Ojo que este capítulo es importante para la trama.
Espero que lo disfruten <3
Rose
Hace nueve años
—¿Quién es ella?— preguntó Lucas al lado mío.
—¿Qué le pasó?— pregunté al ver como salía sangre de su abdomen.
—Sácalos de aquí—. Le dijo papá a mamá.
Ella nos llevó hacia la sala y no prestó un juego de ajedrez. Pero yo no podía concentrarme en el juego. Mi mente seguía pensando en esa niña accidentada y en como su familiar la trataba. Ella lloraba, porque obviamente le dolía, pero él la mandaba a callar llamándola débil.
Pasadas dos horas escuché como papá hablaba con el señor y le explicaba que era mejor se quedara con nosotros hasta que mejorara. Este aceptó y se fue dejando a la pequeña en nuestras manos.
Al otro día mamá se sentó a hablar conmigo y con Lucas, y nos explicó que la niña había tenido un accidente y que se quedaría con nosotros un tiempo, así que yo me ofrecí a ayudar en lo que pudiera. Papá me dejó entonces llevarle la comida y a veces me dejaba cambiarle la cura.
—¿Cómo te hiciste eso?— le pregunté y ella no dudó en responder.
— Un animal salvaje me atacó y yo no pude actuar a tiempo—. Respondió como si estuviera contando la mejor historia de su vida.
— ¿Era muy grande?— volví a preguntar, más enganchada a la historia.
— Era del tamaño de una furgoneta—, habló con un tono exagerado— todo su cuerpo se hallaba cubierto de pelo y sus ojos eran de un rojo oscuro. Era como mirar al mismo diablo—. Siguió hablando mientras limpiaba una daga plateada.
—No te creo—. Dije entre asombrada y divertida.
—¿Nunca te has enfrentado a un demonio?— preguntó y yo bufé.
— Los demonios no existen—. Respondí— Ni los fantasmas, ni nada sobrenatural.
—¿Cómo puedes estar tan segura de ello?— me preguntó.
— Porque nunca he visto a ninguno. Y si no lo veo no lo creo—. La chica de cabello castaño me miró en silencio por un momento.
— Cuando me sane te llevaré a un lugar—, dijo y después añadió— pero no le puedes decir a nadie, ni siquiera a tu padre.
—¿Y eso para qué?
— Te voy a mostrar algo sobrenatural—. Concluyó.
Me quedé en silencio pensando en su sería lo correcto. Nunca había visto algo sobrenatural y la verdad no creía en esas cosas. De seguro me estaba probando.
—Acepto.
Una semana después la chica se encontraba mucho mejor. Papá la dejaba cenar con nosotros en la mesa y hasta dormir en mi habitación. Ambas compartíamos la misma cama, pero no me importaba. Ella me había contado que en su casa dormía en el sótano junto a otras criaturas. Sin embargo aquí la tratábamos como a una más de la familia.
— Bueno niños—, habló mamá cariñosamente— vamos a dormir.
Lucas, la niña y yo que estábamos sentado en la sala jugando al monopolio nos levantamos y comenzamos a caminar hacia las habitaciones que de encontraban en el segundo piso. Lucas hizo una parada en el baño, así que nosotras seguimos de largo.
— Oye, Rose—, me habló de cerca apenas nos separamos de mi hermano.
—¿Qué?— le pregunté en su mismo tono.
—¿ Te atreves a escaparte está noche?— respondió mi pregunta con una pregunta y yo la miré confundida.
—¿Por qué nos íbamos a escapar?
—Para ir a ese lugar que te voy a llevar—. Respondió con entusiasmo.
—¿Ese lugar lleno de fantasmas?— pregunté haciendo énfasis en "fantasmas".
— Sí.
— No lo sé—, contesté con dudas— si papá nos encuentra.
— No me digas que le tienes miedo a tú padre—. Dijo con burla.
—¿Tú no le temes al tuyo?— le pregunté y ella bufó.
— Ese viejo no es mi padre—, me respondió y yo fruncí el ceño— solo es como mi... Jefe.
—¿Y tus padres?— le pregunté.
— Yo no tengo padres—. Me respondió y vi en su mirada un poco de tristeza.
— Que mal...
—No sientas lástima por mí—, me cortó— hoy va a ser la mejor noche de tu vida.
Nos acostamos en la cama y fingimos dormir hasta que todos en la casa se acostaron. Estuvimos hablando entre susurros por varias horas. Alrededor de la una de la mañana salimos en puntillas de pie de la habitación, cerrando la puerta con cuidado. Bajamos las escaleras con cuidado de no hacer ruido. Debido a que estas eran de madera, a veces crujían. Toda la casa se encontraba en completo silencio. La tranquilidad se sentía en cada oscuro rincón.
Llegamos al primer piso y fuimos por la puerta trasera. Estaba cerrada, pero yo conocía el escondite, donde mamá guardaba una llave de emergencia. Fui hacia un búcaro y lo levanté para tomar la pequeña llave de hierro que no tardé en introducir en el candado de la puerta. Al abrir el frío de la noche abrazó nuestros cuerpos haciéndome estremecer y supongo que a ella también, pero eso no nos impidió seguir nuestro camino. La noche traía un nuevo escenario, muy diferente al día. El cielo oscuro adornado por estrellas nos daba una vista fascinante. En el bosque se escuchaban algunas rana, grillos, búhos y hasta murciélagos.
— Por aquí Rose—. Habló la peli castaña y yo la seguí.
Caminamos un poco, hasta llegar a lo que parecía un edificio abandonado. El mismo tenía dos pisos y toda su estructura se encontraba cuarteada. Algunas ventana estaban rotas y otras no tenía el cristal. Las plantas se habían apoderado del primer piso y parte del segundo. Nos acercamos a la puerta de la entrada y noté rasguños en ella, tal vez de algún oso. Al entrar me encontré en lo que parecía una clínica abandonada. Varios botiquines de emergencia tirados por el piso, camillas rotas y otras completas y hasta un cartón de esos en los que te enseña cómo lavarte las manos correctamente. En las paredes habían señas de lo que parecía un incendio, pero de eso no me percaté hasta que vi varios sillones carbonizados.
—¿Qué es este lugar?— le pregunté.
— Aquí era donde los científicos hacían experimentos con las criaturas—. Me respondió mientras se paseaba de un lado a otro mirando todo con interés.