La joven Sirena llegó a la superficie, por suerte pudo llegar antes de que se ahogara...suerte y dos amigos que al ayudaron a subir. Comenzó a nadar siguiendo un grupo de luces que divisó en la lejanía, aquellas luces eran de unas casas que había justo en una playa.
Mientras nadaba, pudo ver algo extraño, veía a un humano apoyado en un trozo de madera. Aqua se acercó al humano y pudo comprobar que no se movía, pudiese que hubiese naufragado de un barco, de cualquier forma, tenía que ayudarlo, se sentía en la obligación de sacarlo del mar, y así hizo.
Pasado un rato Aqua se encontraba en la orilla de la playa, tumbada acariciando al humano, la belleza de aquel chico la tenía perpleja, hipnotizada, nunca antes había visto una belleza tan deslumbrante, o eso le parecía a ella. La joven Sirena le cantó una canción mientras le acariciaba la cara, en ese momento el joven se despertó, Aqua al verlo, se impresionó mucho, entonces se apartó rápidamente de su lado. El chico se acomodó en la arena y la miró con unos penetrantes ojos, entonces el joven le preguntó.
- ¿Eres tú quien me ha salvado? -.
Aqua no sabía cómo hablarle, ni que decirle, solo asintió con la cabeza mostrando una inocente sonrisa. El joven chico le sonrió y le dijo.
- Muchas gracias por salvarme -.
Aqua le dijo: - De nada -.
Ambos quedaron tumbados en la arena, hablando y conociéndose. El joven le contó lo que había ocurrido, estaba en su yate cuando de repente, vino una enorme ola y se tragó su barco y a él, mar adentro. Aqua estaba impresionada de lo que le contó, sabía de la furia de Poseidón cuando los humanos terrestres abusaban de la pesca, pero no entendía porque le atacó a él sí, solo era una pequeña ruta en yate.
Mientras ambos hablaban llegó la noche, comenzó hacer frio, pero ninguno se había percatado de que las horas pasaron y el clima cambió. El joven le dijo que ya era hora de regresar a su casa, entonces le preguntó a la Sirena donde vivía, ella le dijo que no tenía todavía un hogar, que acaba de llegar de un lejano país y no había encontrado donde alojarse. El joven le propuso quedarse en su casa hasta que encontrara alojamiento, a lo que Aqua accedió encantada. El joven, feliz de que la Sirena aceptase quedarse con él le dijo.
- Bueno todavía no, nos hemos presentado, mi nombre es Christian, soy príncipe de Atlan, esta playa pertenece a mi reino -.
- Mi nombre es Aqua, solo soy una doncella que vine buscando trabajo a esta ciudad -.
Christian: - Genial, pues podrás trabajar en mi palacio -.
Aqua se alegró de la proposición del joven príncipe, aunque quisiera decirle quien es en realidad y de donde viene, sabría que el príncipe no la creería, por eso prefirió mentir y ocultar su identidad.
El trono de los océanos había quedado vacío sin ningún rey o reina lo gobernase, pero no duraría mucho tiempo así. Cadavril, la bruja del mar había ido al castillo del reino oceánico con su ejército de almas en infortunio para sentarse en el trono y así gobernar los océanos. Una encarnizada guerra comenzó entre los soldados marinos y un ejército de entes, una guerra que se llevó cientos de víctimas, humanos marinos que servirían eternamente a Cadavril.
Había pasado varios meses desde que Aqua y él príncipe se conocieron. Aqua trabajaba cómo sirvienta en el castillo de Atlan, su labor era la limpieza y ayudar en la cocina, ella trabajaba todos los días duramente, pero cuando llegaba la noche y todos estaban acostados, Christian y la joven princesa se encontraban a escondidas, viviendo un amor que estaba prohibido, la posición social del príncipe no le permitía vivir un noviazgo con una Doncella del castillo, pero Christian le había prometido que cuando fuese rey, cambiaría esa ley, para casarse con ella. Aqua inocentemente creía en esa historia del príncipe, vivía ilusionada con que llegase el día en que los dos por fin, pudiesen estar juntos, sin que nada o nadie se lo impidiera, pero claro, la vida no es un camino lleno de rosas para una joven que no sabía nada del mundo humano.
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Editado: 08.01.2021