Cap 54
"Tengo mucho frió".
"El hielo está en mis huesos".
"Tengo mucha sed".
"Veo el sol. Es solo una pequeña estrellita como una lamparita led".
"¡Que dejen llenar mi cabeza de plomo! ¡Ya no la puedo levantar!"
"Agua. Quiero tomar un poco de agua".
"Ela".
"¿Ela?"
"¡ELA-A-A-A-A-A!"
Ricchi abrió los ojos. Muy despacio. Milímetro a milímetro.
El "sol", la estrellita led que lo miraba del techo, le guiñó.
Ricchi sintió algo muy frió en la frente. Es una mano. Muy fría.
"¿De quién será?"
La luz se tapó con una sombra.
Ricchi vio los ojos de Ela mirándolo. Llenos de lágrimas.
- Ela – dijo Ricchi en voz baja y sonrió.
- Hola mi amor – dijo Ela y también le sonrió secando las lágrimas.
La chica se agachó y le dio un beso.
- ¿Dónde estoy? – preguntó Ricchi.
- Por ahora en el palacio. Después te llevo al hospital.
Ricchi levantó la mano. Le tocó la mejilla a Ela.
Sintió un fuerte dolor en el pecho.
- ¡Ahh!
Ela le agarró de la mano.
- No te muevas, mi amor. Todavía el calmante no te hizo el efecto.
Ricchi bajó la mirada. Vio una venda en su pecho con una mancha roja en el medio.
De repente Ricchi se acordó de todo lo que pasó.
- ¡Ela! ¿Cómo estás tú? ¿Qué pasó con todo? ¿Qué te hicieron?
Ela le acarició la cabeza con su mano helada.
- No te preocupes, mi amor. Todo salió bien. Las pruebas terminaron.
- ¿Terminaron? ¿Pero de que se trataba la tercera prueba después que este bastardo me sacó de encima?
Ela sonrío tristemente.
- ¿No entendiste, mi amor? Tú eras la tercera prueba. Ellos quisieron matarte para destruirme a mí.
- Ahora entiendo. Menos mal que sobreviví.
Ela lo miró con tristeza en los ojos.
- No pudiste sobrevivir. Nadie puede quedarse vivo con un cuchillo en el pecho. Tu moriste, mi amor.
Un pensamiento escalofriante le golpeó la cabeza al chico.
"¡Dios! ¡Por favor no!"
- Ela. ¿Por qué ahora me siento vivo? ¿Me pusiste el elixir? ¿Ahora soy un "crimson"?
Ela sonrió. Le dio un beso.
- Ricchi. La vida de los "crimson" es muy sacrificada y peligrosa. Nunca te desearía algo así. Solo llamé a tu alma. La clamé volverse. Y ahora estas acá conmigo.
- ¿Hiciste algo que no salió con tu padre?
Ela miró abajo acordando de su padre. Suspiró.
- Sí, mi amor. Ésta vez pude hacerlo. Tu alma me escuchó y se volvió.
Recién ahora Ricchi vio un brillo en los hombros de Ela. Y también en las manos. Ela tenía puesto el vestido de reina decorado con telas doradas y plateadas.
- ¿Ya eres una reina? – dijo Ricchi asombrado.
Ela quiso contestar pero en el fondo de habitación se abrió una puerta.
- Señorita Dickens, perdón, Su Majestad, la esperan para la coronación - se escuchó la voz de un chico.
- En un rato voy – contestó Ela y miró a Ricchi.
La chica suspiró.
- Me espera mi reino. Ahora me van a poner la corona – dijo ella en voz baja.
Ricchi no quería soltar la mano de Ela. Se notaba que ella está nerviosa a cargar una tremenda responsabilidad. De la vida de los muertos.
- No te caigas, - dijo Ricchi. – En todo momento estaré contigo.
- Yo sé, mi amor.
Ela lo abrazó con cuidado y le dio un beso.
- Ela. ¿Y el elixir? – de repente se acordó Ricchi.
De repente pensó que Ela y todos los "crimson" corren riesgo. En unas horas pueden morir.
Ela sonrió.
- No te preocupes Ricchi. Descubrimos un depósito pequeño que tenía la doctora. Ya fueron a buscar el elixir escondido allí. No es mucho, pero nos va a dar dos días más.
Ela se levantó.
- Trata de descansar, mi amor. Ahora envió a alguien a cuidarte.
- Te espero.
Se miraron una vez más con ojos llenos de amor.
Ela se dio vuelta y salió de la habitación.
Ricchi pensó que por última vez la vio como una chica. La próxima vez se va a encontrar con una reina. La Reina de los muertos. La Reina del cementerio.
Él no podía imaginar cómo sería su propia vida de acá en adelante. No sabía ¿qué se siente de amar a una reina? ¿Qué otras pruebas va a tener que aguantar el amor de ellos dos?
Pero en lo que estaba seguro, es que el amor que tienen ellos dos, es más fuerte que la muerte. Que ya la venció a la muerte en varias oportunidades.
Alquilen golpeó la puerta.
- Entre – dijo Ricchi.
La puerta se abrió. Entró una chica de unos trece años. Tenía un vestido de estilo antiguo y la cara pálida.
La chica se detuvo en la puerta.
- ¿En qué puedo ayudarle? – preguntó la chica.
- Por favor tráeme un poco de agua – dijo Ricchi y cerró los ojos.
De lejos se escuchó la música y un coro cantando alabanza.
Empezó una nueva etapa de la vida.
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Editado: 27.09.2019