Alice, Jake y otras tantas personas salieron del bus con miedo y una extraña sensación electrizante en su piel. El ayudante del bus caminó con curiosidad hasta la parte posterior del vehículo pesado, seguido por Jake, Alice y un par de hombres mayores.
Llegó un momento en el cual el ayudante del bus se detuvo, encontrándose con el cadáver iluminado ligeramente por la luz de la linterna. Su temor no le permitía enfocar directamente el haz de luz hasta el bulto arrollado en el camino, sin embargo, los otros dos hombres insistieron que lo hiciera, ya que, si aún estaba vivo, era necesario ayudarle.
Jake tomó la espalda de Alice con suavidad, como empujándole de vuelta al bus, pero ella no quiso, sino que se mantuvo ahí pese al requerimiento de su novio.
—Vamos, no querrás ver esto. —Jake intentaba que Alice volviese al bus, pero ella desistió nuevamente.
El ayudante iluminó por fin el hallazgo, directamente hacia el centro y se encontró con lo que no quería. El cuerpo estaba destrozado en el suelo, un charco de líquido oscuro reflejaba el haz de la linterna, mientras que el silencio reinó en los cinco espectadores.
Fue entonces que Alice volvió al bus, acompañada por Jake, quien tomaba su espalda en señal de soporte.
—Dios mío —susurraba Alice, mientras ingresaba al bus, de vuelta. Los dos pasajeros que venían detrás se adelantaron e ingresaron al bus primero, sacando a empujones de su asiento al conductor, quien permanecía totalmente ausente, recibiendo el castigo y reproche de los otros, pero en el fondo él ya se había juzgado así mismo.
—¡Hey! ¡Fue un accidente! —exclamó Jake, tratando de convencer a los agresores de que el conductor no era responsable de la muerte.
—¡Llamen a la policía! —gritó la gente desde dentro.
Un montón de empujones y malas palabras se escuchó en torno al conductor, entre quienes querían justicia y quienes la esperaban desde afuera.
La ambulancia ya había sido solicitada al igual que una unidad policial, sin embargo, los minutos comenzaban a pasar y nadie llegaba. Era entendible, aquella carretera quedaba lejana a las urbes más importantes de occidente y solo pequeñas localidades rurales, pueblos y ciudades de reducido tamaño se alzaban cerca de ella, sin embargo, todas compartían la misma necesidad y problema, el mismo verdugo.
Las señalizaciones del camino indicaban un accidente, así que ella se detuvo a hablar con el montón de personas congregadas en la calzada oscura.
El hombre detrás de ella, salió a su lado, acompañándole.
—¿Qué les pasó? —preguntó la mujer mayor, bajando de su vehículo y cerrando su abrigo ante la percepción del frío nocturno.
—Un accidente —respondió Jake.
—¿Ya llamaron a los oficiales?
—Así es, dijeron que vendrían en cuanto pudieran, pero aún no han llegado.
—Este camino es solitario, además aún estamos a tres kilómetros del próximo asentamiento.
La mujer rubia que estaba sentada delante de Alice, salió junto con su hijo, quién parecía una oruga con tanta cobija que tenía encima.
—Hola —saludó la mujer de cabello rubio.
—Hola linda —respondió Viviane, sonriendo con amabilidad.
—Sé que no me conoce y no tiene por qué confiar en mí, pero necesito llegar al norte lo antes posible, tengo que estar en dos días en Marckova.
—Puedo llevarte si quieres, también voy hacia allá, pero dudo que en dos días lleguemos, antes pasaré a Risselvalenko a dejar a otras personas que estoy llevando.
—Por mí no hay problema, mientras pueda dejarme en un sitio con ferrocarril o buses, no tengo inconveniente. —La mujer rubia de nombre Laura, esperó una respuesta indecisa, pero en vez de eso, recibió un amable movimiento de cabeza, que significaba que podía unirse a la conductora.
—Iré al próximo pueblo por ayuda, prometo que lo haré —declaró la mujer, retornando a su vehículo. Fue entonces cuando Alice caminó hasta la mujer, para sujetarle del brazo sin dañarle.
—Necesito que me lleve —solicitó Alice, siendo reprendida por Jake.
—¿Dónde quieres ir? —preguntó la conductora.
—Tengo entradas para un congreso en Marckova, represento a un instituto. Necesito llegar lo antes posible —suplicó Alice.
Viviane suspiró profundo y miró al hombre a sus espaldas, se trataba de un sujeto de unos treinta y cinco años, de mentón cuadrado y ojos largos, con su expresión indicaba un claro no, moviendo su cabeza de un lado hacia otro. Viviane volteó hacia Alice y con calma, aceptó ayudarle.
Alice sonrió y con entusiasmo corrió hacia el bus para sacar su equipaje, mientras Jake no entendía que sucedía con su novia, la impulsividad no era algo natural en ella.
Una vez que ambos estuvieron sentados en el interior de la casa rodante, Alice pudo observar la decoración, todo esto mientras el vehículo avanzaba dejando al bus atrás.