Ethan
Estoy en la pista de entrenamiento esperando a mi hermano menor Luciano, luego de que mi padre lo pillara en las carreras clandestinas tuvimos que poner mano dura y adelantar su inscripción.
Mientras estoy en la pista lo veo correr levantando los brazos hacia las gradas, una chica está aplaudiendo con una gran sonrisa, la distancia que nos separa no me deja ver quien es, de seguro será alguna de sus conquistas.
Doy un silbido y llamo su atención por fin, corre hasta llegar a mi lado. Tiene una gran sonrisa en su cara, la misma que tuve yo cuando nuestros padre me trajo por primera vez.
— Ya era hora – digo serio – estas aquí para practicar y ser el mejor en esto, no quiero que traigas más chicas a esta pista.
— ¿Estás de broma? – dice serio – tu siempre traías chicas a este lugar.
— Pero tu debes ser diferente.
— Ethan, tengo dieciséis años. Necesito que las chicas me miren – dice sonriendo.
Le golpeó la cabeza y le entregó el casco.
— Muéstrame lo que sabes hacer – digo por fin.
Se sube al auto y lo pone a rugir, mientras yo me aparto de su camino.
Veo como se aleja a toda velocidad, miro a las gradas la chica aún se encuentra ahí. Me concentro en lo que debo hacer y miro las grandes pantallas siguiendo el auto. No lo hace mal, pero siempre podría hacerlo mejor. Estamos hablando de Nascar por lo que debe ser el mejor de todos.
Cuando para el auto a mi lado se baja lleno de energía da un gran gritos y levanta las manos mirando nuevamente a las gradas. Veo a la chica saltar en su lugar mientras aplaude con emoción.
Creo que mi pequeño hermanito a encontrado una novia.
— ¿Qué tal lo hice? – pregunta
— Estuvo bien, debes prestar atención en las vueltas y no bajar la velocidad.
— Lo hare la próxima vez.
— No, lo harás ahora. Súbete al auto, practicaremos una hora más.
Da un suspiro de derrota, pero hace lo que le digo. Miro nuevamente a la gradas y la chica está concentrada mirando el auto.