La Venganza del Alfa

Capítulo 6: Desierto

Miro a mi alrededor para buscar exactamente el lugar en donde nos hospedaremos pero en vez de eso, no encuentro más que rocas, montañas arenosas y arena que casi puede ser como la sal; no comprendo que hacemos en el desierto de Lut, aunque la pregunta no parte desde ahí cuando no supe a dónde nos dirigíamos a partir del momento en que mi padre se propuso a hacer un viaje conmigo, el cual, solo fuimos él y yo, siendo así que, no hubiese más invitados.

Aun así, todo se volvió absolutamente extraño cuando no respondía ninguna de mis preguntas e incluso, cuando tomamos un vuelo del que al principio desconocía y si no fuese porque al abordar un avión primero y hacer luego una escala con otro, no me hubiese enterado que el último piloto mencionó Irán, algo que no estaba dentro de mis planes tener que visitar dicho país más porque en verano sus altas temperaturas suelen cambiar a una más cálidas por no decir calurosas.

En fin, poner un pie en Irán no fue lo que me dejo perplejo sino que fue el instante en que bajamos de un taxi, para hacer una caminata de dos horas y terminar poniendo un pie en el desierto de Lut en donde no hay nada, solo arena y rocas de las que será incómodo pasar el rato acá cuando hasta su temperatura ha hecho que empiece a sudar como a su vez, mis pies no aguanten estar encerrados en los zapatos.

Me quedo en una zona alta en donde observo todo el lugar desértico, no hay humanos, no hay plantas ni un manglar en el que podamos estar descansando; pensé que mi padre bromeaba al traerme acá pero viendo su actitud la cual se encuentra despreocupada pero pendiente de su alrededor, me doy cuenta que en serio, estamos aquí por un propósito del que desconozco y de por sí, necesito saberlo pronto.

—Papá, ¿qué hacemos acá? —Le pregunte como octava vez.

He empezado a aburrirme en hacer la misma pregunta en los últimos quince minutos que llevo en haber cerrado mi boca al no tener una respuesta de su parte, sigue sin decir nada y solo observa a su alrededor como si estuviera buscando algo o alguien, pero en sí, nadie aparece o mejor dicho, no hay nada o nadie a quien por lo menos pueda tomar su atención.

Agito mi cabello con mis manos al sentir como este ha empezado a gotear del calor, miro hacia arriba para darme cuenta como estamos en la peor hora bajo el sol, ya que lo tengo por encima y no es de menos que no pueda controlar la temperatura cuando pienso que en unos minutos más terminaré deshidratado al empezar a sudar como si fuese una esponja a punto de ser apretada y sacar toda el agua.

Quisiera sentarme pero será una mala idea cuando solo terminaré de quemarme el trasero, a mi alrededor busco un lugar con sombra donde quedarme, pero en vez de eso, solo encuentro grietas de suelo, montañas, rocas y arena… Por Licaón, creo que he empezado a delirar al repetir muchas veces las mismas palabras.

Montañas, rocas y arena… Montañas, rocas y arena… Montañas, rocas y arena…

Ojalá que no me vaya a volver loco porque a mi padre le quedará en la conciencia luego de que permanezca callado sin decirme nada y solo se quede mirando el horizonte del desierto Lut como si esto se tratara de unas vacaciones en donde el único turista que está disfrutando del paisaje desolado es él.

— ¿Qué tal te sientes? —Se gira para verme.

— ¿La verdad? —Mueve su cabeza para afirmar. — ¡Siento como si voy a morir! —Exprese.

Parece que mi comentario no le sorprende, no tendría porque de todas formas cuando él mismo me ha empujado acá sin darme explicaciones y más, en hacerme una ridícula pregunta de la que ya sabe cómo me siento al verme irritado, disgustado y malhumorado, probablemente todo por culpa del fastidioso calor del que me hace sentir en el infierno.

— ¿Responderás mi pregunta? —Inquiero.

— ¿Para qué? —Me devuelve otra pregunta.

— ¿Cómo que para qué? Es importante saber por qué estamos acá o cuál es la intención tuya de haberme llevado a un desierto —manifiesto un tanto alterado.

—No sé porque te desagrada tanto, antes amabas el desierto —gruñí.

—Era un cachorro. —Mascullé.

—Pero te sigues comportando como uno. —Achique los ojos con su comentario.

Sus respuestas a través de preguntas no me están resultando nada agradables en tener que escucharlas, empiezo a creer que el significado de estar acá es para que pueda hacerme ver que últimamente me estoy comportando como un cachorro en vez de un alfa, ya que he dejado a un lado mis responsabilidades como futuro jefe de la manada y desde luego, al no seguir adelante con mi vida, en donde algunas de mis decisiones parecen ser que han perjudicado a muchos al ser tomadas de una forma inmadura e infantil.

— ¿Me has traído acá para darme consejos? —Cruce los brazos.

—No, ese no es el propósito. —Dice poniendo sus brazos hacia atrás mientras sus puños chocan.

— ¿Entonces? —Busque conocer el motivo.

—Tienes una misión y como tu padre, debo de guiarte a que puedas cumplirla —enarqué la ceja.

—No te comprendo, ¿de qué misión hablas? —Bufa.

—Primero gatea, luego camina y cuando ya sepas dar pasos sin caerte, puedes correr. —Mi boca formó una línea con ese espiritualista comentario.




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