Ariana estudiaba a Austin con expresión incrédula, como si estuviera loco. —No puedes estar hablando en serio.
—Por supuesto que hablo en serio.
—¿Has perdido completamente el juicio? ¿Cómo puedes siquiera considerar la idea?
—¿Y por qué no? Eres una mujer hermosa, inteligente, y con varias cualidades que he encontrado muy interesantes…
—Basta, Austin —le interrumpió antes de que el rubor de su rostro pudiera hacerse mucho más evidente. —No necesitas venderme nada.
—Y no trato de venderte nada. Solo de que entiendas de que en esta situación lo mejor es ser prácticos.
—Un matrimonio de conveniencia no tiene nada práctico.
—¿Quién habló de un matrimonio de conveniencia?
—¿Qué? —Ariana se quedó completamente sin palabras, sin aire, en completo estado de shock, sorprendida por la inesperada propuesta de un matrimonio real.
En ese instante el camarero llegó con sus órdenes. Definitivamente había sido mala idea no pedir un café. Necesitaba un café con urgencia.
—¡Es broma! —soltó Austin finalmente una vez estuvieron nuevamente solos. —Cielos, nunca había visto a nadie ruborizarse de ese modo.
Ariana tuvo que hacer un esfuerzo para contener su enfado y ganas de clavarle el tenedor en la cabeza.
—De todos modos, un matrimonio de conveniencia no puede llevarnos a nada bueno. Hay más de una forma en la que pueden descubrirnos y allí si estaríamos perdidos ambos.
—Piensas demasiado —dijo Austin tomándole ambas manos. —¿Cuándo fue la última vez que actuaste impulsivamente?
Dejando escapar un largo suspiro, Ariana recordó aquel loco verano siete años atrás, cuando Elle y Meryl nacieron.
—Por tú sonrisa deduzco que pudiste recordar algo. Vamos, cuéntame de tú hazaña.
Ariana sacudió su cabeza. —Ninguna que contar. Mientras que tú, por el contrario, debes estar acostumbrado a llevarte por el momento, ¿o me equivoco?
—¡Y por mucho! Debo confesar que mis aventuras impulsadas comenzaron el día que te conocí.
—Eso es algo que no puedo creerte. ¿Cómo puedes decir eso teniendo toda una asombrosa carrera como playboy?
—Te recuerdo que mucho de eso es culpa de Max.
—Ya. ¿Y nunca pensaste en limpiar tu nombre?
—En un inicio lo intenté, pero luego dejé de hacerlo y solo fui con la corriente.
—Bueno, tienes que aceptar que no es fácil de creer que un hombre joven y atractivo como tú permanezca célibe teniendo un sin número de candidatas puestas y dispuestas.
¿Joven y atractivo? Ariana se mordió el labio, deseando no haber dicho eso. ¿En qué estaba pensando? En nada, lo más seguro.
—¿Celosa?
—Ni una pizca.
Austin dejó escapar un largo suspiro. —Al menos podrías mentir para no dañar tanto mi ego.
—No creo que tu ego pueda dañarse por mi indiferencia.
—Pues ya con este son dos strikes. Y si rechazas mi propuesta de matrimonio me enviarás directamente a la lona.
—¿En verdad crees que esta pueda ser una opción? Ya te dije que hablaría con mi papá y…
—Y así será tu carrera la que termine y no la mía—le recordó Austin. —Sí, lo escuché perfectamente. Sin embargo, ya te pusiste a pensar si solo saldrías perjudicada tú.
—No creo que papá se atreviera a…
—A eso y más. Me bastó un solo minuto con él para saber de lo puede llegar a ser capaz, y tú no eres la excepción, mi vida.
—Puede que tengas razón, pero… ¿casarnos? ¿No es eso llegar a los extremos?
Austin empezó a tensarse. —¿Tanto te insulta la idea de ser mi esposa?
—No digas eso. Estoy segura que cualquier mujer mataría por ser tu esposa.
—Si. Cualquiera, menos tú.
—No me malinterpretes. Es solo que…
—Ariana, si lo que temes es que pueda llegar a cortar tus alas pierde cuidado. Al contrario, no me preguntes el motivo de porqué que ni yo mismo lo sé muy bien, pero lo que deseo en este momento es ayudarte a extender tú vuelo. Así que, ¿podrías pensártelo?
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Editado: 20.10.2019