Había transcurrido el mediodía, cuando Jeremy despertó luego de una noche bastante agitada y llena de pesadillas. A pesar de estar envuelto en una gruesa cobija de peluche con un tigre estampado, el cuerpo le tembló al sentir el frío del invierno penetrar en sus huesos. Miró por la ventana dando un gratificante bostezo, descubriendo que el día estaba nublado, sin indicios de que el sol fuera a salir pronto. Se levantó con dificultad, su cuerpo resentía la mala noche y falta de sueño que tuvo, además, el estrés acumulado ya era demasiado para sobrellevarlo con normalidad.
Dando zancadas lentas avanzó al baño y se miró al espejo. Bajo sus ojos verdes, notó unas ojeras profundas y pronunciadas las cuales le resultaron desagradables, atestiguaban la mala noche que había pasado. Se echó agua helada en la cara, esperando que lo ayudara a despejarse un poco, aunque la acción resultó en vano.
Al salir del baño se sorprendió, al encontrar a su hermano sentado en el sofá, viendo el noticiero en la vieja televisión. Jordán, el gran danés, fiel y protector como siempre, estaba echado en el muslo de la pierna incompleta de Jeison.
—Buenos días —murmuró Jeremy, a pesar de ya haber transcurrido la mañana.
Jaison giró la cabeza y le ofreció una sonrisa cansada.
—¿Buenos días? ¿O debería decir… buenas tardes? —Sonrió, con intención de animar un poco a su hermano— ¿Dormiste algo? Te ves terrible.
Jeremy se encogió de hombros, sin ánimos de mencionar sus pesadillas. Fugazmente recordó su último sueño: como aquella persona que tanto amó le destruyó el mundo en un abrir y cerrar de ojos.
—No muy bien. La mala cara ya es natural —respondió Jeremy, volteando con interés la mirada a la televisión —. ¿Qué dicen las noticias?
Jeison, apuntó a la pantalla con el control remoto, mientras acariciaba la cabeza de su amigo Jordán, el cual dio un bostezo soñoliento.
—Es el reporte meteorológico, Jere. Al parecer, las lluvias se extenderán por casi dos semanas más. Nos espera más de lo mismo: frío y más frío.
Ansioso, Jeremy asintió, sintiendo un escalofrío recorrerle cada milímetro de la espalda. El clima sombrío parecía estar en sintonía con su estado de ánimo.
—Genial. ¡Justo lo que necesitamos! —respondió Jeremy, sarcástico.
Se dejó caer de golpe en el sofá junto a su hermano. El perro, soñoliento, cruzó con delicadeza sobre Jeison y se echó en medio de los gemelos, luego apoyó la cabeza en el regazo de Jeremy, quien lo acarició distraídamente mientras la transmisión meteorológica cambió a una noticia de última hora.
La presentadora de noticias apareció en la pantalla, con una expresión profesional. A Jeremy le pareció una mujer engreída por el tipo de expresión en su rostro, mientras a Jeison le resultó simpática.
—¡Información de última hora! La policía encontró el cuerpo de un hombre decapitado y sin vísceras en las afueras de la ciudad. La víctima, de edad desconocida, tenía lesiones en el pecho, al parecer producidas con arma blanca. Testigos en la escena del crimen, declararon que se podía leer con claridad que la hería en el pecho formulaba la frase: “el sapo”.
Jeremy, sintió que un escalofrío profundo lo recorrió de pies a cabeza. Jeison, tensó el cuerpo, hundiendo con fuerza las uñas en el sofá.
—¿Escuchaste eso? —murmuró Jeison.
Jeremy asintió, sin apartar la vista de la pantalla.
—Sí. Eso no pinta nada bien, Jei.
Jeison soltó una risa nerviosa. Y respondió:
—Me temo que no, Jere…
Jeremy no pudo evitar que su mente empezara a trabajar a toda velocidad. El hallazgo del cuerpo y el siniestro mensaje en el pecho de la víctima, le hicieron pensar en los rumores que escuchó sobre el grupo al que planeaba buscar. La desesperación por su situación económica que enfrentaba, lo había empujado a considerar esa opción, pero ahora sentía un nudo en el estómago al pensar en lo que eso realmente significaba, no sabía que tipo de personas eran, o si podía acabar en algún lugar tirado sin vida.
—Jei, esta noche haré una visita al bar donde escuche ciertos rumores sobre un grupo prestamista, quizás averigüe algo.
— ¿Ese bar es a las afueras de la ciudad? —preguntó Jeison con preocupación.
El de pelo rizado asintió.
—Me temo que ese grupo pueda estar involucrado con la muerte del hombre decapitado.
—Pensé lo mismo, Jei, aunque no creo. ¡Espero no equivocarme!
—Por favor, Jeremy, ten cuidado.
—No te preocupes, hermano. Prometo que seré cuidadoso.
Jordán levantó la cabeza, como si percibiera la tensión en el aire, y lamió la mano izquierda de Jeremy en un gesto reconfortante. Este se inclinó y abrazó al perro, buscando un poco de consuelo en su leal amigo.
—Voy a hacer lo que tenga que hacer para sacarnos de esta, Jei. ¡Lo prometo!
Jeison asintió, aunque su semblante evidenciaba que no podría estar tranquilo. Jeremy se levantó del sofá, sintiendo sobre sus hombros el peso de su decisión más que nunca, deseó que por lo menos esta vez todo resultara positivamente.