La Rosa Blanca

03. Un giro

La sensación de un peso en el pecho no la dejaba respirar fácilmente, Amy sentía como si se asfixiara pero sin nadie que la ahorcase ni nada que le impidiera el paso del aliento a través de la garganta... Sólo era un extraño pesar y dificultad para poder tomar y expulsar aire.

De pronto varias imágenes pasaron por su mente y casi pudo verlas de nuevo frente a ella. La oscuridad de sus párpados cerrados se convirtió en las tenebrosas caras sin ojos y horribles dientes que había visto, algo que la hizo querer gritar pero seguía con ése nudo en la garganta que ahora hacía que el pecho le doliera. Intentó articular algún sonido de auxilio pero se escuchó a sí misma haciendo un ruido como si se estuviera ahogando y quisiera respirar.., pero al caer en cuenta, eso era exactamente lo que pasaba.

La imagen de la horrible monstruosidad desapareció de su vista como si se despintara de repente, y luego fue igual como si el viento se llevara los restos de aquella cosa; en cambio, Amy hizo uso de todas sus fuerzas para poder moverse o intentar hacer algo para recuperar el aire, pero no sentía ninguna parte de su cuerpo responder ante sus peticiones.

—¡Amy!— El llamado de su nombre la exaltó. Ya que aunque se oía muy lejano el eco que provocaba era muy estridente y cercano cada vez—¡Reacciona!

Seguía sin poder ver nada, tres veces más escuchó su nombre llamarla pero sentía cómo sus fuerzas absolutas iban dejando lentamente su cuerpo.

De pronto la sensación de forcejeo ante sus intentos de respirar fueron detenidos, literalmente fue como dejar la base sólida donde estaba y comenzar a flotar. Las voces ya no se escuchaban, en la oscuridad donde se encontraba se formaban espirales verdes esmeraldas y destellos rosados... Pronto olvidó el cómo se respiraba y simplemente siguió disfrutando la experiencia de "flotar".

Fue entonces cuando algo parecido a un milagro pasó.

En medio de espirales y destellos, surgió un par de luces rojas y brillantes. No eran cegadoras, más bien a ella le parecían agradables de ver.

Sintió todo movimiento detenerse y se concentró en ésas luces. Eran tan potentemente carmesí, desprendían un brillo rojizo menos fuerte; tan concentrada por aquellas luces, involuntariamente notó algo parecido a sentirse atraída por ellas, a tal punto que distinguió la sensación como si fuera de pronto absorbida por ellas...

—¡AMY! 

De golpe, sus pulmones se llenaron de aire con tanta desesperación que su pecho y estómago dolieron. La oscuridad y las luces carmesí desaparecieron para dejar ver de nuevo la luz del día y el color azul brillante del cielo junto con unas blancas y esparcidas nubes.

Respiró rápido de nuevo recuperando el aire, tan aliviada de volver a respirar, de ver el entorno de su al rededor nuevamente y de tener otra vez la libre movilidad de su cuerpo.

Apenas apoyó sus manos sobre sus lados notando que estaba recostada en el filoso pero agradable césped cuando sintió unos brazos envolverla y acunar su espalda para tirar de ella y resguardar su cuerpo en un cálido abrazo mientras permanecía sentada, a la vez que recargaba su cabeza en -lo que pudo ver- un hombro.

—Dios mío...— Oyó que decía la persona que la abrazaba, se le notaba una voz temblorosa—¿Estás bien? Caramba, no vuelvas a asustarme así.

Después de analizar un momento, no tardó en saber de quién era ésa voz.

Era Aaron, él la estaba abrazando.

—¡No eres el único al que lo ha asustado!— Exclamaron detrás de ella, sintió que separaban al chico de ella como si lo empujaran. El rostro de Rebecca apareció con una expresión severamente preocupada—¡¿Qué diablos fue eso Amy?!

Aturdida y confusa, frunció el ceño y pasó su vista por su al rededor. Sólo se trataba de un amplio terreno lleno de frondoso césped rodeado de miles de árboles, y no muy lejos de ella, Brooke se encontraba tirada en el suelo casi desvanecida mirándola: tenía los ojos hinchados y cristalizados y la boca tapada con una mano, lucía muy cansada y tenía un muy visible moretón en su pómulo izquierdo.

Regresó la vista a Rebecca y reparó en su pregunta. ¿Cómo iba a saberlo? Ni siquiera sabía en dónde se hallaba.

Antes de responder, se aclaró la garganta causando un ardor y notó que la tenía como seca—¿Que ha sido qué?

—¡Eso!— Exclamó Rebecca haciendo ademanes desesperados con los brazos—¡Estuviste a punto de morirte!

Parpadeó varias veces sin saber qué decir, ni ella se explicaba que había ocurrido.

—No-no lo sé— Respondió mirando sus pies, confusa y con voz ronca  —. Estaba dormida.., de pronto dejé de respirar pero no sé porqué.

La mayor suspiró y bajó la mirada, fue cuando Amy se dio cuenta de los golpes y heridas rojizas que tenía en los brazos y uno que otro rasguño en el rostro... Se exaltó al ver una mancha de lo que parecía ser sangre sobre la ropa del costado derecho de ella, pero supuso que sólo era una mancha, ya que Rebecca se movía perfectamente y no se quejaba.




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