguro… - Sonrió Piero continuando en su sanación del golpe… ¡Alexandra era fuerte! –
¿Qué me pasa? ¿Por qué se me alborotan todas las hormonas con sólo verlo y escuchar todas sus cursilerías? ¡Cómo me gustó oírlo decir que me cocinaría! Me gustaría probar su comida… y mucho más – Exclamaba Alexandra entrando en su auto y cubriendo su rostro suspiraba atontada, Piero Barone estaba ganando demasiada importancia en su vida, en sus sentimientos… ¡no quería volver a entregarle todo a un hombre para que volvieran a lastimarla! Pero quería darle una oportunidad… ¡Deseaba darle una oportunidad! En ese debate en su mente vio salir a Piero al estacionamiento y de inmediato se le vinieron las palabras del señor Rey –
“¡No dejes que Maribel continúe arruinando tu vida! Date la oportunidad de volver a amar”
Alexandra mordió sus labios… vacilaba en su decisión, quería arrancar el auto y huir a su casa como siempre hacía, pero su corazón que latía velozmente le gritaba que saliera del auto y abrazara a ese hombre y jamás lo soltara… ¡Tenía miedo de hacerlo! Pero también quería hacerlo.
Que metida de pata… seguro Alexandra me acortará el sueldo… ¿Y si me despide para evitar enfrentamientos con Maribel? Si lo hace yo no me voy, me tendrá que sacar con unos diez policías si quiere que me vaya de su lado…
¿Piero Barone? – Escuchó de repente que lo llamaban a sus espaldas, estaba abriendo la puerta de su auto cuando se quedó helado ante esa voz que conocía muy bien, se dio la vuelta y ¡Ahí estaba! –
¿Alexandra...? digo, disculpe… ¿Jefa? ¿Creí que ya se había ido? – Preguntaba Piero todo nervioso –
Quiero hacerte una pregunta – Dijo ella muy seria, daba miedo, seguro lo iba a despedir, ¡Segurísimo! –