Camila
Habíamos pasado la tarde junto a Nicolás y Kate, Luciano se había ofrecido a llevarlos al aeropuerto.
Íbamos de camino a su caravana, esta nerviosa. Mis dedos constantemente estaban en mi boca o tocando mi falda.
Lo miraba algunas veces, cuando él me devolvía la mirada yo la quitaba, lo veía sonreír, pero no decía nada.
— Estoy nerviosa – digo por fin – no quiero que la gente comience a hablar cosas.
— No tienes por qué estarlo, no estamos haciendo nada malo, solo somos dos amigos pasando el rato.
Ese era el problema yo no quería solo pasar el rato quería mucho más.
— ¿mañana viene tu madre? – pregunto retorciendo mi falda
— Si, pero no debes preocuparte. Ella no te dirá nada.
Sabia que su madre no estaba de acuerdo con la situación en la que nos encontrábamos Luciano y yo.
— ¿te vas a quedar conmigo esta noche? – pregunta él mientras estaciona el auto – hay una cama extra en mi caravana, pero si quieres que te lleve al hotel solo debes decírmelo.
— Gracias – digo suspirando
No se que es lo que quiero, solo se que quiero estar con él.
Luciano prepara algo para comer mientras lo ayudo a poner la mesa, lo veo mirándome de vez en cuando con una gran sonrisa en su cara.
— ¿puedo preguntar que te hace tanta gracia?
— Solo no puedo creer que estes aquí, siempre lo imagine y esto no se parece en nada.
— ¿Cómo fue que lo imaginaste realmente?
— ¿segura quieres saberlo? – pregunta con una sonrisa coqueta.
— Te lo estoy preguntando – digo nerviosa.
— Pues, te imagine aquí completamente desnuda – dejo salir un jadeo – inclinándote en ese sofá y tomándote desde atrás, te imagine gritando mi nombre tan fuerte y todo el complejo escucharía que estábamos haciendo el amor.
Oh dios mío, cruzo las piernas rápidamente, sus ojos no dejan de mirar todo mi cuerpo, estoy en llamas y sé que él también.
No podía decir eso y no obtener nada de mí, había quitado el filtro de mi cerebro cuando por fin hable.
— No es necesario que todo el complejo se entere, siempre podemos ser silenciosos.
Mi rostro se sentía caliente de vergüenza, Luciano me miraba aun procesando mis palabras, en dos grandes zancadas ya estaba a mi lado presionando su cuerpo al mío, reclamando con sus labios mi lengua, logrando que un gemido gutural saliera de mí.
— Entonces tendrás que ser lo más silenciosa que puedas.
Estábamos besándonos sin control, sus manos estaban por todo mi cuerpo, tan pronto como sus labios llegaban a mi cuello una prenda de ropa caía al suelo.
Estábamos completamente desnudos, no recordaba la ultima vez que esto había sucedido, cada vez que Ethan y yo teníamos sexo, solo me quitaba el pantalón igual que él.
— Llevo tiempo queriendo hacerte mía – dice mientras va dejando suaves besos en mis pechos.
— No esperes más, por favor – digo suplicando.
Me lleva hacia su habitación y me recuesta en la cama, su cuerpo presiona el mío mientras sigue besándome suavemente.
— Te amo – dice mientras se mete uno de mis pechos en su boca, logrando que un fuerte grito salga de mi boca. – shhh, recuerda. Debes ser silenciosa.
Asiento con la cabeza mientras que con mis manos aprieto el cubrecama.
— Ahora voy a besarte ahí abajo, no hagas ruidos o todo el mundo sabrá que estamos haciendo aquí dentro.
Baja su cabeza hasta mi sexo, abro las piernas por inercia.
Deja pequeños besos en mis muslos, otro en mi pelvis, con su boca sopla entre mis piernas haciéndome temblar.
Una de sus manos mantiene mi cadera presionada contra la cama, mientras con otra explora sin vergüenza mi sexo, intercalando entre toque, lengüetazo y soplido, logrando hacerme gemir de gusto.
Sus dedos presionan el lugar justo y me hace perder el control lo que genera un gran orgasmo. Me aferro a su cabello queriendo quitar su cabeza de entre mis piernas, pero logro todo lo contrario.
— Eres realmente dulce, me encanta tu sabor.
— Oh, Luciano por favor, oh dios mío.
— Eso es di mi nombre.
— Luciano, por favor te quiero dentro de mí.
— No debes rogar por eso nena – dice mientras balancea su miembro en mi entrada.
Sale de encima de mi rápidamente, busca en los cajones mientras lo escucho murmurar.
— Estoy tomando la píldora – digo tratando de tranquilizarlo – podemos hacer esto.
— ¿estas segura? No quiero que pienses que puedo contagiarte algo.
— Confió en ti. ¿hace cuanto tiempo no estas con alguien?
— Hace varios meses, estoy completamente sano, mi último chequeo fue hace un mes.
— Entonces estamos bien. No tengo sexo hace mas de un año, desde mucho antes que muriera Ethan.
Él me mira mientras camina hacia mi lado, se recuesta a mi lado mirándome directamente a los ojos.
— ¿entonces eres prácticamente virgen? – pregunta con una sonrisa
— Si – digo con vergüenza
— Seré tu primer hombre nuevamente. – dice mientras sonríe
Besa mis labios lentamente, su lengua entra en mi boca y hace magia. Me prende cada vez más.
— Eres tan adictiva
Estamos a punto de tener sexo cuando un suave golpe de escucha en la puerta.
Luciano se congela y me pone un dedo en mi boca.
— Si no haces ruido nadie sabrá que estamos aquí – dice susurrando.
Asiento lentamente, mientras sus labios vuelven a mi boca.
Otro golpe, esta vez más fuerte y acompañado de una inconfundible voz.
— Luciano, cariño ¿estás aquí dentro? – dice su madre
— Mierda – digo queriendo tapar mi desnudes.
— Shhh, se ira en algún momento.
Otro golpe…
— Cariño, esta tu auto en la entrada ¿estas durmiendo? ¿estas con alguien ahí dentro? ¿está todo bien?
— Debes abrirle la puerta o ira por la seguridad. – digo nerviosa.
Luciano asiente y comienza a vestirse rápidamente.