Change ve como todo vuelve a desaparecer y regresa a la sala en la que se encontraba antes. Tal y como había dicho Rena, el tiempo no había pasado. Seguía manteniendo la corona ligeramente suspendida sobre su cabeza, mirando directamente al trono y al esqueleto de Rena. Le pareció que había pasado allí horas pero en la realidad no había pasado más de un segundo. Él ya había dicho que estaba dispuesto a cargar con el peso de esa corona que mantenía sobre su cabeza. No iba a echarse para atrás en el último segundo. Terminó lentamente el descenso y dejó que la corona descansara en su cabeza. Encajaba perfectamente, casi parecía que había sido hecha a su medida. Lo cuál, probablemente, fuera cierto. Se gira para ver a sus amigas. Lilith lo miraba con una sonrisa mientras que Elektra y Krista tenía una expresión... rara. Una que nunca había visto en ellas. Change, preocupado, dio un paso hacia ellas e inmediatamente ocurrió algo que no se esperaba. Tanto Elektra como Krista cayeron y se arrodillaron poniendo una rodilla en el suelo. Krista usaba su báculo para mantenerse mientras que Elektra había golpeado el piso con su puño.
-¡EMPERADOR!- exclamaron las dos.
-Chicas, ¿qué sucede?- preguntó un confundido Change.
-Esa corona te ha marcado- dijo Lilith- Ahora eres el Emperador de los Nephalem. Y los médium, como ellas, te reconocen como tal de forma casi instintiva. Si te quedaba alguna duda de si te serían leales entonces ahora han desaparecido.
Change tardó un momento en procesar lo que Lilith le había dicho. Emperador de los Nephalem. Ese era su título. Tal y como decía la corona. Era el Rey de Reyes. Los nephalem nunca tuvieron un emperador. Ese título arrastraba con el una responsabilidad muy grande. Pero se sentía seguro, por alguna razón que no podía explicar.
-Chicas, ya es suficiente- dijo Change- Levántense
Krista y Elektra así lo hicieron. Las dos se veían realmente nerviosas.
-Krista, me parece que ya te lo he dicho pero lo repetiré también para ti Elektra- dijo Change- Tienen terminantemente prohibido volver a arrodillarse ante mi.
-Discúlpame Change- se disculpó Krista- No se que me pasó solo... cuando te vimos con la corona puesta...
-Sentimos un impulso irrefrenable- dijo Elektra- No pudimos evitarlo.
-Esta bien pero que no se vuelva a repetir- dijo Change.
Entonces, se acercó a Lilith mientras se sacaba la corona.
-Lilith, ¿crees que podrás guardarla en un lugar seguro hasta que la necesite?- preguntó Change.
-No hay problema, déjamela a mi- respondió Lilith.
Lilith hizo con una de sus manos un especie de corte en el aire. Se abrió un pequeño agujero oscuro en el que no se podía ver el interior. Lilith tomó la corona y la lanzó adentro ante la vista estupefacta de los otros.
-¿Qué has hecho?- preguntó Change.
-Solo digamos que tengo una limitada capacidad para crear otras dimensiones- respondió Lilith- Esa es una "dimensión-armario", por decirlo de alguna manera. Si tengo algo encima que no quiero arrastrar conmigo simplemente la arrojo allí. Y si la necesito de vuelta solo tengo que meter mano y buscar. Por ejemplo, digamos que me levanté una mañana con mi pelo parado y para todos lados. Esa situación tiene fácil solución.
Lilith volvió a abrir ese extraño portal negro y metió su brazo en el. En seguida lo sacó teniendo en su mano un pequeño frasco con una etiqueta.
-¿Gel para el pelo "Demonio Bello"?- preguntó Krista.
-¡Es la última moda! ¡Te deja el pelo bien brillante!- exclamó Lilith.
Change no pudo evitar reírse y pronto se le sumaron las demás. Lilith devolvió el gel a su "armario".
-Lo que quería decir es que no tienes nada de que preocuparte- dijo Lilith- La corona esta a salvo allí. Solo yo puedo acceder. Así que cuando la necesites me avisas.
-Gracias Lilith- dijo Change- Ahora salgamos de aquí.
Todas asintieron y regresaron a la sala en la que se encontraban antes. Por suerte para ellos, había una escalera que conducía hacia arriba y terminaron saliendo desde lo que antes debía ser un cuadro. Habían regresado al pasillo de la entrada y podían ver la puerta abierta al fondo. Respiraron aliviados, pensando que no tendrían problemas en llegar al ascensor. Pero cuando salieron de regreso a la plaza y empezaron a cruzar el mismo puente que habían usado, se dieron cuenta de lo equivocados que estaban.
-Vaya, vaya. Parece que tenemos compañía- dijo Krista.
Una gran cantidad de soldados, que en conjunto debían de formar casi una compañía, bloqueaban el paso entre el grupo y la salida. Todos llevaban puesto el mismo uniforme que llevaba Elektra. Uno de ellos se adelantó a la formación. No era muy alto y tenía más pelo en el bigote que en la cabeza. Elektra le dirigió inmediatamente una mirada de furia que el hombre no captó.
-Konstantin Petukhov- dijo Elektra mientra apretaba sus dientes.
Change miró al hombre que se acercaba. Así que ese era el tal Konstantin que había amenazado a Elektra en primer lugar y la había obligado a entrar en el ejercito. Change puso una mano en el hombro de Elektra para tranquilizarla.