CAPITULO 2
Luego de firmar su contrato Ariadme se instaló en su escritorio en espera de su jefe y en lo que este llegaba decidió llamar a su padre.
- Hola papa. Ya estoy en la empresa.
- Hola princesita, muy bien, ahora dime ¿qué has notado?
- Nada por el momento papa, pero necesito que me envíes un informe sobre la recepcionista. Creo que esta chica no está haciendo un buen trabajo.
- No te preocupes amor te llegara u7n correo en media hora.
- Gracias papa. Ahora te dejo que llego mi jefe.
- Jamás creí que te escuchara decir eso – dijo Aramis riendo-
- Si y debo admitir que se sintió raro.
Ariadme cuelga la llamada con su padre y se pone de pie para recibir a Peter.
- hola Señor Murdock. Mi nombre es Esther Loaiza y seré su nueva secretaria – dice extendiéndole la mano.
- Hola Srta. Loaiza, sea bienvenida. Espero que este a la altura de lo que dice su currículo. Por ahora por favor tráigame un café negro si azúcar.
- Si Sr. – Ariadme va a la cafetería y pide el café y se dirige a la oficina del Peter- ¿Puedo pasar?
- Pasa. – Ariadme le entrega el café- Srta. Loaiza ¿Sabe usted si la Presidente ha llegado? – Ariadme se quedó estática, ¿Cómo podría este hombre saber que ella llegaría? ¿Y si la descubrieron?
- Perdón Sr. No entiendo. Vendrá la presidente de las empresas desde Los Ángeles? – se arriesgó a preguntar. Tenía que saber que tanto sabía Peter.
- Los Ángeles – el la miro extraño pero a la vez divertido- me refiero a la Srta. Julia Sands. – Ariadme respiro tranquila pero luego pregunto- ¿Presidenta? Pero creí que esta sucursal solo tenía gerente general.
- Si, bueno es que así le gusta que la llamen. – Ariadme pensó en quien sería esa chica, tenía que conocerla.
- Oh entiendo Sr. Pero respondiendo a su pregunta: no sé si ha llegado ¿quiere que valla a su oficina?
- Está bien no se preocupe Srta. Loaiza, yo iré.
- Puede llamarme Esther Sr. Murdock – dijo la joven observando detenidamente a Peter. Era un hombre muy atractivo, de 1.85, cabello rubio con un corte militar, ojos azules, brazos fuertes. Ariadme desecho ese pensamiento al recordar que él podría ser la persona que está detrás del desfalco de su empresa.
- Está bien solo si tú me dices Peter – dijo este dándole una sonrisa, Peter observo a Ariadme alejarse y pensó que era una mujer muy hermosa y segura, pero ya su corazón tenia dueña-
- A la hora del almuerzo Ariadme decidió ir a una cafetería a unas cuadras de la empresa. Al llegar se acercó a abrir la puerta de vidrio pero esta se abrió golpeándola en el rostro.
- Aush. Dios puedes fijarte –dijo enojada la joven- casi pe partes la frente. – Ariadme levanto la mirada y se encontró con los ojos más hermosos que haya visto, y aún más hermoso el portador de estos. Un hombre de 1.90, cabello rubio miel largo y rizado, ojos azules, realmente el hombre más sexy que había visto en toda su vida.
- Deberías de ser menos despistada ¿no crees? –dijo el desconocido-
- ¡Eres un bruto! Podrías disculparte por lo menos imbécil. – Ariadme tenía un carácter dulce y tierno, pero se volvía una persona muy diferente cuando se enojaba, y en estos momentos estaba roja de la ira.
- No tengo tiempo para soportar a una niña malcriada, me voy.
- ¡Idiota! –Ella pensó que lo que tenia se atractivo lo tenía de desposta y descortés-
Al terminar su almuerzo volvió al trabajo aun enojada con lo sucedido en la cafetería.
Se pasó el resto del día, trabajando y tratando de investigar de donde provenía el desfalco. Pero fue en vano, ya que se la paso todo el tiempo pensando en el imbécil, idiota, sexy, atractivo y descortés hombre que casi le rompe la cabeza en la cafetería en la tarde. La joven se concentró en su trabajo y terminó su primer día laboral. Fue hasta su departamento, al entrar fue directo al refrigerador y tomo una botella de agua. Fue a su habitación y se dio un baño, pensó en salir a comer algo fuera de casa, se puso un pantalón negro rasgado que realzaban su figura, un top azul rey y unos zapatos de tacón del mismo color, se maquillo sencillo y dejo su largo cabello suelto. Al salir llamo un taxi al subir se extrañó de ver el mismo chofer que la había llevado al trabajo y de regreso, por lo que supo que solo había una explicación.
- ¿Serás mi nuevo chofer? – le pregunto-
- Por ahora si señorita. Este es mi taxi y seré quien la lleve a su destino. –respondió este si apartar la mirada.-
- No soy estúpida, ya dime tu nombre, porque sé que trabajas para mi padre y no trates de negarlo.
- Es usted muy observadora e inteligente señorita –dijo este viéndose acorralado por la joven- Mi nombre es Iván y seré uno de sus guardaespaldas.
- Bien, trata de que nadie más te reconozca, no quiero que se arruine mi plan.
- Y ¿Qué hará con los culpables, señorita?
- Llámame Ariadme, -respondió- y lo que hare es tratar de llevar a los culpables a la justicia.
- Su padre no dejara que lleguen –la observo por el retrovisor- ¿lo sabe, verdad?