Las lágrimas no paraban de brotar de mis ojos. No sabía exactamente como me sentía, mi mundo se había puesto de cabeza de un día para otro, todo aquello que alguna vez creí que sería eterno, se desmoronaba poco a poco y no podía evitarlo. Tenía esa sensación de vacío que no me dejaba estar un momento en paz. Mi mente me pedía a gritos dejarlo todo con Marlon, olvidarme de él y seguir con mi vida, sin embargo mi corazón que era el más afectado me pedía que no lo dejara en el aire, necesitaba ser vengado. Tal vez estaba tomando actitudes demasiado infantiles, es decir el echó de querer vengarme me hacía sentir como una niña de cinco años que hacía berrinche solo por qué no le dan lo que piden. Sin embargo mi alma lo necesitaba para estar en paz conmigo misma.
Me levanté un poco para recargarme sobre mi codo al mismo tiempo que con ambas manos tapaba mis pechos desnudos con la sábana. Marlon continuaba dormido, solo podía escuchar su respiración pesada.
Me había entregado a el, una vez más. Debía acceder ante su petición considerando el tiempo que estuvimos distanciados. Tuve que dejarme llevar por el deseo para poder disfrutarlo, y esa sensación era demasiado amarga para mí.
Su cuerpo se removió entre las sábanas. Su mano comenzó a buscar la mía y cuando logró su propósito, la entrelazó con la mía y se la llevó a los labios para besarla.
El estaba adormilado aún.
—Te amo demasiado Mayte...
Menos mal no podía verme debido a la oscuridad de su habitación o notaría mi expresión llena de indiferencia y carente de credibilidad. Porque claro, ya no creería ninguna de sus típicas frases que hasta hace poco, me solían enloquecer. Tragué saliva sin decir nada.
El se talló los ojos y enseguida se sentó intentando encontrar mi mirada en la inmensa oscuridad.
—¿Que pasa?.
Suspiré.
—Nada, quedé un poco agotada después de lo que acaba de pasar así qué...
—Mayte...
—¿Eh?.
La cama rechino un poco cuando se paró de la cama para encender la luz, su ceño estaba fruncido.
—¿He sido brusco? -negué-, ¿te he lastimado? ¿No te ha gustado?.
—Bueno en realidad...
—¿Quedaste satisfecha?.
Mis labios se curvaron. Solo había acertado en una de sus preguntas. El me había lastimado, y no no lo decía por el sexo. Me refiero a que lastimó algo aún más delicado; mi corazón.
—Lo que me sucede no tiene nada que ver con lo que pasó hace unas horas Marlon—. Me encogí en hombros intentando buscar otra alternativa de escapé —solo no me he sentido nada bien últimamente.
Se sentó en el borde de la cama y con una de sus manos acarició mi rostro. Unió su frente a la mía y después me besó. Mis ojos permanecieron abiertos todo el tiempo. Era extraño como ahora sus besos no me transmitían nada. Había dejado de desearles de un día para otro.
—¿Es porque he estado ausente verdad?.
Ahora que lo mencionaba, aquello era cierto. Exactamente hace unos meses el comenzó a comportarse de manera distinta, pocas veces nos veíamos y si tenía un poco de suerte, nos veíamos solo los fines de semana. He de admitir que ese comportamiento me extrañó un poco. Sin embargo ahora no tenía que quebrarme la cabeza para descubrír el motivo.
¿Cuando exactamente había dejado de quererme? ¿En que falle?.
Su mirada me inspeccionaba con intriga.
—Si —le mentí. —antes solíamos vernos con frecuencia, luego solo nos veíamos los fines pero ahora, todo es distinto y dudo que pueda volver a ser como antes.
Podía ver la culpa reflejada en sus ojos. Agachó la mirada ocultando su rostro de mí, quizá para que dejara de leer sus emociones.
—Y-yo.. lo lamento Mayte.
Regresé a mi increíble actuación, verlo así solo me provocaba darle un rodillazo en la entre pierna
—Tranquilo, si nos vemos cómo mínimo tres días por semana todo estará mejor Marlon.
¡Por favor solo di que no!. Son solo dos letras, ¿Que tan difícil puede ser?.
—Vere como remediarlo Mayte... Te amo, de verdad—. Sus ojos se cristalizaron llevándome al borde de la incomodidad.
Verlo así me llenaba de emociones que hasta este punto son indescifrables. Tomé su rostro y le di un rápido beso en los labios.
—¿Quieres saber la verdad Mayte?.
Mi corazón pálpito violentamente. Mi cuerpo se tensó de inmediato ante aquellas palabras que escuchaba. ¿De verdad el iba a confesarme que me estaba engañando?. Debido a los nervios comencé a morderme las uñas mientras asentía.
—Si...
Hablé en un hilo de voz.
—Pues... recién me he reencontrado con un amigo de la infancia —a este punto ya podía sentir mi cuerpo transpirar de la nada —hemos estado saliendo recientemente, casi todos los días. Por eso nos hemos visto menos tiempo...
Un tic nervioso amenazaba con apoderarse de mi cuerpo. La verdad en serio creí que tendría el valor suficiente para decírmelo, sin embargo solo me dejó en claro que es un maldito cobarde.
—¡Vaya, menos mal solo se trata de eso! ¿No?.
Sonreí como quien comprende la situación. Lo tome por las mejillas y bese su frente para restarle importancia al asunto y cerrar este incómodo momento.
—No importa mi amor, ¿Puedes llevarme a casa?. Le prometí a Sasha y a mi abuela que estaría en casa temprano para ver alguna película.
El sonrió mientras asentía y se levantaba como un rayo de la cama. Acomodé un mechón de cabello detrás de mi oído y suspiré, todo estaba siendo más complicado de lo que creí.
....
Lunes...
Atendí la tienda de mi abuela toda la mañana como era mi costumbre todos los días. El cielo Lucía resplandeciente, sin ceña alguna de una tormenta. Sasha me acompañó hasta que mi abuela llegó a cubrir el resto de la tarde. Una de las razones por las que Sasha era mi mejor amiga es que con ella no hay tiempo para el sufrimiento. Ella me conoce bastante bien y sabe cuándo no estoy nada bien. Ella es como un periquito que se la pasa hablando todo el tiempo, suele bromear con todo, incluso en los momentos serios. Ella es quien ha logrado que yo me siga manteniendo a flote en esta caída.
Ambas nos fuimos para mi casa ya que mi abuela nos dejó a cargó de la comida y las compras. Primero compramos lo que necesitábamos y al llegar pusimos manos a la obra.