Robert se levantó, y se fue a la ducha, Natalie estaba perezosa para levantarse, es sábado y no tiene que madrugar, para dar sus clases, Robert quiere pasar el cortacésped por el jardín delantero, y después por el de la parte trasera, tiene la mañana ocupada.
—¡Todavía no te vas a levantar perezosa! ¡Venga levántate! más tarde, nos tenemos que ir al restaurante de tus padres...—Dice Robert.
—¡Déjame un poquito más! Con lo bien que estoy ahora aquí, sola en la cama para mí...—Dice Natalie.
—¡Bueno quédate princesa!, Yo voy a desayunar, levántate cuando quieras —dice Robert.
Robert fue a la cocina, se preparó huevos revueltos, un café con leche, y un zumo de naranja, termino de desayunar, salió al jardín de la parte trasera, para coger el cortacésped, lo tiene guardado en un pequeño almacén, donde tiene las herramientas del jardín.
Coge la maquina y sale con ella, al jardín delantero.
—¡Noo! La máquina dichosa, que ruido hace, así es imposible dormir ¡Me vas a oír! —Dice Natalie.
Natalie bajo, como alma que lleva el diablo.
—¡Se puede saber! ¿Qué estás haciendo Robert? Hoy es sábado, vas a despertar a los vecinos, ¿Por qué tienes que molestar a los demás? —Dice enfadada Natalie
—¿A los vecinos, o a ti? Amor ya sabias que iba a cortar el césped, no es para ponerse así, ¡Digo yo! —Dice Robert.
Natalie se entró dentro de la casa, enfadada se subió a la habitación, para ducharse y calmarse un poco, al cabo de un rato, bajo a la cocina a prepararse el desayuno, es prepara un café con leche y un zumo de naranja.
Recoge la cocina, y empieza a barrer la casa y limpiar el polvo, mientras tanto Robert seguía en el jardín.
Se asomo por la gran ventana del salón vio a Robert hablando con un vecino.
Y pensó ya le estará llamando la atención, ¡Claro es normal! Es mucho ruido tan temprano, pero el vecino solo se había acercado, para charlar un poco con Robert.
Robert termino para la una del mediodía, se quitó los zuecos, del jardín fuera, y entro descalzo, no quería más discusiones por hoy, subió a ducharse.
Mientras Natalie estaba sentada, en el chaise lounge leyendo una novela romántica, estaba en lo más interesante, cuando llego Robert.
—¡Cuando quieras nos vamos amor! —Dice Robert.
Natalie le hecho una mirada, de esas que cortan el aire,
—De mientras voy a echarle al coche gasolina, y comprare el periódico, y unos caramelos para Daniel, vengo en un momento, ¡Hasta luego princesa! —Dice Robert.
Natalie no le contesto, se había vuelto a enfadar con él.
Robert se paró a lavar el coche, quería tardar un rato, para que Natalie se calmara, le compró unos bombones de licor, que a ella tanto le gustan, cuando volvió, Natalie se estaba cambiando de ropa, Robert se quedó sentado en un taburete de la isla de la cocina ojeando el periódico.
—¿Has llegado? No te había oído, —dice Natalie.
—Acabo de llegar ahora ¡Te traje unos bombones!, De los que te gustan—dice Robert.
—Perdona amor, me enfade contigo por una bobada, me pillaste en lo más interesante de la novela, ¡Pero con estos bombones! — Natalie le da un beso en los labios.
—¡Si te tengo que querer! Sabes cómo camelarme siempre, eres una pillina—le dice Robert sonriendo.
Natalie y Robert se suben al coche, dirección Londres, hacia el restaurante de los padres de Natalie, Robert ha reservado una mesa para comer al mediodía, para ellos dos y el pequeño Daniel.
Aparcaron unos metros más adelante, caminaron hacia el restaurante, había mucha gente, haciendo compras.
—¡Hola Melody! ¿Cómo estás? ¡Donde esta Daniel—dice Robert!
—¡Hola pareja! Ahí andamos, con mucho trabajo, Daniel esta con mi padre en el almacén—dice Melody.
—¿Dónde nos podemos sentar? —Pregunta Natalie.
—En esta mesa, si os gusta, —dice Jake.
Jake es el camarero de sala, un joven de treinta y cinco años alto delgado, con los ojos marrones, cabello rubio y muy simpático, siempre con una sonrisa en los labios.
—¡Muy bien, pues aquí mismo! —Respondieron Natalie y Robert.
Jake fue, a por las cartas, les pregunto qué querían para beber.
—Nos puedes traer una botella de agua grande, una botella de vino tinto, y Daniel cuando venga ya te dice lo que quiere beber—dice Robert.
Esperaron a Daniel para pedir, llegó su abuelo con él.
Jack es el padre de Natalie, es el dueño del restaurante, un hombre de cabello rubio, ojos azules, alto con un poco de barriga, chistoso, y simpático, tiene cincuenta y ocho años, trabaja en el restaurante de camarero.
—Hola parejita ¿Qué tal todo? Aquí os traigo a este granuja, ¿Cómo está mi nietecita hermosa? —Dice Jack.
—¡Está muy bien, y grande! ¿Te enseño, mama la foto? —Dice Natalie.
—Si claro que me la ha enseñado, ¡Menuda es tu madre, la ha visto hasta Daniel, a su prima—dice Jack!
—¡Siéntate aquí Daniel! ¿Qué quieres para beber? ¿Has visto lo guapa que es tu prima? —Dice Robert.
—¡Tiene los ojos un poco raros! —Dice Daniel.
Robert Natalie y su padre se empezaron a reír.
Natalie y Robert y Daniel empezaron a comer, estuvieron hablando un rato, sobre su prima, que no tiene los ojos raros, sino que son así.
A Natalie le falta muy poco, para coger las vacaciones de navidad, las clases terminan el diecinueve de diciembre hasta el dos de enero, Natalie tiene proyectos para hacer en estas vacaciones, y ahora tendrá tiempo.
—Ahora pronto coges las vacaciones, Daniel podemos ir un sábado a patinar sobre hielo, los tres juntos ¿Quieres que vayamos? —Dice Robert.
A Daniel se le pusieron los ojos como platos, durante la semana, por las tardes se queda en casa de una vecina, que tiene un hijo de su edad, y se le hace la semana muy pesada, solo quiere que llegue el fin de semana, para estar con Robert y Natalie.
Terminaron de comer, se despidieron de Jack y de Melody.
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Editado: 15.02.2023