La Rosa

El comienzo del fin de la enfermedad

Después de cuatro días, mis marineros y médicos lograron recorrer las calles de toda la ciudad. Mientras los médicos regresaban al puerto para seguir intentando crear una cura, los marineros ingresaban a las casas y llevaban a los infectados al área de cuarentena para ser atendidos.

"Mi príncipe, los marineros informan que dentro de una semana la ciudad ya habrá sido registrada en su totalidad y los enfermos ya estarán en cuarentena", informó Dozon en cuanto ingresó a mi camarote.

"¿En qué condición se encuentran los nobles y plebeyos?", pregunté.

"La gran mayoría se encuentra infectada y la que no, se mantiene encerrada en sus casas", respondió.

"Esta gente puede que no haya recibido alimento hace tiempo. Abran la bodega del tercer galeón y repartan alimento entre los más necesitados", ordené.

"Así lo haré", respondió Dozon antes de retirarse.

Después de que Dozon se fuera, comencé a escribir una serie de cartas.

"Preparen un envío de alimentos y plantas medicinales suficiente como para abastecer el almacén del palacio imperial. Príncipe regente de Mirza", escribí en una de ellas.

Tras terminar de escribir la carta, coloqué el sello imperial y la dejé de lado.

"Pronto serán cinco semanas desde mi partida, cinco semanas sin verte, deseo regresar al jardín, sentir el dulce aroma de las rosas mientras contemplo el atardecer junto a ti"

Arthur

Después de terminar la carta, recogí una flor dorada la cual me entregaron los residentes de Sarabia para agradecerme por venir en su ayuda. Corté una parte del tallo, coloqué la cera encima del sobre de la carta y antes de que la cera comenzara a enfriarse, coloqué la flor para que esta se pegara al sobre.

"Guardia."

"Mi príncipe", dijo en cuanto ingresó.

"Uno de los galeones está por regresar a Mirza. Quiero que lleven estas dos cartas. La carta con el sello real debe ser entregada a los administradores. En cuanto a la otra carta, entréguenla al recluta Murat, él sabrá para quién es", ordené.

"Como ordené", respondió el guardia mientras observaba la carta sellada con una flor.

"Además, infórmele a Dozon que iremos a explorar el exterior de la ciudad", agregué antes de que el guardia se retirara.

Después de unos quince minutos, salí del camarote y en la cubierta me esperaban Dozon y mis guardias.

"Mi príncipe, el dunario nos envió caballos para que pudiéramos recorrer la ciudad", dijo mi acompañante.

"Vamos, quiero ver los campos", ordené. Marchamos hasta la entrada de la ciudad y fuera de ella se encontraban algunos campos en los que se cultivaban el mismo tipo de flor que utilicé para sellar mi carta.

"Son flores del juramento, si me permite me gustaría contarle la historia", comento el dunario en cuanto alcanzo mi grupo.

"Adelante", respondí.

"Muchos años atrás, un joven bey se encontraba profundamente enamorado de una joven esclava y ella también lo amaba. El bey hacía todo lo posible por estar con ella, pero debido a su condición de esclava ella lo rechazaba. Durante años él la persiguió y ella lo rechazó. El amor de ellos llegó a oídos del dueño de la esclava. El enojo fue tal que decidió venderla a un noble de otro reino. La noche antes de su partida, el joven bey se escabulló en la mansión para verla por última vez. Durante la despedida, el bey le entregó una flor con pétalos dorados y le prometió que la amaría por siempre. En su lecho de muerte, el bey pidió ver a su amada por última vez. Cuando menos lo esperaba, una mujer entró en su habitación. El bey no la reconoció hasta que ella colocó la flor de pétalos dorados sobre una mesa. Así, la promesa que se hicieron años atrás se pudo cumplir. Desde ese día, la flor es entregada a la persona que más amas y así prometerle tu regreso". Tras escuchar la historia, me di cuenta de la importancia de esa flor, mis guardias y Dozon se dieron cuenta de mi silencio, en cuanto observe el puerto, el galeón ya había zarpado, no me equivoqué al enviarle la flor a Elena, pero desearía haber sabido el significado.

"Regresemos al puerto", ordené después de pasar horas fuera de la ciudad.

Luego de ocho semanas, cuatro galeones provenientes de Mirza llegaron al puerto. El capitán me entregó dos cartas después de reportarse. "Mi príncipe, tengo buenas noticias. Una nueva cura fue elaborada. Los infectados comienzan a curarse. Adjunto la receta para la elaboración. También solicité el envío de algunas plantas las cuales solo crecen en el Califato", decía la primera carta la cual fue enviada por el jefe de médicos.

"Flores del juramento", comenté tras leer la lista de ingredientes.

"La mayoría de los campos consiguieron florecer a pesar de la falta de cuidado, así que no será un problema el envío", comentó el dunario, luego de que le entregara la lista de ingredientes "Las raíces de loto, romero y hierbabuena serán fáciles de conseguir."

"Denle la receta a los médicos, ellos prepararán la medicación", ordené.

"Como ordené, mi príncipe"

"Los marineros que enviamos a Sodoma, Tabes y Alenco, ¿ya enviaron un informe de situación?", pregunté.

"Hemos recibido el informe de Alenco únicamente", respondió uno de mis guardias.

"¿Cuál es el informe?"

"Los ciudadanos de Alenco recibieron con alegría a nuestros médicos. Una parte de la ciudad se encuentra libre de la infección. El bey de Alenco proporcionó todo el dinero posible para contener la infección", informó el guardia.

"Transcriban la receta y entréguenla a los médicos de Alenco", ordené.

"Como ordené, mi príncipe", dijo uno de mis guardias.

Después de despedir a los soldados y al dunario, regresé a mi camarote y abrí la segunda carta, la cual estaba decorada con un bordado dorado con el símbolo de una copa de vino con dos espigas, una de trigo y otra de centeno.

"Mi príncipe, esta flor estará junto a mi corazón, esperándolo al igual que yo. Lo esperaremos hasta su regreso, aunque tarde días, meses o años. Lo esperaremos"




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