21:"Thantophobia"

   — ¿Qué estaba sucediendo cuando llegué? ¿Por qué ese chico estaba en la habitación?

    Me dejé caer a unos pasos de distancia de él, sobre algunas ramas secas que crujieron debajo de mí. Me sujeté la cabeza con ambas manos, intentando ahuyentar las náuseas.

    — Era Adrián. — Le dije tomando grandes bocanadas de aire. — Mi mejor amigo. — Miré a Einar por encima de mi hombro. — Lo siento, no podía irme sin decirle nada, justo entró en la habitación mientras estaba cambiándome y obviamente se dio cuenta de que estaba preparándome para irme. No podía irme sin decirle nada.

    — ¿Por qué no?

    — Porque si lo hacía sé que me habría comenzado a buscar debajo de cada piedra que encontrara, y porque es mi mejor amigo, extraño mi vida y si estoy haciendo todo esto de buscar la forma de matar a la criatura contigo es más por amor a él y mis padres que a mí mismo. — Le miré directamente el rostro. — Si no fuera por ellos, probablemente ya me habría entregado a la criatura con bandeja de plata, y lo sabes. No quiero morir Einar, pero lo haré sin dudar si no me quedan más opciones.

    Él se acercó a mi con pasos rápidos, puso una mano debajo de mis músculos y tiró de mí hacia arriba para ponerme de pie, no me opuse.

    — Nunca, jamás, vuelvas a decir eso frente a mi, ¿Me escuchaste? — Le miré a los ojos sin decirle nada. — Prométemelo.

    — Lo prometo.

    — Bien. — Levantó su mano libre y me golpeó el torso con lo que tiene en ella. — Póntela.

   — ¿En dónde estamos? — Le digo mientras me la paso por la cabeza.

    — El bosque rodeando la carretera para dejar la ciudad en donde estábamos, no sé el nombre, pero no estamos muy lejos del hospital. — Tomó mi antebrazo y comenzó a caminar entre los árboles. — La carretera está en esta dirección, camina.

    Le hago caso, pero no suelta mi brazo en absoluto. Sólo lo hace cuando salimos de la espesura hacia una carretera concurrida, bajo el sol fuerte de la tarde.

   ———

    Un auto pasó por nuestro lado a toda velocidad, pero pronto el ruido del motor se perdió en la distancia mientras continuábamos moviéndonos.

    Ya no me duelen las costillas, pero los moretones y cortes que aún me recorren el cuerpo me molestan cada vez más con cada paso que doy. Ahora mismo, camino de forma automática y sé que si me detengo me costará horrores retomar la marcha.

    — ¿Cuánto falta? — Volví a preguntarle a Einar.

    — No mucho, estamos saliendo de la carretera, solo unos cuántos kilómetros más.

    Mis piernas se detuvieron al instante mientras él continuaba, no pude hacer nada para detenerlo, fue automático. Cuando se dio cuenta de que no estaba siguiéndole y me buscó con la mirada, simplemente me dejé caer y me senté en la hierba, llevé mis rodillas al pecho y oculté el rostro en ellas.

    — Kennet...

    — Estuve dos semanas inconsciente en el hospital, me desperté hace algunas horas y todavía tengo absolutamente todo el cuerpo lleno de moratones y cortes que me duelen al moverme. — Levanté la mirada y rodeé mis piernas con ambos brazos. — Dame cinco minutos, sólo eso pido.

    Le sostuve la mirada mientras intentaba que comprendiera y me dejara descansar unos minutos. Por supuesto, no tardó mucho en ceder y asentir con la cabeza mientras cerraba los ojos y suspiraba sonoramente. Me relajé un poco más sobre la hierba y estiré mi mano hacia una flor de color azul que me llamó la atención, toqué sus pétalos de forma distraída y, segundos después, sentí movimiento a mi lado. En cuanto giré la cabeza, Einar ya se había sentado a mi derecha; sus piernas estaban flexionadas y descansaba ambos brazos sobre sus rodillas, pero guardó silencio y no me dijo nada.

    Levanté más la mirada y detallé su rostro, el atardecer ya está tomando lugar en el cielo y los colores anaranjados se reflejaban en su piel mientras él voltea el rostro hacia el sol con ambos ojos cerrados, sus mechones de pelo suelto apenas y se mueven con el viento a diferencia del mío, más largo e inmanejable, pero él está tranquilo y parece oblivio al viento que ruge contra nuestros oídos con fuerza. Llevé una mano hacia mis espaldas y la usé de soporte para mi cuerpo mientras continuaba mirándole de forma distraída.

    Enfoqué la mirada en el cielo medio segundo antes de que él abriera los ojos y me mirara a mí a su vez, pero le ignoré lo mejor que pude y me dediqué a detallar el paisaje. Los tonos anaranjados se mezclan también con un tono rosáceo suave que le da un color precioso a las nubes dispersas que todavía se ven, una bandada de pájaros voló sobre nuestras cabezas. En la distancia aún puedo escuchar el leve rugir de los motores de los autos en la carretera, pero parecía que ninguno se acercaría a donde estábamos en un buen rato.

    Einar todavía está mirándome. — ¿No podemos pasar la noche aquí? La verdad es que no me molestaría ahora mismo.

    — Necesitas una cama, y todavía no has comido. — Me contestó con firmeza, aunque pude notar la tranquilidad en su voz.

    — No tengo hambre.

    No me contestó. En su lugar, se recostó de espaldas sobre la hierba y dejó salir sonoramente todo el aire de sus pulmones bajo mi atenta mirada, se llevó el antebrazo hacia el rostro y tapó sus ojos, de manera que solo puedo ver sus labios y parte de su nariz. El viento mueve las flores y el pasto a nuestro alrededor. Las copas de los árboles se mecen mientras lo observo.

    — ¿Crees que estamos a salvo ahora? — Le pregunté.

   — Por supuesto que sí.

    — ¿Cómo podes estar tan seguro? — Ahora él está mirándome. — Nos atacó estando juntos, estábamos juntos en el auto, ¿Qué le detiene de hacerlo otra vez?

    Einar suspiró y se incorporó, retomando su antigua posición. — ¿Es que no lo ves? — Me preguntó con incredulidad, fruncí el ceño. — Intentó separarnos, Kennet. No puede llegar hacia ti si yo estoy cerca, así que intentó separarte de mí.