Abroché el collar mirándome en el espejo del bajo y retoque el rubor porque no me sentía satisfecha. No podía evitarlo, me miraba y tenía la sensación de que faltaba algo o algo no estaba bien, como mis mejillas o mis ojos cansados y pálidos, o quizás mi cabello opaco y despeinado, no había manera de que me vea bien y eso me tenía inquieta.
Me volteé y suspiré.
No, el problema no era mi aspecto, eran los bolsos en el pasillo del departamento y los abrigos encima. Era la identificación falsa en mi billetera y la sensación de que no volvería a ser Emily ni a ver a las personas que saludaría con besos y abrazos en pocas horas.
Me puse los aros que Lola me prestó la mañana anterior y salí hacía mi habitación. Quedaban las cosas de Emily ahí, los posters de modelos, algunos folletos de universidad que nunca investigue, ropa que no me volvería a poner y algunas cosa que no entraron en la valija. Revisé los cuadernos junto a la cama para corroborar que no tuvieran algo importante dentro y solté una mueca al ver el nombre de Tanner entre las hojas.
Ese idiota.
Gideon dijo que se encargaría de él durante la cena y yo dije que mejor dejarlo así, solo huir. Debería haber dicho que sí.
Me arrodillé junto a la cajonera y abrí los cajones de uno en uno sacando algunos recuerdos de mi otra vida, collares de diamantes que vendíamos cuando no teníamos dinero, algunas fotografías viejas, un perfume terminado y la pequeña caja de terciopelo rojo con el anillo de la madre de Eliot. Debería haberlo tirado al mar cuando llegamos al pueblo, pero no pude. Él me lo habia regalado una noche hace cinco años, antes de saber que debíamos casarnos por la familia y el negocio. Debería haberlo tirado al mar.
Lo guarde en el bolso con las demás cosas, lo cerré ahogada en esa sensación de dolor e insatisfacción. Me levanté tomando los zapatos en las manos y caminé hacia la habitación de Gideon.
—¿Estas listo? —pregunté al verlo parado junto a la cama en pantalón de vestir, camisa y zapatos.
—No me gustan los trajes—magulló abrochando los botones de las mangas—, me traen malos recuerdos.
Sonreí para alivianar su animo.
—Pero a nadie le quedan como a ti.
Me devolvió la sonrisa.
—Eso, obviamente, esta fuera de discusión. ¿Tú estas lista?
Asentí y alcé los zapatos.
—Me los pondré para la ceremonia porque no soporto tenerlos mucho tiempo.
Volvió a asentir y nos quedamos en silencio mientras terminaba con la corbata y el saco. El plan era irnos luego de la ceremonia, no asistiríamos a la fiesta porque para ese momento debíamos estar en viaje para evitar contratiempos. Nadie sabría lo que haríamos o cuando, eso era lo único que teníamos a nuestro favor y teníamos que aprovecharlo, a Gideon le inquieto saber lo que sucedió en la prueba de vestidos y la denuncia de Tanner lo puso de pésimo humor. No podíamos quedarnos más tiempo.
—¿Tienes todo listo?— Preguntó cuando la hora de salir llegó. Asentí—. Tendremos que cambiar algunas joyas para comprar un auto y... ¿Tienes las identificaciones?
Tomé el bolso pequeño con mis cosas.
—Si, las guardé aquí. ¿Qué haremos si alguien pregunta?
—Nada, tu finge que mañana te levantaras para ir al café. —Gideon tomó su bolso, me miró de arriba a abajo y tomó el mío también para dirigirse hacia la puerta.
—¿Y si Lola pregunta?
Se detuvo en silencio y con los hombros tensos. Me arrepentí de preguntar, ya era suficiente obligarlo a ir a la boda de la única novia que él había presentado pero no pude evitarlo. Gracia a ella yo tenía trabajo y él estudiaba, se habían conocido en los primeros días en ese pueblo y por alguna razón nos alquilo el departamento donde vivíamos y fue muy buena y amable. Sentía que le estábamos fallando al desaparecer y por la manera en que Gideon actuaba comprendía que él también.
—Dile que mañana no iras a trabajar porque tienes turno en el médico—respondió por encima del hombro y salió del departamento.
Asentí y lo seguí intentando no sentir apego por el lugar. Cerré le puerta con la llave, me volteé y caminé por el pasillo sintiendo el peso de los recuerdos que tenia ese manojo en mi mano.
Solo era un departamento, habíamos estado en tres antes que en ese, ¿por qué me sentía tan pesada?
Di varios pasos más y los ojos se me nublaron por el nudo que en mi garganta.
Solo era un departamento pero se sentía como un hogar que Gideon y yo construimos desde cero después de tantas tragedias y tanta huida.
Solo era in departamento pero...
—¿Estas bien?—Miré a Gideon parado al final del pasillo con su traje arrugado por cargar las maletas y asentí caminando hacia su brazo extendido y permitiendo que me envuelva cuando llegué junto a él—. Estaremos bien—murmuró mientras caminábamos hacia las escaleras—, donde estemos juntos estaremos bien.
. . .
—¿Estoy nerviosa y tu traes a tu hermano a mi boda? ¿Quieres matarme?—jadeo Lola mirándose en el espejo de la habitación de la novia con el vestido blanco y el cabello lleno de brillos y flores blancas. Estaba hermosa, con el cabello negro peinado hacia atrás y el encaje del vestido que llegaba hasta su cuello, llevaba las manos con unos guantes finos y hermosos con perlas que combinaban con la que tenía en la falda del vestido y unos zapatos que para nada envidiaba. Pero era la mirada de pánico que tuvo al ver a Gideon llegar conmigo lo que me preocupaba.
Le quité importancia con la mano y me apresuré a tomar el velo que cubriría su rostro de la percha junto al vestidor.
—Tanner apareció ayer por la noche en el departamento y me amenazo, Gideon solo esta cuidándome. —Me acerque a ella con una sonrisa ligera y confiada, el velo tenía más brillos y más perlas con algunas flores en los bordes y no pude evitar mirarlos con melancolía cuando le indique que se incliné para colocárselo—. Finge que él no esta aquí, es tu día.