Esta historia se sitúa en la ciudad Providence, Rhode Island. Específicamente a comienzo del siglo 1900 en la época de invierno a finales del mes de enero en la ciudad ya mencionada.
(Providence, Rhode Island. 27 de enero).
El detective privado Walter Cambell que recientemente había cumplido los 29 años provenientes de una familia dedicada al negocio de la venta de muebles para familias acomodadas de su ciudad natal. A pesar de su edad tenía el cabello castaño oscuro con algunas hebras de grises, de ojos oscuros, piel pálida con algunas cicatrices en su rostro por peleas ocasionales en bares de mala muerte, estatura promedio, complexión robusta, vertiendo un traje negro, un abrigo, una bufanda y un sombrero de hongo.
–¡Vaya!... sin duda Providence tiene un encanto inusual– bufo para sí continuando su exploración por la ciudad y verificando en su libreta de bolsillo la dirección apuntada. –¿Por dónde?– se pregunto.
Walter había sido contratado en la ciudad de Nueva York hace menos de una semana por un académico universitario de apellido Garrison, donde le explico por medio de un expediente sobre la misteriosa desaparición de una mujer llamada Edwyna Wagner.
En principio pensó que se trataba de alguna amante de dicho académico, con la posibilidad de embarazo de su aventura amorosa donde deseaba saber de su paradero, lentamente comprendió que se trataba de una mujer destacada en ciertos campos de investigaciones que a pesar de las dificultades que existía por ser simplemente una mujer e incluso había logrado conseguir la admiración de reconocidas figuras intelectuales recibiendo grandes alabanza como reconocimiento pero ella prefería mantenerse alejada y llevar una vida civil completamente pacifica en su ciudad natal continuando con sus estudios como investigaciones.
La doctora Edwyna se le describió como una mujer alta para el promedio común, de cabello rubio oscuro, ojos apagados, figuras delgada e incluso siempre estaba luciendo un vestido diferente para cada ocasión pero el detalle más importante resultaba ser su herencia familiar que le permitía llevar una vida relajada e incluso su propiedad ubicada en el Nº 194 de Angell Street en Providence, Rhode Island. Luego de transitar por algunas calles iba repasando en su mente sobre ciertos detalles que le relato su cliente, en torno a dos figuras masculinas que simplemente se le retratada el primero como un hombre imponente y el segundo era un hombre bajo con su rostro oculto con una máscara de hierro.
Aquellos detalles le parecieron sacados de alguna historia sobre misteriosas figuras criminales, en especial por el hombre bajo con mascara pero Garrison le comento:
–Con Edwyna y un grupo de colegas… asistimos como invitados de honor a una conferencia a Londres… luego al final de dicha conferencia, un extraño hombre de cabello rubio se presento en el vestíbulo del edificio, donde mantuvieron una charla… en las afueras la espero un carruaje negro y caballos del mismo color… al tratar de preguntar dónde iba ella me respondió…"Son negocios"… – pareciéndole oír en su cabeza el intento de imitación de voz por parte del académico. –Pude ver claramente a un hombre y escuchar una voz algo cansada– haciendo memoria.
El siguiente tramo de expedición, le llevo hasta un grupo de casa residenciales para personas acomodadas recordando en las ocasiones que acompaño a su padre como hermano mayor a realizar las entregas de los muebles pero le parecía estar en otra época como finales estuvieran aún en el siglo 19.
Al tratar de ubicarse finalmente pudo dar con un chico que repartía periódicos que a cambio de algunas monedas recibió las indicaciones necesarias.
–¡Solo debe caminar un par de calles por esta misma dirección la encontrara! – señalo el chico.
Tras dar las monedas emprendió la parte final de su camino a pesar de la nieve que cubría la ciudad, los cielos habían dado paso a débiles rayos del sol siendo tan solo las 2 de la tarde en punto. El detective Walter siguiendo las intrusiones del chico continúo en la dirección indicada y repasando cada uno de los datos proporcionado por su cliente.
–¡Su ama de llaves se llama Nathalie!– se dijo.
(En el Nº 194 de Angell Street).
–¡No puede ser!– se dijo y verificando en su libreta la dirección viendo la residencia de la desaparecida doctora Edwyna. –Sin duda es una bonita casa pero esta mujer sin duda tenía dinero y era soltera…
La residencia ubicada en el Nº 194 de Angell Street, resultaba ser una construcción de al menos tres pisos, ocupando una parte amplia de la manzana donde se emplazaba, varias ventanas tan amplia como una persona, una chimenea en lo más alto, construida de madera, ladrillos y un jardín sencillo pero demostraba un gran cuidado manteniendo los arbustos como la reja que marcaba los límites de la propiedad y una pequeñas escaleras hasta la entrada principal.