Es increíble como las cosas que recuerdas para siempre son las cosas que realmente prefieres olvidar, y las cosas a las que deseas aferrarte desesperadamente, son las cosas que escapan como esas hojas que se van revoloteando en el viento.
Recuerdo todo lo relacionado con el día en que nuestras vidas cambiaron para siempre, como si los recuerdos fueron marcados a fuego en mi cerebro, aunque yo preferiría que muchas de esas imágenes se las llevara el viento.
Recuerdo como vestía mamá, un vestido azul de tubo y zapatos de tacón negro. Recuerdo lo que desayunamos, Huevos y tostadas. Recuerdo que estaba emocionada porque ese día tendría lugar uno de los casos más importantes de su carrera. Y luego recuerdo a la policía y la sangre y los gritos y a Amy aferrada a mí con todas sus fuerzas.
Recuerdo todo porque hasta las cosas más pequeñas tienen la capacidad de desencadenar recuerdos. Recuerdos que intensifican el dolor en mi pecho, ese que nunca desaparece, que cada vez se expande más y más hasta que lo siento aplastar mis entrañas.
No hay escape de eso y estoy empezando a creer que nunca lo habrá.
—Alex ya estoy lista—. La voz de Amy me saca de mis pensamientos y juntas salimos para empezar nuestro nuevo día, pero justo cuando vamos saliendo de casa, nuestra vecina, la señora Jones está saliendo de la suya.
—Hola, chicas. —Saluda amablemente.
Inmediatamente mi mente entra en alerta. Tenemos que apresurarnos. Empezará a preguntar cosas.
—Hola, señora Jones. —contesto con una débil sonrisa.
—Oh, tiene un gatito nuevo ¿Puedo jugar con él? —Pregunta Amy a la vez que corre a tratar de atrapar al asustadizo gatito que estaba pegado a los talones de nuestra anciana vecina.
—Amy no. Vamos tarde. —anuncio en un tono impaciente.
—Cuando vuelvas del colegio puedes pasarte por casa a jugar con él si quieres. —Responde sonriente la señora Jones.
—¿Cómo está tu padre? —Me pregunta directamente.
—Bien. —respondo. De repente siento un malestar en el estómago a pesar de que solo he tomado una taza de café —. Bastante ocupado.
La señora Jones se agacha para recoger a otro gatito que sale de su casa demandando su atención.
—No lo he visto últimamente. —Comenta a la vez que dirige su mirada a nuestra casa.
—No. Es que ha estado trabajando mucho. Tiene un montón de proyectos. Le está yendo muy bien. —contesto quizá de forma muy apresurada.
—Ah —La señora Jones acaricia a su gato con gesto sorprendido.
Yo aprovecho y tomo la mano de Amy para huir lo más pronto de la señora Jones y sus preguntas.
—Ya tenemos que irnos. Que tenga un bonito día señora Jones. —digo instando a Amy a caminar.
—Claro, claro. Saluda a tu padre de mi parte. —dice con gesto pensativo.
—Lo haré, por supuesto. —respondo.
Amy se queja un poco, pero obedece y empieza a caminar en silencio a mi lado. Un raro silencio dado que ella casi nunca está callada. Lo llamo "consecuencias de nuestra nueva desastrosa vida".
—A partir de hoy, un transporte irá a recogerte al colegio. —Le digo cuando ya estamos lo suficientemente alejadas del oído de la señora Jones.
Amy solo asiente. Otra vez sin preguntas, sin nada que decir.
Fingir.
Solo fingir.
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Atraes lo que piensas según Megan, y bajo esta premisa logra hacer que cambie mi turno en la cafetería para trabajar solo de noche. Porque según sus palabras, con eso le estoy indicando al universo que estoy lista para recibir mi beca en el estudio de arquitectura.
La verdad no entiendo que tiene que ver una cosa con la otra y tampoco entiendo por qué le hago caso a mi obviamente chiflada amiga, pero el caso es que lo hago, cambio mi turno y trato de seguir con mi "vida normal" o lo que es más correcto decir, mi rutina habitual, mientras espero los resultados de las pruebas.
Así que básicamente cada día después de correr de aquí para allá como loca entre el colegio de Amy, la universidad y la cafetería, llego a casa a verificar que papá sigue vivo, me persigue el miedo de encontrarlo ahogado en alcohol o algo así, si me queda algo de fuerzas, limpio un poco y luego preparo la cena, papá nunca quiere salir a comer, pero igual guardo su comida, sé que cuando me voy a la cama, él sale por ella.
Y justamente pensando en la posibilidad de ser aceptada en las prácticas, es que decido visitar a mi pequeña Abril.
Si al final Megan tiene razón y Dios, el universo o sea lo que sea que obre desde las sombras me permite obtener esa pequeña pasantía, entonces ya no tendré tanto tiempo de verla cada vez que quiero.
Normalmente voy todos los domingos con Amy, pero cada vez que tengo la oportunidad procuro escaparme para verla un rato. Y eso ocurre tan seguido que he llegado a conocer a la mayor parte del hospital.
Incluyendo a la nueva cuñada de Megan obviamente.
Y es ella la primera persona que veo tan pronto llego al hospital donde está Abril.
Está en recepción presumiendo su increíble anillo de compromiso con otras enfermeras.
—Eso debió costar una fortuna —digo en broma acercándome a ella.
—Alex —No me da tiempo a reaccionar antes de tener sus delgados brazos alrededor de mi cuello —No sabía que venías hoy.
—No puedo respirar. —digo con voz ahogada.
—Oh. Lo siento —Kate me suelta y se aleja un poco con un gesto de disculpa.
—¿Entonces como fue? ¿Se arrodilló? ¿Megan hizo un escándalo? ¿Otra vez tuvo que intervenir la policía? —Bromeo.
Kate se ríe con ese gesto tan tierno que tiene.
—Lo normal ya sabes, unos cuantos gritos y una noche en la comisaría. —dice con un encogimiento de hombros. Ambas reímos de nuestro pequeño chiste. —¿Por qué no viniste? —pregunta Kate después de un momento —hiciste falta.
Mi corazón se encoge ante las dulces palabras de Kate. Es una buena amiga, aunque Megan no la soporte.
—Estuve bastante ocupada. Pero obviamente si estaré en la boda. —digo con sinceridad.