Al cabo de un rato tocaron su puerta.
—Adelante —dijo la madre—, pase.
Cuando abrieron la puerta se dio cuenta de que eran unas señoras que tenían comida y regalos.
—Bienvenida vecina— dijo una señora.
—Muchas gracias por todo esto.
—No se preocupe, no hay nada de qué agradecer.
—Qué amable de su parte.
—Siempre es un gusto tener nuevos vecinos— dijo otra señora.
—Éste parece ser un vecindario muy agradable.
—Y lo es.
—¿Y ustedes cómo se llaman?
—Que descortés de nuestra parte no presentarnos, lo lamento.
—No se preocupe a cualquiera le puede pasar un descuido.
—Bueno eso sí.
La señora comenzó a reír junto con las demás como si fuera gracioso que se haya equivocado, pero no tardó mucho y dejaron de reír.
>>Bueno en fin, yo me llamo Laura —sonrió y señaló— ellas son mis amigas, Andrea, Lorena, Fernanda, Lorraine, Mishell, Brenda y Melissa.
—Mucho gusto.
—¿Cómo se llama?
—Perdón, se me olvidó presentarme.
—Descuide, cualquiera puede tener un descuido— dijo Lorena.
—Me llamo Sharon, un gusto.
—El gusto es nuestro— dijo Laura.
—Mami, mami, mami— dijo Megan jalando de la blusa de Sharon.
—¿Qué pasa cariño?
—¿Puedo ir a jugar con la hija de la vecina?
—Claro que sí cariño.
—Gracias mami.
Megan salió por la puerta corriendo, Sharon sonrió al ver a su hija tan emocionada, volvió su mirada a las vecinas.
—Tienes una hija muy linda— dijo Laura.
—Pues muchas gracias Laura.
—No hay de qué Sharon.
—Por cierto, creo que a tu hija le caería bien el hijo de Brenda, ¿quieres conocerlo?— Dijo Lorraine.
—Creo que quien debería conocerlo sería mi hijo.
Sharon volteó y vio que su hijo estaba muy cerca de ella.
—¿Puedo salir?
—¿Quieres conocer al hijo de Brenda cierto?
Francisco movió la cabeza diciendo que sí.
>>Pues entonces ve.
—Gracias— dijo Francisco abrazando a Sharon.
—No hay de qué cariño— dijo Sharon acariciando el cabello de su hijo Francisco.
Francisco salió corriendo y Sharon siguió hablando un buen rato con sus nuevas vecinas, todo parecía tan perfecto y tranquilo que no veía la hora de irse, después de horas sus hijos regresaron y la madre se puso a hacer de comer, comieron y se fueron a dormir.
••••
Al día siguiente la primer persona en despertarse fue la madre. Se cambió de ropa. Bajó las escaleras. Se dirigió hacia la cocina. Puso agua en una tetera. Prendió la lumbre. Buscó en la alacena un sobre para hacer té. Agarró un sobre de té de Manzanilla. Lo abrió. Agarró una taza. Puso el sobre en la taza. El agua comenzó a hervir. Cuando terminó de hervir puso un poco en la taza. Agregó dos cucharadas de azúcar. Lo revolvió. Tomó un sorbo. A los pocos segundos tocaron la puerta.
-¿Quién?- Preguntó Sharon.
-Laura y las demás chicas.
Tomó otro sorbo. Se dirigió hasta la puerta. Abrió la puerta.
>>Perdona por molestar Sharon. Como buenas vecinas venimos a darte una bienvenida agradable.
Laura tenía una canasta llena de pastelillos y un moño rojo. Las demás tenían canastas con frutas, sandwiches y más comida. Sharon puso una cara de asombro.
-Muchas gracias por esto. Creo que me va a gustar el lugar.
-¡Y espera a ver la escuela!- Dijo Brenda.
-¿Sus hijos en qué escuela van?
-Una que queda como a una hora de aquí- respondió Andrea.
-Hablaremos con la directora para que tus hijos vayan normalmente el lunes- dijo Fernanda.
-Serán los nuevos, pero de seguro harán amigos muy pronto- dijo Lorraine.
-Eso espero- dijo Sharon.
-No te preocupes. Nuestros hijos también fueron nuevos y saben lo que es. De seguro los ayudarán a acoplarse- dijo Mishell.
-Gracias por su ayuda, de verdad.
-Ni que lo menciones. Es un gusto tener nuevos vecinos- dijo Lorena.
-¿Hace cuánto que no tienen nuevos vecinos?
-Ya tiene demasiado tiempo que no recuerdo la última vez que alguien nuevo vino a vivir- respondió Melissa.
-¿Y eso a qué se debe?
-Con el tiempo te darás cuenta- respondió Laura.
Por unos segundos nadie dijo nada. Sharon sonrió.
-Bueno Sharon, toma nuestros regalos- dijo Andrea.
-Muchas gracias.
Andrea le dio una canasta con frutas y dulces. Sharon tomó la canasta. La dejó en el piso. Las demás dejaron las canastas en el suelo.
-Tenemos un poco de té y unos pastelillos. ¿Te gustaría acompañarnos?- Dijo Laura.
-Sería un gusto.
Sharon dejó las canastas en la cocina. Volvió de nuevo hacia la puerta. Cerró la puerta detrás de ella. Siguió a las demás. Pusieron una mesa en el patio y unas sillas. Sirvieron el té en las tazas. En unos platos pusieron las tazas. Cada una tenía un pastelillo u otro pan dulce. Sharon tomó un sorbo de su taza. Mordió el pastelillo de chocolate y tomó otro sorbo.
-Me alegra tener nuevos vecinos- dijo Mishell.
-También me alegra estar aquí.
-Por cierto, ¿cómo decidiste venir aquí?- Dijo Laura.
-Me llamaron diciendo que me daban la casa porque la antigua dueña extrañaba a su hija. Fue extraño que me la regalaran, pero me alegra haber aceptado. Las cosas sí que son agradables.