Regreso tarde en la noche a esta casa que es desconocida para mí.
No encontré a Rouge y me llené de trabajo en un santiamén. Selenia dijo que no solo fue por su magia sino también por mi talento. Con sinceridad ya no sé qué pensar, quiero llamar a la policía, pero percibo como si ella fuera a aparecer en cualquier parte y amenazarme ¿Le creo por lo que ha hecho? Puede haber muchas explicaciones lógicas para lo que sucede, sin embargo esto parece una extraña pesadilla de no acabar.
Siento miedo, no tengo a nadie y esa mujer loca lo sabe. Si la policía no me hace caso, ¿qué haré? Selenia tomará represalias y quién sabe qué quiera hacerme. Es mala, se le nota en su mirada, conozco a ese tipo de gente, lo sé.
Ojalá Rouge estuviera aquí para apoyarme, pero no me cree.
El timbre suena antes de que pueda terminar de pasar el enorme pasillo, me giro a atender y de alguna manera siento que lo llamé con los pensamientos.
—Rou... —balbuceo.
—Permiso. —Avanza sin que yo pueda darle mi aprobación.
Lo sigo mientras camina y observa el lugar.
—Disculpa —digo nervioso, entonces se detiene, me sobresalto cuando se gira rápido a mirarme—. ¿Qué? —Frunzo el ceño.
—Así que Gini, ¿cierto? —Enarca una ceja.
Trago saliva.
—Rouge, yo...
—Te vi actuando —me interrumpe—. Esa performance es inigualable.
—¿Me crees?
Se aproxima y retrocedo, apoya con fuerza su mano en la pared al costado de mi cabeza, cuando ya no me queda lugar para escapar. Su rostro se posiciona muy cerca del mío, por lo que me observa muy serio. Se me va a helar la sangre del pánico que siento ahora mismo.
—¿Quién eres en realidad? —me interroga como si fuera una clase de delincuente.
Vuelvo a fruncir el ceño.
—Ginji.
—¿Qué clase de loca afirmaría algo así? Sobre todo cuando la carrera de Ginniska se ha ido a la borda ¿Cómo podrías agarrarte de su fama de esa manera? La fama que ya perdió y no le queda ni una pizca.
—Rou, de verdad, te digo que... —Me detengo, no va a creerme, necesito otra estrategia—. Tienes razón, soy su prima, me pidió que lo remplazara mientras él desaparecía por un tiempo. —Sonrío—. Bueno, no te engañé, qué mal.
Se queda tildado, mirándome.
—Eso... —Se aleja y acomoda su corbata, nervioso—. Eso explica muchas cosas.
—Aunque sí estoy un poco loca, puede que pasen sucesos raros alrededor mío, así que no te asustes. Además necesitaré de tu ayuda, porque tengo muchos problemas, por lo tanto Ginji dijo que debías asistirme en todo lo que puedas.
—¿Ginji dijo eso? —Me mira incrédulo.
—¡Sí, por eso no te vayas ahora, estoy nervioso! —Toso adrede al darme cuenta—. Digo nerviosa.
—Mm, entiendo.
Sonrío.
—Gracias.
Es una locura, yo tampoco me creería, así que por ahora me inventaré esta historia, hasta que se me ocurra como demostrar quién soy. Esa hada madrina maligna, debería venir con instrucciones o formas de deshacer un contrato que no pedí.