La verdad secreta - El renacer del ente

Capítulo 24 - El fin de los límites

Estuvo toda lamañana en su casa. Gracias al consuelo y apoyo de su madre, Yeik había recuperado la autoestima necesaria para salir de allí a las 3 de la tarde y dirigirse a cumplir con su labor en la gran academia de Gaudiúminis. Y mientras caminaba lentamente por las veredas de la ciudad, pensaba en su situación actual y en cómo iba a lograr recuperar a todos sus amigos perdidos, en especial Yésika, que parecía que iba a ser la más difícil de tratar.

La realidad era que no tenía ni siquiera una pizca de idea de qué era lo que iba a hacer.

No obstante, no había más tiempo para seguir pensando.Ya estaba al frente del instituto y faltaba poco para que el alumnado comenzara a llegar de a montones a las clases de magnen. Pero como era de esperarse, él no iba a poder simplemente subir las escaleras y entrar al edificio:

—Veo que llegaste justo a tiempo ¿Por qué caminas tan solo, Yeik?

La voz llegó como un augurio desagradable para los oídos de Yeik, quien se detuvo y volteó para un costado de la escalinata. Allí estaba Rai, observando su reloj de muñeca, aunque después comenzó a mirar a su compañero con una sonrisa burlezca:

—¿Otra vez tú?

—¿Sabes? —respondió el de cabello claro, ignorando a Yeik—. Mi bola de cristal me dijo que Yésika descubrió hoy lo que te ocurrió en el baño con Arlet.

Yeik sabía qué era lo que pretendía, pero debía resistirse ante las provocaciones. En silencio, comenzó a subir las escaleras, pero no pasaron más que unos segundos cuando se dio cuenta que Rai ya se encontraba al lado de él:

—No se lo habrás dicho tú por accidente ¿O sí?

—Déjame en paz, idiota —respondió el joven Lix, sin siquiera mirarlo—. Tengo cosas que hacer.

—Vamos, Yeik —dijo Rai, con despreocupación y posando una de sus manos en el hombro de Yeik—. Solo quiero charlar un poco.

—¡Te dije que me dejaras en paz!

Apartó la mano inmediatamente de su hombro y se detuvo a mirar a su enemigo con desprecio. Rai, en su lugar, dio una sonrisa entre dientes y extendió los brazos hacia las puertas de la academia, como si estuviera concediéndole el camino. El de azules cabellos, mientras tanto, tragaba todo el enojo posible que le generaba esa ridiculización.

Continuó cuesta arriba, pero eso no significaba que Rai no iba a seguirlo por detrás:

—Si mal no recuerdo, el entrenador te dejó en claro que no iba a soportar otro problema que tuvieras conmigo.

—Por eso estoy diciéndote que me dejes en paz —contestó el molesto joven, sin detenerse—. Quiero que te alejes de mí.

—¿Y qué harás si no lo hago? —cuestionó el vigoroso chico—. ¿Golpearme? ¿Atacarme con tu espada? No, ya sé... quizás quieras partirme la cabeza. Sería una gran opción para que te sancionen y no puedas volver a otro gimnasio en tu vida.

Yeik, para tratar descomprimir su impaciencia, se detuvo y se volteó para contestar:

—¡Oh! ¿Tu cabeza? ¿Sanciones?— rió—. Suena a algo que me importa un carajo.

—Tanto como a tus amigos ¿No?

El de cabellos azules miró por unos segundos cómo una mueca maliciosa se iba formando en Rai. Recordando entonces que debía evitar sus provocaciones, Yeik siguió escalando hasta llegar a la cima, a pesar de que aún era perseguido desde sus espaldas.

—Es una lástima que ellos ya no te importen. Imagino que ahora solo debes contar con tu mamita para llorar tus penas.

El joven Lix tuvo que detenerse una vez más, justo cuando ya estaba por dirigirse hacia las grandes puertas del edificio ¿Por qué dijo eso? ¿Acaso también lo sabía? ¿O había sido otra de sus meras "casualidades"? Esfumó esos pensamientos de su mente lo antes posible, pues debía concentrarse y no caer en los trucos de su enemigo. Reaccionar ante sus palabras iba a suponer más problemas, y estaba claro que él había salido de casa con la mentalidad de solucionarlos.

Y eso pensó. Debía comenzar a solucionar sus problemas, no generarlos. Por ende, Yeik agarró todo su coraje y contestó:

—¿Y tanto te interesa qué es lo que me importe?—elevó la voz mientras le hizo frente a su enemigo—. Es mi problema si me sancionan. Es mi problema si no estoy con Gache, con Arlet, o con Yésika. Y de igual modo, es mi problema si la única familia que tengo, es también la única persona que me apoya en este momento.

El silencio se hizo presente. Rai había quedado repentinamente mudo y la expresión de su rostro mostraba, aunque de manera muy leve, sorpresa. Entonces, teniendo el control de la situación al fin, Yeik se dispuso a terminar el problema de raíz:

—Lo que pase conmigo, con mis amigos y con mi familia es problema mio, Rai —continuó mientras le mostraba una mirada desafiante—. ¿Tienes más amigos? Bien ¿Tienes un padre y una madre? ¡Bien! Me parece genial. Ahora lárgate y déjame en paz.

Rai parecía no saber qué contestar. Por ende, el de cabellos azules procedió a darse la vuelta y a dirigirse hacia el interior del instituto con pasos que, de manera inesperada, se habían vuelto infinitamente lentos. Si bien Yeik no había recibido respuesta alguna, tampoco quería recibirla. Pues supondría que el conflicto aún no habría terminado.



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En el texto hay: accion, aventura y misterio, aventura y amor

Editado: 01.08.2019

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