La Vecina

Capítulo 18

Poco después de las cuatro horas de cirugía, Alex despertó por dos minutos aunque tampoco estaba del todo  bien.

Aron les había atacado.

Aleisha llamo a la policía para que el agente Smith se encargara de ellos. Le dijo con lujos de detalles cuantos hombre eran y como iban vestidos, en una moto de alto calibre.

Pero tampoco tenía tiempo para estar pensando en eso, ahora solo quería ver a Alex, no se había enterado nada desde que los llevaron en la patrulla al hospital. Su  herida en la pierna fue superficial, gracias A Dios no toco ninguna vena, ni un hueso. Pero también tenía dolor, mucho dolor tanto que no se podía mover bien.  Estaba hinchada, hasta el punto de sentir dolor solo por mover centímetros sus músculos.

Cada vez que una enfermera entraba al cuarto solo le preguntaba por su novio. El que había llegado con ella.

Pero todas se negaban a dar un veredicto hasta que llegara una doctora.

Así pasaron algunas horas, porque nadie quería darle razón del chico, comenzaba a entrar en pánico.

Los hematomas de su cara también habían sido tratados y le pusieron una pomada para la hinchazón.

Odiaba no poder moverse.

Tenía a su lado a su teléfono y aviso a su Madre para que viniera a ayudarla.

Poco después ella llego. Ana estaba escandalizada cuando vio a su hija en una camilla. Brotaba alguna que otro jadeo de dolor. Tenía una guía en la mano solo para suministrarle antibiótico.

—Hija Mía.—Se lanzó a ella sin tener cuidado— ¿Que te paso? ¿Por qué no me avisaste antes de que pasara? ¿te han atendido bien?

—Calma madre.

Ana se reivindicó.

—Estoy bien, pero Alex… no se en donde está ni cómo. Madre ve a buscarle pregúntale a las enfermeras, hazte pasar por un familiar de él. Pero hazlo por favor. Mira que me estoy muriendo dela preocupación.

—Está bien

Ana cuando escucho la voz quebradiza de Aleisha combinada con sus lágrimas entonces puso en marcha los motores  hasta que pudo encontrar al muchacho descansando en una camilla.

Iba justamente a regresar a donde estaba su hija para decirle como estaba.

Hasta que un doctor llego al cuarto.

—¿Usted es la madre del muchacho?

Aunque era indulgencia, ella afirmo con la cabeza.

—Pues debo de decirle que está en un estado grave. No se cuanto pueda durar. La bala atravesó uno de sus pulmones. Cerramos el agujero, pero no podemos hacer nada más que esperar. Pero si le soy sincero, no creo que dure más de tres días. 

—¡Alex!—Gimoteo.

—Lo sé, la situación es dura.

Acto seguido el doctor abandono la sala con una cara de pena que condolía al dolor de la supuesta madre. 

Ana inmediatamente fue a los cuidados generales donde estaba Aleisha, pero tampoco le iba a contar lo que el doctor le dijo, le devastaría.

Entonces entro y le trajo un zumo de uva a la chica, mientras que ella estaba rezando por lo que parecía.

—Mama, encontraste a Alex.—Dijo inmediatamente mientras jadeaba de cansancio.

Ana afirmo con la cabeza.

—¿Y entonces está bien?

La mirada de Aleisha desbordaba una esperanza que nadie podía desilusionar. Estaba completamente segura que su héroe iba a regresar con ella a casa.

—Hay que esperar, ten paciencia hija.

Ana acaricio los cabellos rubios de su hija, entrelazo sus dedos con sus dedos.

Ladeo la cabeza y abrazo fuertemente la abrazo.

Aleisha tomo una bocanada de aire para poder calmarse, pero como podía hacerlo

Si él estaba luchando por su vida, estaba combatiendo para quedarse con ella. O irse a dar un largo paseo por el valle de la paz.

<<No  te vayas mi príncipe, lucha una última vez por mí, Dios no lo dejes morir. ¡Hoy no! No quiero que muera, escúchame Dios…>>

Alzo plegarias al cielo. Buscando esperanzas, esperanzadas en un final más bonito del cual.

Ana vio cómo su hija paulatinamente se  queda dormida, cerró los ojos para descansar, también para escapar de una realidad que no quiere ver.

A la media noche, un ruido se escuchó en la sala, Ana estaba buscando agua en el filtro. Se tardó algunos minutos también era porque algunos pacientes tomaban agua, era la única hora de descanso para el hospital aprovecho para ir a él baño.

Aleisha no tenía sueño. Estaba pensando en Alex, quería verlo.

La puerta de la sala se abrió.

Ana giro paulatinamente. Su madre seguramente.

Hasta que vio Alex parado enfrente de ella. Con una bata de cirugía y una sonrisa que esbozaba dolor.

—¡Alex!

—Schhh que sea un secreto rosa…

—¿Pero cómo?




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