La Última Oportunidad

CAPITULO 5

Presente

Ariadme se despertó por el sonido de la alarma, entro al baño y encendió la lluvia artificial. Después de bañarse abrió su armario y escogió su atuendo: una camisa roja, un pantalón negro de tela y un chaleco del mismo color, junto a unos zapatos de tacón alto también negros. Se vistió y fue al baño a maquillarse. Después de estar lista preparo café lo vertió en su termo y se marchó al trabajo.

Estaba decidida a encontrar al ladrón, y lo haría. Tenía que comenzar acercándose a Peter, él era el principal sospechoso por ser el Gerente de Finanzas, antes de llegar a su escritorio paso por la cafetería a buscar un café para Peter, al llegar toco la puerta hasta escuchar un pase.

  • Hola Peter. Buenos días, mira te traje un café –dijo mientras le pasaba el vaso con el humeante líquido.
  • Oh, gracias Esther. Qué bueno que llegaste, quiero que conozcas a la presidente –dijo mientras daba un sorbo de su café.
  • Está bien. “debo conocer a esta mujer”- pensó Ariadme-

Juntos fueron al piso 15 donde se encontraba solo la oficina de Julia y fuera de esta el escritorio de su asistente. Ariadme se sorprendió, ya que aquella oficina era más grande que la de ella.

  • Disculpa Mely, ¿se encuentra Julia en su oficina? Es que quiero que conozca la nueva empleada de la empresa. – pregunto Peter a la asistente de Julia. Esto no pasó desapercibido por Ariadme quien noto que todos trataban a la tal Julio como la dueña y Señora, algo que la molesto bastante.
  • Si Peter, ya te comunico.

La joven tomo el teléfono y espero hasta hacer pasar a los dos.

  • Pasen, los espera.

Ariadme y Peter entraron a la gran oficina, la primera no salía de su asombro por lo enorme que era. Era todo el quinceavo piso.

  • Es grande ¿Verdad? – pregunto Julia al ver que la joven no paraba de observar la oficina.
  • Mucho – La joven presta atención a la mujer que era bastante hermosa, alta, cabello castaño hasta los hombros, ojos grises, de unos 29 a 30 años.
  • Tú debes ser Estela, la nueva asistente – está la miro de arriba abajo despectivamente- vistes muy bien para ser una asistente. En fin. Espero que dures un poco más que las demás y sepas hacer tu trabajo. Aquí soy la presidenta de la Empresa. No jefa, ni Gerente, soy presidente de la empresa.
  • Pensé que la presidente era la heredera del Sr. Alvamart. – dijo Ariadme si medir las palabras, pero la arrogancia de aquella mujer la tenía furiosa. Quizá echara todo a perder por su arrebato.
  • Mira,  asistente –dijo la última palabra de forma despectiva- no estás aquí para pensar, ni para que te dé explicaciones, pero como eres la nueva te lo diré solo una vez: esa niñita malcriada no puede con un conglomerado tan grande de empresas y me pidió a mí en persona que dirija esta sede de la manera que me parezca correcta. Así que te sugiero que te ahorres cualquier pregunta y si tienes problemas con eso pasa por recursos humanos a buscar tu carta de renuncia.
  • No, no se preocupe presidente, sabré guardar las distancias – Ariadme quiso reír por las mentiras de Julia pero se reprimió al sospechar que también andaba detrás de los robos a su empresa. Esta mujer es una descarada, no me sorprendería que fuese cómplice de Peter en los robos.
  • Eso es todo, retírate. Peter tú te quedas un momento –dijo de forma coqueta-

Ariadme se retiró a su puesto de trabajo con un único objetivo, terminar con lo que la llevo a ese lugar y hacer pagar a los culpables.

Al terminar ese día de trabajo, en el cual no volvió a ver a Peter, salió de la empresa y espero un taxi. Al subir vio a un hombre diferente, supo que no era un taxista común y corriente.

  • ¿Dónde está Iván y quien eres tú? – pregunto de manera firme y desafiante.
  • Soy el taxista que usted pidió Señorita – dijo este-
  • No, no lo eres. Mira no te hagas el desentendido conmigo porque no estoy de humor. ¿QUIÉN ERES? – Ariadme era muy gentil, pero si se enojaba se transformaba-
  • Está bien, está bien le diré, solo no grite ni se enoje por favor. Soy Wade McMillan, socio y creador de la empresa de seguridad que contrato su padre aquí en Londres. Me encargaron a mí su cuidado de ahora en más. –dijo este sorprendido por ser descubierto- ¿Le puedo hacer una pregunta?
  • Ya la hiciste. –dijo Ariadme mirando por la ventana-
  • Esa no cuenta Señorita.
  • Está bien, pero dime solo Ariadme.
  • ¿Cómo supo que no era taxista?



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En el texto hay: venganza, romance y traicion

Editado: 14.05.2019

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