Cap 51
Ela no paraba de gritar. La primera prueba era bastante dura.
El humo subía al techo bailando su danza macabra.
Ricchi casi no podía ver nada, los ojos estaban tapados con lágrimas.
El trató de liberarse de los vigilantes. Les dio unas patadas.
Pero los guardias solo lo agarraron más fuerte y apretaron contra el piso.
- Mejor que no te muevas – dijo uno de ellos. – tengo ordenes de cortarte la cabeza en caso de desobediencia.
"¡Hijos de perra!" – pensó Ricchi. – "Malditos viejos, la doctora y todos los "crimson" juntos".
De repente el "avestruz" se levantó e hizo una seña a los guardias.
Ellos trajeron baldes de agua y en un par de minutos apagaron el fuego.
El humo llenó la sala. Todos empezaron a toser. No se veía nada. En un par de minutos el humo se fue por completo.
"Acá debe haber ventilación" – pensó Ricchi totalmente fuera de lugar. Y otro pensamiento no adecuado para la situación le cruzo por la cabeza – "Si alguien ahora pasaría al lado del cementerio, se caería muerto al ver una columna de humo saliendo del medio".
Pero los ojos de Ricchi estaban puestos en Ela. Como también de todos los "crimson" en la sala.
"¡Ella está viva!"
"¡Resistió al fuego!"
"Igual que Elizabeth Trenton".
Los guardias le ayudaron a Ela bajarse del poste.
Una mujer se levantó de golpe, sacó su capa y tapó a Ela.
"Claro" – se dio cuenta Ricchi – "la ropa de Ela se quemó".
La cara de la chica se veía toda negra tapada de hollín.
El pelo endurecido y levantado. Los ojos grandes del susto.
Pero Ela estaba viva.
Le acercaron una silla y la chica se sentó en el medio de la sala. Estaba agotada. Se acomodó la capa envolviéndose. Lo buscó a Ricchi con la mirada.
Los ojos de ellos se encontraron.
A Ela no le gustó la posición en que encontró a Ricchi bajo vigilancia y con espada en el cuello. Ella apretó los labios y miró a los guardias enojada. Pero Ricchi le hizo seña tranquilizándola.
El "sapo" levantó las manos llamando la atención.
Todos dejaron de hablar y lo miraron.
- Pueblo "crimson" – empezó el "sapo" su discurso. – Todos ustedes son testigos que la señorita Dickens pasó la primera prueba. Esto quiere decir que...
- ¡No tenemos tiempo para todo esto! – dijo "avestruz" – pasamos a la segunda prueba.
El "sapo" bajó la cabeza obedeciendo y tomó su lugar en la tarima de los jueces.
Se levantó Edson.
Salió en el medio de la sala.
Todos lo miraban expectantes.
- Pueblo "crimson" – empezó Edson, estirando su cuello de tortuga. – Recién vimos una demostración del pasado, que nuestra madre aguantó. Así como lo hizo la señorita Dickens.
Edson miró a Ela. Ela miró al viejo y apretó los puños.
"¿Que van a inventar ahora?"
- Si la primera prueba fue una demostración del pasado, - siguió Edson - la segunda nos va a demostrar el presente. En nuestro tiempo los enemigos ya no tratan de matarnos con el fuego, sino tienen otro método.
Al escuchar eso, Ricchi empezó a sentir nauseas del susto.
"Por favor que no sea lo que yo pienso".
Pero era justo lo que el temía tanto.
Por la orden de Edson, los guardias trajeron al medio de la sala y ubicaron justo en frente de Ela una especie de bañera de pastico bastante grande como para meter una persona adulta.
Después trajeron una docena de bidones con un líquido verde, tan familiar a Ricchi, y empezaron a llenar la bañera con cuidado para no salpicarse.
Ricchi miro al brillo del líquido en la luz de las antorchas.
"¡Dios mio! Del ácido Ela no podrá salir viva".
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Editado: 27.09.2019