La Reina Del Mafioso

Capitulo 17

  El ruido de la lluvia hizo que mirara hacia la ventana.

  Era domingo y era un día agradable a pesar de estar lloviendo. La brisa que se colaba por mi ventana era relajante. Fresca gracias a la lluvia. Estaba tan relajada, tan hundida en mis estudios que me olvide de los que aceres de "la casa".

  Mire mi celular que descansaba sobre la mesa junto a las fotocopias y libros de estudio de la universidad. Le había desactivado la coneccion de Internet ya que no quería leer más sobre el escándalo de anoche, el cual había volado como harina siendo tirada de una avioneta. Revise la hora en el dispositivo inteligente y descubrí que todavía era temprano.

  Anoche Enzo me acompaño hasta la puerta de mi departamento como todo un caballero y antes de iré me deseo un buen descanso. Esas palabras se movieron en mi interior discretamente. Luego no puede dormir. Que el hombre me tocara de esa forma me molesto, Obviamente, pero eso no retumbaba tanto en mis recuerdos ya que lo que más retumbaba era la pelea. La ira de aquel hombre que era mi jefe. Se que, por lo que dijo, no le agrada que a una mujer se le trate de esa forma, pero a la hora de defenderme lo hizo de una forma tan brutal, como si en verdad le importara que alguien me tocara a la fuerza, que me hiciera daño tanto física como verbalmente.

  Esa noche en el auto me sentí segura a su lado, me sentí tranquila. Podía respirar con calma, pero... no era correcto que me sintiera de esa forma con mi jefe... ¿o si?

  Me levante de la silla y fui a tomar la bolsa de cartón que descansaba sobre el sofá. El vestido y las zapatillas estaban dentro ubicados con cuidado para que no se ensucien de más. Me coloque la campare inflada sobre el buzo verde que cubría mi cuerpo hasta la mitad de mis muslos. No me gustaba mucho que mi trasero se marque por los pantalones de tela de algodón o de jean y quede su voluptuosidad quede expuesta al publico, obviamente en algunos casos eso no se podía evitar y había días que no me molesta en lo absoluto no tener una tela sobre aquella prenda ajustada. Tome un paraguas y luego la bolsa. Los bolsillos de mi abrigo pesaban por el celular y las llaves.

  A pesar de la lluvia, la cual cambia de intensidad a cada rato, la gente seguía caminando de un lado para el otro como siempre en los domingos, la masa de gente aumentaba el fin de semana y se notaba que a pesar del mal clima la gente no dejaba de hacer sus paseos de domingos o reuniones con amigos.

  Mire la pantalla del celular y seguí las indicaciones que me daba la voz del GPS de GoogleMaps. En verdad me estaba ayudando mucho ya que esta ciudad es enorme y todos los días había tiendas nuevas y tiendas que cerraban sus puertas por "x" motivo. Cambie la discrecional de mi vista y vi sobre mi cabeza. El material plástico transparente con dibujos de rosas del paraguas estaba lleno de gotas de agua ya que la intensidad de la lluvia había cambiado a una leve haciendo que chispazos de agua fría chocaran con todo. Ver el cielo a través de ese objeto me relajo y me hizo sonreír como niña, pero volví a la realidad para no chocarme con alguien o que un vehículo me llevara arrastrando por la calle por despistada.

  La campana del local sonó cuando abrí al puerta y entre con el paraguas cerrado y sin mucha agua colgando de mi muñeca. Una mujer llego a recibirme algo alterada pero amable.

  Había decidido dejar las prendas que me había dado Enzo la otra noche en un lugar que se dediquen a lavar este tipo de ropa costosa. Y en verdad el precio por lavar esas prendas era de igual de costosas que las mismas.

  Con mi billetera casi bacía de aquellos papeles verdes me retire del lugar con la esperanza de que todo salga bien.  No pensaba quedarme con esas prendas. Son lindas pero mucho para mi.

  Repase mentalmente, como siempre lo hacia, las cosas que todavía quedaron pendientes. Faltaban dos horas para el mediodía pero sentía desesperación porque este día terminara.

  Pase por un supermercado y compre víveres para toda la semana y si era posible unos días más. En la tienda había un televisor debajo de la caja registradora, en el aparato cuadrado y del año dos mil transmitía con poco color un show de chismes, el chisme del día tenia un titulo el cual me causo estrés y a la vez me sorprendió, "El reclamado magnate Enzo Cock ocasiono una pelea en una fiesta de caridad". ¿Reclamado? El titulo cambio a otro, "Ademas de ir a la fiesta con una nueva secretaria desconocida".

  Oh. Dios. Mio.

  No puede estar pasando.

  Las imágenes tomadas esa noche comenzaron a pasarse en la pantalla mientras unas mujeres hablaban del chisme recién caído del cielo. En las imágenes me encontraba yo junto con Enzo y sus guarda espaldas. Estaba embobada viendo las imagines y volví al mundo real con el llamado insistente de la cajera y mi celular. Ignore al artefacto y con movimientos rápidos y torpes pague por los víveres, coloque las bolsas en mis brazos y salí disparada como en las caricaturas pero lo único que me faltaba era aquel humo que dejaban en el lugar en el que habían estado parados.

  No me arrepiento de haber dado la cara a las cámaras pero no esperaba que se centrarán en mi, pensaba que toda la atención la iba tener Enzo y era lo que yo deseaba. Quería ser solo una persona más que fue fotografiada con un "magnate", una persona de importancia inferior, pero no, era de importancia. Pero lo que más me llamaba la atención era de que aquellas personas sabían que yo era su secretaria, mi pregunta aquí es, ¿Como carajos se enteraron? Eran medios de comunicación "especializados" en los chismes y en parte era obvio que preguntando a invitados de la fiesta ,como toda gente chismosa, iban a saber hasta cuantas botellas de alcohol fueron consumidas esa noche.



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En el texto hay: armas, romance, mafias

Editado: 06.07.2021

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