Jerome entró atrás de Brash.
Ricchi iba tras ellos.
Antes de entrar el chico se dio vuelta y observó la calle nocturna.
Estaba vacía. Nada de gente. Poca iluminación.
Solo había una ambulancia, dos autos y un camión refrigerador.
Nada más.
Pero Ricchi sentía una sensación fea, indicios del peligro.
Finalmente entró por la puerta del hospital.
El ayudante de la doctora conocía bien el camino a la morgue.
Llegaron rápido. No se cruzaron con nadie.
Al entrar a la morgue se quedaron observando el ambiente.
Jerome estuvo acá por primera vez, miraba con interés.
Richi y Brash ya conocían este lugar.
Mesas de acero. Nichos en las paredes.
El escritorio del encargado.
Pero en vez del viejo Edson en el escritorio había un hombre de unos treinta años.
Estaba bien afeitado. Tenía pelo corto. Era musculoso. El uniforme del hospital le quedaba algo chico.
- Hola - dijo Brash sorprendido. Parece que no conocía al nuevo encargado de la morgue.
- Buenas tardes - contestó el hombre y se levantó.
Hizo una breve observación a los tres visitantes. Los miró rápido, de pies a cabeza fijándose en los detalles.
- ¿Y el viejo Edson dónde está? - preguntó Brash.
- No es su turno - contestó el hombre.
- ¿Y usted como se llama? No lo he visto antes.
- Mi nombre es Denner. Hace poco que trabajo acá.
- Está bien - dijo Brash, por más que su cara decía que no está nada bien. - necesitamos ver el cuerpo de la doctora Clemens.
- Ningún problema. ¿Tiene permiso legalizado?
- Brash lo miró a Jerome. Jerome lo miró a Denner.
- Todavía no. Ya es tarde para firmar papeles pero el asunto es urgente.
- Lamento de rechazar su petición, pero sin los papeles adecuados no se permite la revisión de un cuerpo.
"¿Quién es este tipo?" – pensó Ricchi – "¿con ese lenguaje trabaja en la morgue?"
Denner los miró a todos uno por uno y después miró a su reloj.
"Algo anda mal" – pensó Ricchi.
Parece que hay que actuar rápido y a fuerza.
- Escúcheme señor Dickens, - dijo Ricchi – me parece que hay que convencer a este señor de otra manera. ¿Usted trajo su arma?
Denner se sorprendió y se puso nervioso. Hizo un paso atrás y apoyó la mano en la cintura.
- ¡Necesitamos ver el cuerpo de la doctora! – dijo Jerome sacando la pistola.
Sin más decir se acercó a los nichos y empezó a abrirlos uno por uno.
Brash se quedó con la boca abierta.
Ricchi hizo unos pasos a la otra pared de nichos, para buscar a la doctora.
El encargado Denner de repente cambió la cara. Sonrió y pegó una mirada a su reloj.
Jerome estaba abriendo los nichos uno por uno. Los vacíos él cerraba en el instante. Los que tenían cuerpos, revisaba. Tenía cara de piedra, pero se notaba que sus nervios no son de acero.
Ricchi con la mano temblando abrió primer nicho de su lado. Por suerte estaba vacío.
En el segundo había un cuerpo tapado con la sabana. El chico levantó la tela para ver la cara del muerto. Parecía una anciana. Esto no puede ser la doctora. En el nicho siguiente había cuerpo de una mujer. Ricchi levantó la sabana y miró la cara. Los rasgos hermosos de la mujer le sacaron las dudas. Por más que el rostro estaba color azul de la descomposición de los tejidos. Era la doctora Clemens.
- La encontraste? – escuchó Ricchi una voz de hombre. Una voz tan bien conocida.
El chico se dio vuelta. En la puerta de entrada estaba Herbert.
- Bien por ti – dijo el jefe de policia sonriendo como celebrando la victoria.
Todos lo miraron sorprendidos. Todos, menos Denner. Él también estaba sonriendo.
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Editado: 27.09.2019