Hace mucho tiempo, se decía en boca en boca la existencia de Una sirena, pero no cualquiera, no. Era Kelleñu, La sirena del Mar, que es como la conocían la mayoría de los mapuches. Ella, se decía, que tenía el poder de llorar los mares. Tal que así se creó el Butanleuvu, o en términos más conocidos; El Río Bio-Bío.
Kelleñu se lamentaba todas las noches, dejando las lágrimas caer sin aviso alguno. Los sonidos de la infeliz sirena eran escuchados por todas partes. Nadie, excepto ella misma, sabia la razón de su llanto, pero, aun así, le agradecían de crear dicho rio. Rio que era mal visto por la Sirena, ya que el mar eran sus lágrimas, lágrimas de dolor a través de los siglos.
Hace muchos siglos, cuando incluso los mapuches no eran existentes en sus tierras, Kelleñu era una Sirena hija de Dioses, quienes la sacaron de casa para que aprenda a ser una verdadera Diosa. A la par de los siglos, Kelleñu vivía bien, no le faltaba nada e incluso tenia de compañía a sus hermanas, o algunas, mejor dicho. Nare, su hermana menor, se encargaba de hacer el lugar verdoso, creando plantas por doquier. Y Destion, La mayor, estaba con ellas para protegerlas, pero, para su desgracia, no podía dejar de arruinar el trabajo de Nare las veces que pisaba sus pastos, convirtiendo todo en marchito.
Las tres hijas de dioses tenían trabajo, pero al ser jóvenes, no lo hacían bien. Y eso molesto a Aukan, su padre. Sus hijas tenían que ser perfectas, como él. Pero era una Decepción para sus ojos ver como las tres, las cuales eran sus hijas más mayores, no hacían su trabajo con empeño. Con eso, Mando a Lowar a asustarlas con un “susto de muere” recito textualmente Aukan, creyendo así que esa era la solución de todo el problema. Siendo Ignorante de que Lowar tenía otros planes.
Lowar, quien llamaban Guerra Sangrienta, fue a las tierras de las hermanas con pasos sigilosos. Malinterpreto las palabras del Guerrero Aukan, pensado que Este quería muertas a sus hijas.
Las tres estaban sentadas en las orillas del Río Bio-Bío, conversando de cosas triviales. Kelleñu, al ser una sirena, estaba en el mar que ella creo hace siglos atrás, estando delante de sus hermanas, quien estaban a espaldas del peligro.
––¡Cuidado!
El grito desgarrador de Kelleñu fue desconcertante para ambas, quienes, lastimosamente, tardaron en reaccionar.
Lowar, con su daga en mano, apuñalo por la espalda a ambas hermanas. La herida fue letal, gracias a que el puñal se clavó en el corazón. Los cuerpos inertes de Nare y Destion cayeron al césped, manchando este con rojo. Estupefacta, Kelleñu nada con lentitud hacia atrás, alejándose de la orilla.
––no… No… ¡NO! ¡¿Qué has Hecho?!
El grito de dolor de Kelluñu removió algo en La Guerra Sangrienta. No estaba listo para ver los ojos llenos de odio en su prometida. Con eso, dejo viva a Kelleñu, siendo manipulado por el Amor hacia aquella sirena. Se alejo rápidamente, pareciendo una sombra en el atardecer. Visto que Lowar se alejó, Kelleñu se acercó a la orilla con sus manos temblantes. Todo su cuerpo temblaba, poco a poco ya no estaba temblando ella, sino que toda su tierra. Los árboles, los arbustos, todo lo que allí había, empezó a temblar también. Las lágrimas caían y caían sobre el mar, que en ese tiempo era escaso, incluso solamente le llegaba a la mitad de su aleta. Poco a poco el Mar subió, llegándole hasta los hombros, inclusive el agua, ahora, llegaba a las rodillas de sus hermanas, quienes seguían tendidas en el césped.
El dolor en los siglos siguió, Kelleñu no fue capaz de estar otra vez con Lowar, rompiendo el acuerdo de los dioses donde ambos aceptaban casarse. Se alejo de su padre Aukan, quien estaba devastado ante el mal entendimiento de su yerno sobre lo que dijo.
En los momentos de más dolor, en el cual ya no podía dejar de llorar a todo pulmón, tratando de sacar la opresión de su pecho, su cuerpo temblaba si cesar en el agua. Pero las vibraciones incesantes de La sirena llegaban a la tierra, Produciendo así un temblor en todo el lugar.
Dicen, Los mapuches que un recuerdan El mito de La sirena del Mar, que aún sigue sufriendo Kelleñu por sus hermanas y la traición de su prometido, pero que, en los tiempos de ahora, sufre por los humanos. Quienes no cuidan de ella, solamente la hieren. Llora mucho, tanto como para hacer Un río, Un río que conocemos. Su cuerpo tiembla cuando no puede más, tiembla de miedo, de dolor, de todo de que le paso.
Kelleñu, La sirena del Mar, creo, con su propio dolor, El Río Bio-Bío.
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Editado: 21.10.2019