4.- Joshua

Como todas las mañanas desde hacía casi 18 años, Joshua busco torpemente su despertador que estaba sobre la mesa al lado de su cama ocultando su cara debajo de las sabanas. Luego de varios minutos en los que hizo un esfuerzo para salir de la cama recorrió bostezando su habitación llena de artefactos hasta llegar al baño que estaba en su misma pieza para poder bañarse antes de ir al escuela a comenzar un día como el anterior, y el anterior.

Tras bañarse se dirigió a su armario, se vistió y miro el despertador que marcaba las 6:20am, tenía 40 minutos para prepararse y llegar a la escuela. Bajando por las escaleras de la casa se dirigió hacia el comedor en donde la sirvienta le había preparado el desayuno y el periódico del día antes de irse, guardo sus cosas y se sentó para poder desayunar antes de que se enfrentara al mundo exterior. Miro el periódico dispuesto a enterarse de los hechos más importantes, o mejor dicho, para saber cuántas personas habían sido asesinadas el día anterior, al tomarlo leyó la fecha: "Cancún, Quintana Roo, 10 de septiembre del 2001"

Cerrando la elegante puerta de su casa se dirigió hacia el garaje justo al lado de la mansión. La puerta levadiza se abrió y tres carros se encontraban en su interior, el primero estaba cubierto por una funda pero tenía la figura de un auto deportivo, el segundo era un modesto BMW como decía su madre, y finalmente un pequeño y triste Pointer rojo que prendió sus faros cuando Joshua lo abrió manualmente. Se subió y se quedó inmóvil disfrutando los últimos momentos antes de salir, prendió él Pointer y recorrió el camino hasta la puerta automática que permitía el acceso a su morada en una de las zonas más ricas de la ciudad.

Tras 15 minutos manejando llego a un enorme campus, el guardia de la caseta en la entrada levanto la viga para que pasara, al estacionarse dio un suspiro, otra mañana de pesadilla.

Joshua llego a su salón en la segunda planta de uno de los tres edificios, se quedó parado en la puerta y tras unos segundos entro escuchando el bullicio y sentarse en una de las mesas vacías que estaban al lado de la puerta.

Cursando el último año de preparatoria que hacía poco que había empezado y preparado con un excelente promedio para entrar a cualquier universidad, Joshua era un muchacho de 17 años, su complexión era delgada comparada con la de los demás hombres en su clase, tenía el pelo rubio y los ojos azules y sin embargo aquellos atributos no le daban la suerte que uno desearía con las chicas o el respeto de la mayoría de los chicos ya que continuamente sufría burlas y faltas de respeto hacia su persona. Tal vez eso se debía a que durante los años que había estudiado en aquella preparatoria no había hablado realmente con nadie o forjado alguna amistad que valiera la pena, pues según él, todos eran unos idiotas, tanto ellos como ellas. Además, el hecho de ser el mejor alumno de la escuela y tener ciertos conocimientos tecnológicos avanzados para su edad le ponía una etiqueta en la frente que no pocos podían ignorar. La vida le era tan aburrida, cuando era niño al menos no se daba cuenta de lo aburrida que era, pero conforme pasaban los años se había aislado y forjando un carácter muy peculiar.

Cada vez que salía se fijaba en las caras de las demás personas y miraba su propia cara, la misma cara de aburrimiento en todo el mundo, que vida tan pesada.

Por otra parte, el resto del alumnado lo consideraba un apático y un excluido, pero sobre todo, raro; aunque tenía sus ventajas cuando tocaban proyectos en grupo ya fuera de algebra, física o química. La vida de Joshua era un completo misterio que incluso los escasos compañeros de escuela que lo habían conocido lo consideraban un extraño, no conocían su casa, lo único que conocían era su Pointer y a sus padres que aparecían muy raramente en la preparatoria y siempre se internaban en la dirección para luego marcharse.

Escuchando la campanada del primer receso, Joshua salió para darse un respiro, el campus de la escuela era enorme con tres edificios distintos, el más chico era la dirección y el teatro en donde se daban conferencias y demás, el grande era la escuela propiamente dicha con cuatro pisos con sus salones y pasillos blancos, en el edificio medio estaba la cafetería y un gimnasio muy bien equipado y en los alrededores un par de canchas de baloncesto y football rápido con sus respectivas gradas cerca del estacionamiento. Sentándose debajo de un árbol Joshua prendió su laptop y miro a los demás estudiantes, algunos con sus parejas, algunos con su grupo social, incluso otros "cerebritos" pasaban en grupo delante aunque a su juicio la mejor palabra para describirlos era "Nerds" y no estaba tan loco para unirse a ellos aunque tuviera el promedio más alto, otros estudiantes se dirigían a las canchas que estaban delante para jugar un partido cuando escucho una voz que le hizo apretar los dientes y cerrar los ojos al saber lo que se avecinaba.

Se trataba de Kyle, jugador estrella y capitán del equipo cuyos logros en el baloncesto solo era superados por su voluntad de irse de juerga cada día de la semana tomando las clases crudo y opacada por sus raquíticas calificaciones que apenas le permitían pasar los semestres. Físicamente era más alto, de pelo largo y café oscuro generalmente amarrado con una trenza y con una buena masa muscular que revelaba las horas que pasaba en el gimnasio del campus cuando no estaba en algún club nocturno o haciendo las tareas que raramente hacía por mano propia, ya que gracias a las maravillas de la internet en aquel nuevo milenio, estas se hacían casi solas sin necesidad de comprender lo que se había buscado. Seguramente su odiosa aparición tendría que ver con que ambos eran compañeros de clase y con alguna materia en la cual las búsquedas en el ciberespacio no funcionarían como así resulto ser.