Estaba sentada en una de las esquinas de la cama mientras veía a su amiga rubia caminar de un lado a otro, en cualquier momento la silueta de sus pasos quedaría grabada en el suelo. Desde que había despertado de aquel estado de trance, notó sus marcas en el antebrazo izquierdo, eran demasiado llamativas, ese fue el primer punto de conversación entre ellas, seguido del montón de preguntas sobre Noah, a pesar de que hayan pasado tanto tiempo separadas y ella haya crecido un poco, no la habían cambiado mucho. Sin embargo, todo era diferente ahora.
Habían pasado muchas horas ahí dentro, mirándose, llorando y riendo, se habían dicho muchas cosas y en realidad nada, para ese momento las palabras parecían sobrar, algún modo, Aria sentía que ella ya lo sabía todo.
En ese momento parecía estar procesando la poca información que la había revelado. Así que la trató como si ya lo supiera todo, o al menos una parte, fue ella sin importarle nada, no era tiempo de mantener secretos, ni decir mentiras. Solo debía ir con cuidado.
Pero aquella chica parecía a punto de sufrir un ataque, entonces se dio cuenta de que algo había cambiado en ella, no solo su cabello que estaba mucho más largo, era algo en las facciones de su rostro, en la manera que movía las manos con mayor delicadeza y definitivamente estaba en la forma como sus ojos se movían con rapidez mientras pensaba.
-Lyssa-dijo con firmeza llamando su atención y poniéndose de pie- ¿Qué ocurre?- prosiguió y no supo la razón por la que comenzó a sentirse molesta. Ella abrió los ojos y la miró- ¿Uh? ¿Qué decías?- dijo con falsa normalidad. Aria bufó-¿Que, qué decía?, acabo de contarte que estas marcas aparecieron solas y tú solo comenzaste a hablar de Noah-dijo con obviedad- Ah, si… eso. Es que eso ya lo sabía, digo, era de esperarse- dijo entre murmullos y subiendo los hombros, Aria levantó una ceja- ¿Cómo que ya lo sabías? Lyssa, mírame por favor ¿Qué estás diciendo?-dijo sujetando sus hombros y entonces la cara de su amiga se contrajo, como si sintiera dolor, luego sintió la electricidad y finalmente <<no supo cómo pero debía adaptarse a sus nuevas habilidades>>, pudo ver a través de sus recuerdos. Y lo supo.
-Así que tú también estas persiguiendo ese maldito collar- dijo separándose de ella con brusquedad. Lyssa sintió como el mundo le caía encima- No, Aria. Escúchame- susurró a sus espaldas- Te diré lo mismo que le digo a todos: no sé dónde está – veía sus manos que comenzaban a chispear- Eso también lo sé- Ella chasqueó la lengua- Claro, eres parte del oráculo. Una bruja que persigue brujas- rodó los ojos, respiraba hondo, trataba de contenerse, no quería hacerle daño a su amiga- No las persigo, custodio el tesoro de los guerreros de Mýkonos, que es diferente. De todas maneras tu familia hace algo parecido-dijo subiendo los hombros aunque no la estuviera viendo-¿De qué hablas?-dijo dándose la vuelta- De tu padre y tu hermano, de toda tu familia, son brujos, conocidos como hijos de la noche porque eran los únicos momentos en que podían salir y hacer magia, también le dicen hijos de la luna- Aria levantó una ceja- ¿Zephyr un brujo?-susurró- Cuesta creerlo, pero es cierto. Así como lo que tú eres Aria- dijo mirándola a los ojos. Ella bajó la cabeza y se mantuvo dentro de sus pensamientos durante un rato.
-¿En qué momento ha ocurrido todo esto Lyssa?- susurró con melancolía- Desde que papá no está, todo ha cambiado tanto, todo ha sido tan repentino y no puedo simplemente volver el tiempo atrás y lo que soy…- murmuró revelando sus sentimientos más profundos- Me parece que soy una criatura abominable, algo que no tiene perdón, algo tan espantoso que no merece ver la luz jamás- colocó sus manos en su rostro y por primera vez, sintió que sus lágrimas estaban secas en su rostro. Aquella rubia la observaba con atención, en silencio, su rostro estaba siendo testigo de la lluvia de emociones que se desataban en su interior, pero a pesar de eso. Se sentía feliz, feliz de que aún tenía a su amiga en esas palabras, se sentía dichosa de que ella estuviera existiendo todavía, aún incluso en su difícil realidad.
-Puede que tengas razón- dijo en voz baja, pero la había escuchado. La conocía y sabía que la única manera de sacarla de sus estados de negación, era dándole la razón y demostrándole lo contrario- Una criatura horrible… eh, es posible. Los demonios son horribles y huelen raro. También hacen cosas malas y no se arrepienten- ladeó la cabeza- Pero ¿Sabes una cosa? Tú si lo estás haciendo, todo lo que veo en tus ojos es dolor y arrepentimiento. Créeme que en mi corta experiencia, eres la primera criatura oscura que sufre por sus equivocaciones tan abiertamente- dijo teniendo ya toda su atención- Pero yo estoy aquí Ariadna, he crecido a tu lado y sé que dentro de tu corazón no existe un gramo de maldad. Yo puedo asegurarlo, te confieso que tuve tanto miedo cuando mi hermano me dijo lo que podías estar atravesando. Tuve miedo, no de ti, sino de perderte para siempre, como mi amiga, como mi hermana de otra sangre, como la persona que me conoce de pies a cabeza- dijo con fuerza y sus ojos llenos de lágrimas.
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Editado: 16.07.2018