Miriam
-Miriam estás bien? -Pregunto Violet cuando abrí los ojos. Al principio quede desorientada, la luz era tenue por lo que se me hizo fácil acostumbrarme a ella, mi padre y violet estaban parados delante de mí, sus caras tenían un atisbo de preocupación y a la vez felicidad, al parecer se habían preocupado mucho por mí.
Me levanté poco a poco en la cama que era muy diferente a la mía, los mire un poco antes de responder- Estoy bien - dije queriendo sonar normal, pero mi vos apenas salió y ese mínimo esfuerzo me había hecho doler la garganta.
-No hables - Dijo Violet mientras iba a la mesita que estaba cerca y me traía agua con una pastilla que se miraba horrenda, siempre me había costado tomar pastillas, cuando las tomaba soltaba pequeñas lágrimas, al parecer mi cuerpo y yo las odiábamos. Me entrego el vaso de agua y la pastilla y con su cara expectante me decía que me la tomara, a puro fuerza la tome.
Mi padre estaba sentado a mi lado en la cama y me acariciaba la cabeza con total cariño.-Lo siento mucho pequeña- dijo con cara triste, mi padre podría parecer ausente y tal vez no sabía mucho de nosotras, pero siempre se ha tomado el tiempo de compartir momentos agradables con nosotras y cuidarnos a su manera.
-Padre, no es tu culpa- le dije acariciando su rostro - pero que me paso- pregunte
-Tienes alergias, pequeña y al parecer es al maní.
-Vaya - dije triste, pues ese era el sabor favorito de Fátima y nosotras habíamos prometido hacer su pastel de cumpleaños de este año de ese sabor.
-Padre-dijo Violet- creo que debemos dejarla descansar un poco más, además ya es tarde, ve a dormir a tu cuarto, yo la cuidaré.
Mi padre salió a los minutos y Violet se acostó a mi lado y me contó una historia muy bella, pero esta vez no era de un príncipe, sino de una pequeña hada primaveral, al fin pude caer dormida plácidamente.
Tres horas después me levanté de golpe y tenía unas grandes ganas de ir a tomar agua, pero no había en la jarra que estaba en el cuarto, me voltee a ver a Violet para que me acompañara a pedir más, pero esta estaba profundamente dormida y no deseaba despertarla, pues por lo que había escuchado de papa ella fue la que me estuvo cuidando todo este tiempo, merecía descansar así que salí del cuarto y toque la puerta de al lado, padre había dicho que él estaba a la siguiente puerta de nosotras. La puerta se abrió, pero la persona qué salió no era mi padre, sino que Angelo, este parecía bastante somnoliento y me miraba extrañado.
- ¿Qué haces levantada, no deberías estar descansando? -Pregunto con vos suave y preocupada-Te sientes mal?
-No - respondí - estaba buscando a mi papá, pero no lo encuentro
- ¿Para qué lo buscas, ocupas algo? - dijo saliendo un poco de la habitación
-Sí, es que tengo sed y no hay agua en mi habitación-respondí
-Quieres que te dé de la mía
-Si por favor- él me dio paso para entrar y me dijo que me sentara en la silla mientras me servía agua en un vaso, luego no solo me paso el vaso de agua, sino que también un plato lleno de uvas verdes.
-Come un poco de esto también- dijo, yo comí felizmente las uvas.
- ¿Te sientes mejor?, ¿ya no te duele? - pregunto amablemente mientras me miraba fijamente.
-Si - dije mientras asentía con la cabeza y me metía una uva a la boca. Él sonrió, parecía una pintura viva, bastante hermosa a mis ojos.
-Me alegro- dijo.
Al terminarme las uvas, él me llevo de regreso al cuarto y me dijo que no volviera a salir sin mi hermana acompañándome, yo le explique por qué salí sola, pero dijo que no importaba porque era peligroso salir afuera y tocar las puertas sin saber quién podría estar en esa habitación.
-Feliz noche - dijo despidiéndose
-Feliz noche - me despedí mientras cerraba la puerta.