Me quedé impresionado en el instante en que la vi en frente de mí, sostenía mi puño con una increíble fuerza de la que pronto me devolvió para hacerme retroceder tres pasos que me dejaron sorprendido; enarqué la ceja extrañado de la actitud que ella ha tomado, es como si no fuera la Gemma que conocí, sino que se trata de una desconocida que ha tomado su cuerpo.
Su físico ha cambiado, se puede ver como su cabello se ha desteñido en un color más rubio cenizo, su piel se ha tornado más pálida y de cómo su cuerpo ha llegado a ser más voluptuoso que antes; aparte de ello, hay una cierta elegancia pero tenacidad en su mirada, sin añadir que tengo la impresión que se ha vuelto una persona más fuerte que antes. Sus ojos marrones no dejan de verme, es más, evocan un destello de odio del que es palpable entre la poca distancia que mantenemos, sus manos se hacen unos puños de los que termino por tomar de inmediato cuando intenta golpearme.
Me quedo anonadado de la ligereza que tuvo al querer golpearme, ni siquiera pude contemplar por un par de segundos sus movimientos cuando ya la tenía a unos centímetros, fue demasiado impactante que la tuve que empujar para que se alejara de mí; el silencio reino entre nosotros tanto que quise dialogar pero las palabras no salían de mi boca; verla otra vez hizo que sufriera un efecto colateral grande del que aún no he reaccionado del shock, más porque sé que esto no es como lo esperaba cuando mil veces me imagine la reacción que tendría al encontrarnos nuevamente.
—Tú no eres bienvenido acá —su voz demostró una furia entre sus palabras.
—Podemos hablar al menos —empecé a decir.
— ¿Hablar? A ti no se te da eso —seguía atacándome.
—Podemos compórtanos como personas civilizadas —soltó una fría carcajada.
— ¿En serio? Eres la persona menos indicada para decir eso, cuando hace un instante estuviste a punto de golpear a Kilian —achique los ojos.
—Y te recuerdo, que tú estuviste a punto de devolverme el golpe —sus manos destacaron un tronido al apretarlas más.
Cada vez, siento que la conversación se está yendo de nuestras manos al atacarnos mutuamente por algo insignificante; no tendría por qué ponerme a la defensiva sabiendo que mi error fue querer atacar a Kilian solo por no querer decirme la verdad, aunque también es injusto que ella busque la excusa de echarme de acá sin darme aquellas explicaciones que quiero escuchar de su boca ahora que sé que está viva.
—Quiero hablar contigo —insistí.
—Te lo repetiré una vez más, vete de mi manada —enarque la ceja.
— ¿Tú manada? —Me quedé paralizado al escuchar eso.
—Sí buscas formalidades te la daré —intervino Kilian —, como buscabas a nuestro alfa para hablar con él aquí lo tienes… Nuestra líder… Aneu Hewlett. —Engrandecí los ojos.
Retrocedí dos pasos más haciendo que perdiera el equilibrio de mi cuerpo un instante al escuchar aquello que Kilian acaba de mencionar, agite mi cabeza como si el recuerdo fuera fácil de borrar, pero ahora, todos los pensamientos se cruzan entre sí, creando un alboroto del que tengo que juntar las piezas del rompecabezas de nuevo para poder entender lo que estoy escuchando como presenciando.
Mis ojos van de Kilian a Gemma, de repente quiero entender cómo es que él se refirió a mi mate como aquella enemiga que tendría que haber llegado a conocer por los sucesos distorsionados que me han relatado sobre el historial de su familia con mi abuela, sin embargo, no me puedo poner en el mismo plan sabiendo que Aneu Hewlett había sido considerada muerta, pero de repente, las palabras de mi madre vienen a mi memoria al haberme comentado que de cierta forma, Gemma le recordaba a Aneu, y no por alguien del que jamás vio se adulto, sino porque sus padres tenían las mismas características de ella.
— ¿Qué has dicho? ¿Aneu Hewlett? —Repetí aquello para confirmar lo que escuché.
—Sí, Caden Dankworth… Soy Aneu Hewlett. —Ella confirmó aquello que seguía negando.
Abro la boca intentando no querer revolver el pasado con el presente, pero eso es poco por decir cuando la menos afectada suele ser ella al mantenerse firme como una piedra luego de la noticia que me ha dado; intento comprender como demonios ha sucedido esto, sobre desde cuándo lo sabía, si me lo oculto o peor aún, si el tiempo que estuvo conmigo me acecho para mantener en vigilancia a mi manada luego de que ella perdiera su familia en aquel desastroso día.
— ¿Cómo es que tú…? —Puso la mano en frente.
—No te debo explicaciones, ahora que sabes mi identidad, márchate de aquí antes que mis hombres te saquen —refunfuño.
Realmente esta noche será una locura, lo veo venir luego de estar descubriendo más sorpresas de las que no imagine conocer una vez que intente perseguir aquella niña, pero al recordar otra vez el motivo por el que estoy en este bosque, sé que no me voy a marchar hasta descubrir en verdad si aquí se encuentra mi hija.
—Quiero ver a mi hija, Gemma. —Ella arqueo una ceja.
— ¿Qué hija? ¿De qué hablas? —No quise caer en su juego.
—No te hagas la desentendida, Gemma… —Ella me interrumpió.
—Aneu… Gemma ya no existe. —Puse los ojos en blanco.