La reina del cementerio

Capitulo 5

Ricchi trató de liberarse del hombre.

       - ¡Pero, déjenme que les explico!

       - ¡Fuera de acá! - el padre lo levantó a Ricchi llevó a la puerta y lo tiró.

       El chico cayó al piso pero se levantó rápidamente.

       - Perdón, capas que me equivoque.

      En este momento el vio una foto en la pared, el marco de la foto estaba cruzado con una cinta negra por la esquina. Sin duda era Ela. En la foto ella sonreía tímidamente.

      Ricchi levantó la mano y señaló la foto.

      - ¡Es ella! ¡Recién la deje en la estación!

      - ¡Ándate de acá!  - dijo el padre apretando los puños.

     La madre se levantó de la mesa.

     - ¡Es mi hija! ¿Porque estas burlando de nosotros?

     - ¡Nada que ver! – Ricchi se puso pálido - Les digo que conozco a esta chica. Recién estábamos juntos en la estación de tren.

     Uno de los que estaban en la mesa, un señor flaco y delgado con pelo largo también se levantó y se acercó a Ricchi, pero de una manera más pacífica.

     - A ver, pibe. Parece que tienes cabeza lastimada.

     - Ah, eso. Fue un problema que tuve en la estación.

     - Ven, - dijo el hombre a todos, - este pibe está mal.

     Las miradas de la gente se cambiaron del odio a lastima.

     Ricchi se sentó en la mesa. Miró sorprendido a todos.

     La tormenta se aflojo un poco.

     - No entiendo nada – dijo Ricchi con la voz temblando - esto no puede ser. Yo conozco esta chica. Estaba vestida de blanco.

     - Es así como la sepultamos - respondió el padre. Y ahora voy a llamar a la policía. O mejor a la ambulancia.

     - ¿Porque no me creen?

     - Tranquilízate. Todo va a estar bien.

     Otra vez sonó la bocina del taxi.

     - ¡Esperen! - Ricchi se levantó - el taxista. Él también la vio. Ella paró el taxi.

     - Escúchame hijo - empezó el padre de la chica,

     - Ahora lo traigo al taxista - dijo Ricchi y se dirigió a la puerta.

     - ¡No lo dejen ir! - saltó el hombre de pelo largo, pero Ricchi ya estaba afuera.

     No era fácil convencer a un chofer enojado. Ricchi le dijo que le van a pagar adentro de la casa y también la espera.

     Cuando el taxista apareció en la puerta y Ricchi tras él, todos lo miraban como a un fantasma.

     - Por favor señor, - dijo Ricchi al taxista, - ¿les puede contar con quien estuve yo, cuando tome el taxi?

     Todos pararon de respirar.

     - ¿Que tiene que ver con el pago del viaje? - respondió el chofer.

     - Porque no me creen. ¿Puede decirlo de una vez?

     - Estuviste con una chica.

     - ¿Cómo estaba vestida?

     - ¿Qué se yo? Tú tienes que saber mejor.

     - Por favor, ¿puede responder?

     - Me pareció ver un vestido blanco.

     Ricchi saltó adelante y señaló la foto de Ela en la pared.

     - ¿Es ella?

     El chofer se acercó. Miro con ojos de miopía.

     - Parece que sí.

     Padre de la chica se acercó a Ricchi.

     - ¿Qué quieres insinuar? Ustedes dos se arreglaron.

     - No - dijo Ricchi - ¿por qué no me creen?

     - ¡Porque mi hija está muerta!  Y ahora llamo a la policía.

     Padre sacó el celular del bolsillo y empezó a marcar el número.

     - ¡Esperen! -  dijo Ricchi - hay otros testigos. En la cafetería donde estábamos antes de subir al taxi. La mujer del mostrador la tiene que recordar bien.

     - ¿Que más vas a inventar?

     - Les pido por favor. Denme última oportunidad. Me estoy volviendo loco.

     - Está bien - se rindió el padre.

     Cinco minutos después encontraron teléfono de cafeteria en internet. La señora de la cafetería confirmo que un pibe estuvo con una chica. La chica no comió nada. Después de mandar la foto de la chica y de Ricchi a celular de la señora se quedaron esperando mensaje.

    El celular del padre anunció llegada del mensaje.

     “Si. Son ellos”

     Era un shock para todos.

     Todos miraron a Ricchi. Algunos con temor, otros con curiosidad.

    La madre de la chica se largó a llorar. El padre sirvió un trago.

     - No entiendo nada, - dijo él con las manos temblando apoyando el vaso en la mesa.

     - Jerome, - dijo el señor de pelo largo, - sería imposible que su hija actúa después de su muerte, pero puede ser otra cosa.

     - ¿Cómo qué?

     - Puede ser que cuerpo de tu hija fue secuestrado.

     La madre estaba cerca del desmayo.

     Un silencio pesado se cayó sobre el ambiente.

     Primero tomó la posta el padre. Era un hombre muy fuerte.

     - Voy a llamar a la policía.

     - ¿Para qué? – preguntó el señor de pelo largo.

     Padre hizo una pausa.

     - Para asegurarme que cuerpo de mi hija está en el cementerio.

     - No lo hagas - suplico la madre.




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