La Reina: El inicio de la leyenda

Capítulo 5

—Vamos Sharon, levántate —madre tira de la sabana que me cubre en un vago intento que abandone la comodidad de la cama.

Por la poca luz que entra en mi habitación debo de suponer que el sol ya casi se oculta. Son alrededor de las cinco de la tarde.

—No puedo, madre y menos la tentativa de simular o que intenten reparar el saco de polvo que soy. No puedo recibir a los Máximos. No lo siento y puedes regresar otro día.

Tiro y me aferro con fuerza a las mantas que me cubren sin ver directo a Elodi quien tiene una mano sobre mi brazo del que tira con suavidad con intención de enfrentarla ya que desde que he escuchado el movimiento abajo no me he vuelto a ver su rostro.

Me niego a ver en ella la orden que implica levantarme y cumplir una obligación como lo es recibir la acrisolada visita que nadie esperaba en casa. Ha sido una sorpresa que nos ha tomado por impresión.

Mi recuperación trascurre con aparente normalidad después del incidente, sin embargo, el pecho aun me pesa de dolor, el augurio que permanece y no me suelta, siendo prisionera de mis propias emociones.

Ya hace cuatro días del ataque dentro del palacio, cuatro días en los que apenas he salido de mi habitación en todo ese tiempo. Reviviendo situaciones del pasado, apenas he tenido oportunidad a pasear por los jardines como estoy acostumbrada o siquiera a tomar un pincel como momento distractor.

Pero siempre soy, siempre puedo, siempre salgo.

Temo empezar a sentir cada acto como una costumbre que transcurre con el paso del tiempo.

Hace un año, estuve de nuevo, en ese punto donde era presa de mis emociones, dejando que tiraran de mi hacia el vacío.  

Esta mañana por fin he visto los restos de magullones en mis mejillas y los tonos disparejos de los vestigios que quedan.

En los últimos días se ha movilizado la guardia para dar con los traidores y temerosos que dieron la orden a Jackson de asesinarme, porque eso fue, un intento de asesinato en mi contra.

No puedo disfrazarlo como un juego o un acto erróneo, equivoco. No puedo negar lo que es y decir que ha sido un accidente.

Se trata de un episodio que estuvo a poco de ser ultimado.  

Mi hogar ha sido una masa de vigilancia. En los últimos cuatros días, guardias patrullan el pasillo, otros permanecen fuera de mi habitación durante la noche, las entradas de la extensión han sido bloqueadas.

Una parte de mi ha perdido en esos cuatro días, al punto de ser capaz de sentir sensaciones, como si un pequeño halo de resplandor ahora ya no brilla, no con lo que ha sido suplantado, emergiendo en su lugar la sensación atemorizante y alarmante.

La expectativa me mata. Saber que alguien puede entrar en cualquier momento y acabar el cometido.

Los enemigos.

Las palabras de Jackson no han dejado de resonar cuando pienso en lo ocurrido. No puedo ralentizar mis pensamientos, las preguntas y la incertidumbre se apoderan de mi mente, a tal momento de no poder pausar el «Y si»

Y si Jackson no hubiese tenido piedad y hubiese ido directo a mi garganta.

Y si no hubiese gritado ¿la guardia se hubiera enterado?

Y si no hubiese ido ese día al palacio Real.

Sin embargo, mi padre y el Rey buscan a los implicados. Un acto planificado como ese ataque no se lleva con solo una persona en medio. La puerta estuvo bloqueada al otro lado cuando hice el intento de abrirla. Además, Jackson nunca mencionó nombres, pero la declaración de tener aliados estuvo ahí, resonando en mi oído en cada momento.

No he tenido noticias sobre el caso de Jackson. Mis padres han pedido y mantenido el asunto en discreción. Aun no ha sido revelado al círculo de Altos. Evidente en algún momento lo sabrán, no obstante, por ahora es suficiente escuchar su nombre en los murmullos lejanos de los pasillos o lidiar con el caos nervioso que conlleva la seguridad y la aversión hacia casi todo.

El máximo general Maynor también trabaja con respecto a la condena y el aislamiento en el que Jackson permanece.

Así que, puedo avanzar con ello. De manera lenta, pero tranquila dentro de lo que cabe.

Nadie a excepción de los presentes ese día sabe lo que en realidad ocurrió en ese despacho. El claro intento de asesinato hacia la hija de los Duques Fliescher, en algún momento, será un encabezado del cual se hablará en días, al igual que mensajero personal del Rey siendo condenado.

—Cuando sea la condena, ya no será posible seguir manteniendo el acto bajo las sombras, Sharon —había dicho mi padre la noche anterior.

—No pasa nada, padre —respondí, sincera—. Pero podría mantenerse oculto, así como nosotros mantenemos aquel suceso.

Padre no dijo más. Besó mi frente y salió de mi habitación.

Siempre surge la incertidumbre, saber cuántas cosas más han sido resguardadas del exterior, secretos que murieron y fueron enterrados en los cimientos de ese palacio.

—Vamos, hija. Ten un poco de voluntad, los Reyes han venido personalmente a ver como estas. Recuerda que hace dos días no fueron recibidos, sería una falta de afabilidad no hacer el intento por bajar —acaricia mi cabello—. Además… hoy te he visto mejor, tienes mejores ánimos. Sera rápido, Sharon, salir por unos minutos te hará bien —sigue insistiendo, con voz dulce y melódica, el tono que utiliza intenta convencerme. No me conmueve.

Exhalo fuerte. Elodi lleva dentro de mi habitación cerca de diez minutos con intención de hacerme levantar y bajar a recibir a Melissa y Milickan quienes se encuentran en el salón principal.

—Te he dicho que no quiero… —el sonido de mi voz queda ahogada por las almohadas en las cuales descanso la mitad de mi rostro, pero me ha escuchado perfectamente.

—No te pido que te arregles, solo ponte una bata decente —Siento un lado del colchón hundirse con su peso. La mano de Elodi acaricia mi cabello e intenta apartar las sábanas con delicadeza—. Comprendo tu situación y no estamos en posición de aparecer sorprendes o simular. Solo te pido que bajes a saludarles, por cortesía, luego puedes subir y descansar todo lo que quieras, no volveremos a molestarte. Hay vigilancia, Sharon. Le acompaña únicamente su guardia de confianza —suelto un quejido.




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