Capitulo: 1

El desconocido:

   La música sonaba en el local, varias personas estaban llendose ya pero aún así aquel hombre de cabellera castaña y barba seguía sentado esperando a su amigo, la silla de al lado se movió indicándole que había llegado.

  –Buena fiesta– Dijo Faster sentándose junto al castaño.

  –De maravilla si no estuviese cabreado– El ojigris se arrascába la barba frustrado mientras su amigo negaba divertido.

  –¿Todavía pensando en la boda de Dimitri?– Faster quería pinchárle un poco.

  –Ese sin vergüenza no debería ser feliz– El castaño chocó sus puños contra la mesa exaltando al pelirrojo.

  –Vale pero tranquilízate, así no llegaremos a ningún lado– Faster agarró la copa que le traía la mesera para después darle un guiño coqueto.

  –¿A ningún lado?– El castaño estaba furioso, mientras que el ojiazul ignoraba su estado de ánimo.

  –Se que te dolió lo de Emma pero debes olvidarte de ello, fué hace mucho– Faster creía que su amigo exageraba.

  –Tienes razón, fué hace mucho– Concordó el castaño –¿Pero qué hay de malo en devolverle el favor?– Ambos empezaron a reír.

  –Entonces iré acompañado para no aburrirme– Siguieron hablando de cosas no tan importantes pero el ojigris tenía su mente en aquella boda "Será fácil" pensó para sus adentros esbozando una sonrisa cínica.

  –Me largo, la fiesta se a vuelto aburrida– Dijo el barbudo levantándose.

  –Si pero creo que la camarera me echó el ojo y pues…ya sabes– Faster señaló a una chica de cabello teñido en un rojo tinto.

   El grandote de ojos grises asintió y se despidió cortésmente de su amigo para salir del bullicio de las personas, una vez fuera se permitió darle una calada a su cigarrillo pensando en la futura Lugosi, ese hijo de puta iba a pagar lo que tanto anheló, iba a pagar que se revolcase un día antes de su boda con su prometida Emma, ella ya pagaba ese precio. De la nada apareció un auto negro blindado y la sonrisa del castaño se volvió más grande de allí se bajó su hermano Luka negando burlón.

  –¿Pero qué tenemos aquí?– Dijo el ojigris palmeándo el hombro de Luka.

  –Vine a buscarte hermano– Luka intentó imitar el gesto de su hermano pero le resultaba imposible no colocarse de puntitas para cumplir su cometido.

  –Jaja yo no necesita protección– Insinuó el castaño risueño.

  –Ninguno de nosotros nesecita protección– Concordó el otro castaño –Pero desde que Dimitri anunció su compromiso te e notado más…– Luka pensó antes de hablar –Agresivo– Terminó algo nervioso.

  –Bueno tú sabes que mi problema es por momentos– Dijo burlón mientras iba entrando de copiloto.

  –Si… si… si– Repitió Luka rodando el auto para conducir a casa de su hermano.
 

   Lucy se miraba en el espejo cuando una lágrima bajó por su mejilla hasta su barbilla, Heder miraba a su hija con ojos de sorpresa por la razón del hermoso vestido que se ajustaba perfectamente a su cuerpo y curvas, Fabiola sonreía de oreja a oreja por la impresión que daba la chica, la joven suspiró profundamente para abrir la boca y decir unas cuantas cosas sobre su vestido de bodas.

  –Es hermoso y maravilloso pero…– Hizo una pausa para encontrar palabras –No me queda bien– La pelinegra miró con sus gafas a su madre y a Fabiola.

  –Bromeas cariño, ese bello vestido te queda perfecto…– Fabiola no pudo terminar cuando Lucy señaló su rostro lleno de granos y con aquellas gafas fondo de botella.

  –Mi rostro, hablo de mi rostro– Se volteó para volver a mirarse en el espejo –Soy fea y éste vestido es todo lo contrario– Sabía Fabiola que sería difícil convencer a la chica, así que se le ocurrió una idea.

  –¿Y si usas un velo?– Fabiola opinó pero Heder frunció el seño.

  –¿Quieres qué mi hija se esconda?– Le preguntó Heder con fingida indignación.

  –No, digo que si no está de acuerdo con su físico que use un velo y listo– Habló mordaz Fabiola asiendo temblar a la madre de la pelinegra.

  Como Fabiola había ordenado la joven usaría un velo el día de su boda así que para celebrar se habían ido donde un restaurante italiano como la familia, las tres mujeres al entrar se dirigieron a una mesa cerca de la pared de cristal que daba con la calle, Lucy cada vez estaba más anonadada con todo aquello, solo había salido cerca de casa donde se encontraban los perritos correteando por el césped Lucy dejó de pensar cuando a su mesa llegó el mesero, la señora Lugosi pedía comida sin sentido para ella mientras que su madre se veía muy feliz. A los quince minutos regresó el mismo camarero con la orden, una pasta con albóndigas o eso entendió la joven, para su madre una especie de ensalada con algo de color extraño mientras que Fabiola había ordenado un filete con algo arriba, Lucy no conocía nada de aquellos platillos tan exuberantes para ella, con algo de paciencia agarró el tenedor y lo rodeó en el spaghetti llevándolo a su boca, sus papilas gustativas bailaban con el sabor tan exquisito de éste, Fabiola se sentía plena al ver la cara de satisfacción de la pequeña Lucybell, Heder no podía todavía creer que su plan funcionaría y podrán vivir como ricos a costa de los Lugosi pero lo que no sabía la madre de Lucy era que Fabiola tenía todo pensado, tan pronto la joven firmara el acta matrimonial los Queen no tendrían nada que ver con su hija. En otras sincunstancias la ojiazul se hubiese negado a todos esos regalos pero en esos momentos tan deprimidos ella solamente asentía mientras la señora Fabiola y su madre le compraban ropa, sí, se encontraban en un centro comercial para comprar nuevas prendas pero nada era de su agrado, sin embargo permitía que las señoras compraran muy emocionadas todo, la ojiazul se detuvo en el pasillo de zapatos dirigiendo su vista a unas hermosas zapatillas de baile, llevó su mano para tocar la fina tela de éstos pero antes de siquiera acercarse una trabajadora se le presentó.

  –¿Desea algo?– Dijo sin muchos ánimos la señorita de cabellos rubios.